Breve reseña histórico-urbanística de la Fábrica de Artillería de Sevilla
Medio milenio de la vida de la ciudad encerrado en un patrimonio industrial de gran valor
S.XVI-XVII
De arrabal a fundición.
Antes de establecerse la fábrica, existía un arrabal extramuros de Sevilla conocido desde el periodo árabe como Benaliofar. Luego fue una de las ubicaciones principales del campamento de las tropas de Fernando III durante los dos años asedio. La zona empezó a adquirir un carácter industrial cuando se establecieron varios hornos de fundición, uno de ellos de la familia Morel. En 1565 hay registro de tres solares del barrio contiguos que le fueron vendidos “en tributo perpetuo” para uso de su negocio. En 1559, el Cabildo Catedralicio de Sevilla le encargó a Bartolomé Morel el tenebrario y varias piezas de la nueva torre y el Giraldillo. A la muerte de Juan Morel Ribera en 1604 los herederos se vieron obligados a vender la fundición y la fábrica comienza a crecer. En 1634 la Real Hacienda la adquire y los fundidores, mediante el sistema de asientos, se instalan por periodos de diez años en la fundición se comprometen a realizar los encargos que el Estado les haga.
S.XVIII
Fabricas Reales.
En el periodo del reinado de Felipe V (1700- 1746) la fábrica sigue estando fuera del núcleo urbano, en el arrabal de San Bernardo, cerca del arroyo Tagarete. La Real Fábrica de Artillería inicia su actividad como tal en 1720. En este reinado la arquitectura militar adquiere una gran relevancia y se suceden varios proyectos. Proyecto de Juan Navarro. Este arquitecto edifica la parte más antigua de la fábrica, lo que actualmente se llama Fundición Vieja. Proyecto de Prospero Verboom. Este ingeniero militar crea una organización axial de la fábrica, con el horno y grandes patios alrededor. Posteriormente surge la necesidad de ampliar la fábrica para adoptar la tracción animal con mulas, para lo que se adquirieron las casas colindantes en el barrio de San Bernardo. Las ampliaciones proyectadas durante el reinado de Carlos III (1759-1788) comenzaron con el proyecto de Juan Manuel Porres, que contiene una gran elevación de las naves en la zona del gran horno, erigiendo una cúpula sobre él, haciendo coincidir sus accesos con las calles del barrio de San Bernardov. Posteriormente se produce otra renovación, con un proyecto de Jean Maritz, inspector de las fundiciones de París, que concluyó en 1773. Se distinguen dos partes: nueva y vieja fundición y se crea un gran patio exterior. Proyecto de Tomás Botani. Tras la marcha de Maritz, se vuelve a confiar en sistemas más arcaicos y se construyen una serie de edificaciones proyectadas para recibir las máquinas de barrenar o “máquinas de sangre”. Esto supone una involución tecnológica, pero tiene la ventaja de concentrar toda la producción en el mismo recinto. En 1790 se redacta el proyecto de Ginés San Martín. Se retoma la célula de Verboom para construir el resto del perímetro de la parcela de la fábrica, rodeando a los edificios de Botani. La fachada principal se le atribuye a él. Entre 1793 y 1795 la fábrica estuvo al máximo rendimiento y, de hecho, provocó el cierre de la de Barcelona.
S.XIX
Los talleres.
Ocupada la capital por las tropas francesas José Bonaparte (1810-1812) visita la fábrica y ordena las medidas para que se continuase la producción en plena actividad bélica. Durante la dominación francesa se fundieron allí los obuses destinados a los sucesivos bombardeos de Cádiz. Tras la marcha de los franceses destrozaron la fábrica, perdiéndose un importante numero de hornos. En 1814, se logra poner de nuevo la fábrica en uso para fundir cañones. Los comienzos de la etapa Isabelina supusieron un buen desarrollo industrial para la provincia.
S.XX
Las ampliaciones y el cierre.
Entre 1907 y 1910 se sucedieron las ampliaciones y reformas, que fueron encaminadas a la introducción de nuevas y potentes máquinas y a la producción de material moderno desde el año 1900, en que se apagaron los hornos de fundición. Se hizo necesaria una gran reforma para que la fábrica no se viera reducida a la producción de proyectiles. La Guerra Civil y la orientación política industrial favorecieron el desarrollo de la industria bélica estratégicamente situada en Sevilla. A la Pirotecnia y a Artillería se sumaron Construcciones Aeronáuticas (CASA), ISA e Hispano Aviación. En 1959 la fábrica pasó a ser Empresa Nacional Santa Barbara de Industrias Militares. Estuvo a pleno rendimiento entre los años 50 y 70, década en la que se trasladó a Alcalá de Guadaíra. La de San Bernardo cerró sus puertas definitivamente en 1991.
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