"Bueno Monreal me dijo que estaría un año, año y medio a lo sumo, y hasta hoy"
Los invisibles
Este fraile entró en la Junta el día de los Difuntos de 1982. Fue compañero de Miguel Ríos en Radio Granada y cruzó sueños culturales con Enrique Morente y Mario Maya.
LA provincia Bética de los Dominicos abarca desde Murcia hasta La Habana. Tiene su sede en la calle San Vicente y allí reside Antonio Pozanco (Córdoba, 1936), un fraile que fue delegado provincial de Cultura y director general de la Junta.
-¿Por qué se metió en eso?
-Decían en mi casa: si fueras mujer, tú serías puta porque no sabes decir jamás que no. Es que yo no me hice sacerdote o fraile para decir no sino para servir.
-¿Cómo surge su vocación?
-Las inquietudes sociales que me despertaron los profesores de Derecho de Granada, Luis Sánchez Agesta, Stampa Braun. El encuentro con Santo Tomás de Aquino. El descubrimiento de Bartolomé de las Casas. Su lucha hasta la extenuación por el indio.
-¿En detrimento del negro, como dice la leyenda?
-Cuando se inició en Roma el proceso de beatificación de Las Casas, del que formo parte como testigo, los especialistas dejan claro que ya existía la negritud y que los negros recibían mejor trato que los indios de los encomenderos.
-¿Qué sabía de la orden?
-La primera vez que llegué a la orden pregunté por el que mandaba, porque no sabía si era un superior, un prior o un abad.
-¿Cuál fue su primer destino?
-Antes está el noviciado en la sierra de Córdoba, tres años de Filosofía en Granada, cinco de Teología en Salamanca, el mundo, Roma, etcétera. Y como dominico me estreno en Cádiz, en el santuario del Rosario, la patrona de Cádiz. Los gaditanos le tenían mucha devoción, pero muchos aprovechaban para venirse a El Corte Inglés de Sevilla.
-¿Por eso hizo Teófila Martínez El Corte Inglés de Cádiz?
-A lo mejor. En Cádiz coincido con el obispo Añoveros, un profeta de Dios. Volví a Cádiz en plena Transición y me inventé los Martes de Santo Domingo. El ciclo lo cerré con Plácido Fernández Viagas. Lo presenté con las palabras de Jesús ante José de Arimatea: he aquí un hombre bueno.
-¿Qué recuerda de Roma?
-Las visitas a Alberti en su casa del Trastévere. Allí me nombran maestro de Téologos Jóvenes.
-¿Quién lo rescata del Coliseo?
-Bueno Monreal. Va a poner en marcha las directrices del pos-Concilio y el Centro de Estudios Teológicos, donde di clase de Cristología. Me vine con los jóvenes teólogos desde Roma a unos pisos de San José Obrero. Estaba naciendo la autonomía andaluza y el cardenal quería trasladar el espíritu del Concordato. Cuando vio la mala cara que le puse, me dijo que sería por un año, año y medio a lo sumo. Hasta hoy. Se lo dije a Amigo Vallejo: lo mío ha sido el timo de la estampita.
-¿Cuándo entra en la Junta?
-El peor día para un gitano: el día de los Difuntos de 1982.
-¿Quién lo nombra delegado provincial de Cultura?
-Javier Torres Vela, al que conocía de Granada. Suárez Japón me nombra director general de Promoción Cultural y ponemos en marcha la Compañía Andaluza de Danza. Pensamos en Mario Maya. Para el primer espectáculo, propone la colaboración de Luis García Montero en el argumento y Enrique Morente en la música. Me reuní con los tres en Granada. Yo era un doctrino y un secante, empapándome de esos sabios.
-¿Mantuvo la vida de la orden?
-Era frecuente que me invitaran a cenar. Siempre decía lo mismo: antes que delegado o director general soy fraile y lo que me apetece es compartir con mis hermanos la oración, la cena y la tertulia fraterna. Qué tío más raro, decían algunos con los ojos beligerantes.
-¿No ha ido a la JMJ de Madrid?
-Es para jóvenes. Mi juventud, el subterfugio al que recurrimos los ancianos para negar que lo somos, es la juventud de espíritu. Los domingos, cuando voy a oficiar la Eucaristía a la residencia de Ancianos de San Juan de Dios, les digo: buenos días nos dé Dios, coleguis, porque todos somos ancianos. Ves que uno se te duerme, el otro se pone nervioso, la otra está en las nubes, tal vez entristecida porque hace tiempo que no la llama nadie de su familia.
-¿Quién manda en la orden?
-El Provincial es Miguel de Burgos, catedrático de Sagrada Escritura, magnífico exégeta manchego y empedernido futbolero. Con él fui a ver el único partido de fútbol que he visto en toda mi vida. La final que el Barcelona perdió en Sevilla con un equipo del Este.
-¿Cómo vivió la Expo?
-Fue apasionante. En septiembre actúa en el Auditorio Miguel Ríos. Fuimos compañeros en Radio Granada. Yo hacía un programa desde el convento que se llamaba Aún es posible la alegría y él, un chavea, ya estaba con los cascos preparando el gran rockero que luego sería.
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