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Así son Bucarelli y Salinas, dos casas palacio de Sevilla para el turismo "exigente"

Patrimonio

El Palacio Bucarelli ha sido el último en incorporarse a esta oferta patrimonial

Sus gestores defienden la "exclusividad" de una ruta que aumenta cada año las visitas

La mayoría de los edificios toman de modelo el del Real Alcázar

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Uno de los salones del Palacio Bucarelli, con el tapiz inspirado en un boceto de Rubens. / Antonio Pizarro

Hasta hace poco habían sido una de las grandes olvidadas del patrimonio hispalense. Las casas palacio de Sevilla ganan cada vez más peso en el turismo de la ciudad. Lo hacen en número de visitas y también en la oferta. La última incorporación la ha protagonizado el Palacio Bucarelli, en el barrio de San Lorenzo, al que desde hace dos semanas se puede acudir para conocer los rincones de un edificio que hunde sus raíces en la época del Descubrimiento de América y que ha sido testigo del devenir histórico de la capital andaluza.

Son, sin duda, "un producto exclusivo" de Sevilla. Así define Cristian Salinas las casas palacio de la ciudad que conforman una ruta que ha ido ganando adeptos los últimos años. Numerosas capitales europeas cuentan con famosas residencias aristocráticas. Así ocurre con Viena, Venecia o Roma, por poner los ejemplos más conocidos. O ahí está el peculiar caso de la ciudad portuguesa de Sintra. Pese a su elevado número e importancia patrimonial, la capital andaluza no ha abierto a las visitas turísticas sus casas palacio hasta hace relativamente poco. La primera fue la Casa de Pilatos, a la que luego se fueron añadiendo la de la Condesa de Lebrija, Salinas, Dueñas, la Santa Caridad, los Venerables y, ahora, Bucarelli.

En la capital hispalense, este tipo de edificio civil guarda sus características propias que se repite en la mayoría de los casos citados, salvo excepciones. Casi todas las casas palacio toman de modelo el Real Alcázar, principal exponente de recinto palaciego en el que se funden el mudéjar y el renacimiento. Este tipo de construcción coge auge en la Sevilla del XVI, que vive su mayor esplendor al convertirse en Puerto y Puerta de Indias.

Abrir para conservar

Patio de la Casa Salinas, con decoración plateresca e inspirado en el Alcázar. / Antonio Pizarro

"Ese patrón se va a repetir en la mayoría de las casas que la aristocracia construye o amplía en esa centuria", refiere Salinas, que pone de ejemplo el palacio de su familia en la confluencia entre las calles Mateos Gago y Fabiola, a escasos metros del enclave monumental declarado Patrimonio de la Humanidad. Con un patio principal de decoración plateresca, que recuerda mucho al del Alcázar y la Casa de Pilatos, se pueden contemplar piezas propias del XVI que han logrado mantener su aspecto primitivo gracias a las restauraciones llevadas a cabo por los propietarios de este inmueble desde el siglo XX, los Salinas.

Esta casa palacio se abrió por primera vez al público en 1993, cuando en ella empezaron a celebrarse eventos, como ya lo hacía otro recinto similar, la Casa de Pilatos. En 2016 se le dotó de uso turístico con visitas guiadas de 25 minutos, en español e inglés. El precio de la entrada es de ocho euros, con descuentos especiales para grupos. Su propietario y responsble de este recorrido, Cristian Salinas, argumenta que dicha apertura -aunque pueda resultar contradictorio- contribuye a la conservación del palacio, pues obliga a sus dueños a "un constante mantenimiento". "No hay nada peor para el patrimonio que dejarlo cerrado", asevera este gestor.

La riquísima decoración cerámica de la Casa Salinas. / Antonio Pizarro

La mayoría de estos recintos, además, presentan un rasgo distintivo que se convierte en atractivo para el turista: están habitados. Así ocurre en la Casa Salinas y en el Palacio Bucarelli, dos edificios "vivos", pues cumplen a diario la función para la que fueron levantados, servir de residencia de sus dueños. "No se trata de un mero museo, sino de estancias que siguen siendo usadas, como desde el principio de su construcción", añade Salinas.

Un referente del barroco

La galería alta del Palacio Bucarelli, en el barrio de San Lorenzo. / Antonio Pizarro

El Palacio Bucarelli continúa siendo residencia de la familia Queralt, emparentada en la centuria decimonónica con la saga que da nombre a esta casa nobiliaria. Se empieza a construir en el siglo XVI, cuando a Sevilla llega el primer Bucarelli, mercader de Florencia, y se acaba a finales del XVII. A diferencia de la Casa Salinas, aquí impera un modelo palaciego barroco, con reminiscencias del renacimiento italiano en su decoración, según explica Rosa Queralt, marquesa de Cañete e hija del actual propietario del inmueble, Enrique Queralt. Esta aristócrata (que forma parte de la decimocuarta generación Bucarelli) es la principal responsable de las visitas que se iniciaron hace dos semanas.

Al palacio se puede acceder estos meses de verano de 9:00 a 13:00. Tiene dos recorridos con distintos precios: 12 y 22 euros. El primero discurre por las estancias de la planta baja. Lo conforman el apeadero, las caballerizas, el patio principal, los amplios salones de verano y el cuidado jardín, de 1.400 metros cuadrados y con especies florales autóctonas (llama la atención la diversidad de rosas). Este espacio se regaba a través de albercas que se llenaban -mediante conducciones denominadas pajas por su reducido diámetro- con el agua de los Caños de Carmona, que también surtían al Alcázar y con cuyos gestores se alcanzaba un acuerdo para el reparto.

Oratorio de los Bucarelli con una interesante imagen de la Virgen de la Esperanza. / Antonio Pizarro

Se tarda 45 minutos en realizar este recorrido, conformado por 14 puntos informativos incluidos en la audioguía que se ofrece al visitante, que además de la recopilación histórica y la descripción artística, cuenta con las voces de actores que recrean el ambiente de las distintas épocas por las que ha ido pasando este palacio del barrio de San Lorenzo. Más adelante estará disponible una app para que los turistas puedan descargársela y realizar la visita con ella.

Tapices del XVII

Los tapices del XVII que decoran las paredes del Palacio Bucarelli. / Antonio Pizarro

El segundo recorrido discurre por la planta alta. Se trata de estancias habitadas, por lo que la visita sólo se realiza una o dos veces al día. Al sumarse al primer recorrido, cuenta con 22 puntos de información y el tiempo de permanencia en el palacio supera la hora. En esta parte destacan las excelentes piezas de mobiliario, entre las que hay que señalar varios tapices del XVII, como el que recrea la entrada triunfal de César tras la batalla de Munda (entre Sevilla y Córdoba) o la Victoria de la Fe Católica, creado a partir de unos bocetos de Rubens. También han de mencionarse los tibores cerámicos procedentes de México y que legó como herencia Antonio María de Bucarelli, virrey de Nueva España y gobernador de Cuba, enterrado a los pies de la Virgen de Guadalupe, principal devoción mexicana. O el biombo procedente de Manila, con una decoración muy peculiar.

El recorrido por esta planta concluye en el dormitorio principal, con ventanas a la calle Santa Clara, por donde todos los días, a la misma hora, pasaba puntualmente Gustavo Adolfo Bécquer. Rosa Queralt narra que en dicho tránsito el poeta sevillano se paraba a mirar a la que para él era la mujer más guapa de la ciudad, la condesa de Santa Coloma. Los Bucarelli defienden que fue a este antepasado a quien Bécquer dedicó el famoso poema de las golondrinas.

El jardín del Palacio de los Bucarelli. / Antonio Pizarro

"La calle Santa Clara se convierte, así, en un eje primordial en la zona norte del centro de Sevilla, comenzando por la Plaza de San Lorenzo y su importante parroquia, continuando por el Palacio Bucarelli y terminando en el antiguo convento de Santa Clara, ahora transformado en espacio cultural", explica Queralt.

Visitas ilustres

Las cabellerizas inglesas de los Bucarellí. / Antonio Pizarro

Una parte importante del Palacio Bucarelli tiene uso hotelero desde 2018. Las estancias de la planta baja también se arriendan para distintas celebraciones. Como residencia de la familia aristocrática, ha alojado a rostros conocidos como Rita Hayworth, Ava Gadner o incluso los Príncipes de Mónaco.

Este palacio fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1969. Desde entonces, numerosos historiadores han querido conocerlo. Sus propietarios actuales ofrecen tal posibilidad con las visitas, en las que se pone a disposición de los turistas toda la historia rescatada cuando se abrió el hotel en 2018, para lo que acudieron a fuentes documentales como el Archivo de Indias. También es una forma de mantener en perfecto estado sus antiguas instalaciones. Los lunes por la tarde las visitas son gratis.

Una de las estancias de la Casa Salina, con decoración mudéjar. / Antonio Pizarro

Cristian Salinas defiende que las casas palacio están pensadas para un turismo "exigente", que quiere ahondar en el modelo patrimonial del Alcázar, "en línea con los nuevos hoteles de cinco estrellas que se abren en la ciudad". La ruta por estos edificios contribuye a ampliar el número de pernoctaciones. "Este patrimonio es cada vez más conocido", refiere Salinas, quien pone de ejemplo el aumento de las visitas en un 20% en la casa palacio de la calle Mateos Gago durante el primer semestre de 2023. Cifras que hacen prever que el año acabe con excelentes resultados.

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