"Nunca he visto tanta destrucción"

Bomberos y equipos de emergencias de Sevilla en Turquía

Bomberos del Ayuntamiento de Sevilla y miembros de la Fundación Samu relatan cómo han sido las labores de rescate y salvamento en la zona cero del terremoto de Turquía

Coinciden en que de todas las catástrofes de este tipo a las que han acudido, ésta ha sido la más dura

"Cualquier cosa susceptible de tener combustible se ha agotado"

Bomberos sevillanos trabajando en el terremoto de Turquía

"Nunca he visto tanta destrucción. El 70% de los edificios están destruidos. Es imposible hacerse una idea de lo que es esto si no estás aquí". Julián es uno de los miembros de la Unidad Canina de Rescate del cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Sevilla. Participa con otros tres compañeros (Chema, Leandro y Sergio) en las labores de búsqueda de personas vivas bajo los escombros del terremoto de Turquía. Van con sus perros Yetro, Dora, Fire y León. Están allí desde el 10 de febrero y aún les quedan unos días. Forman parte de una expedición integrada en su mayoría por bomberos portugueses, con los que volaron desde Lisboa. El primer día localizaron a un bebé y ayer lograron encontrar a una mujer con vida. El tiempo apremia y cada vez quedan menos personas con vida.

Los cuatro llevan varios días con largas jornadas de trabajo, de más de doce horas en la mayoría de los casos, durmiendo en un campamento en medio de un olivar con un frío extremo. "Pero no hemos venido aquí de vacaciones. Estamos para trabajar, a veces exponiendo nuestra propia integridad porque entramos en túneles muy estrechos, en los que casi no cabemos. Metemos primero a los perros para que nos marquen si hay alguien con vida, y si es así ya entramos nosotros. Principalmente lo que hacemos es localizar, porque luego no tenemos material pesado para poder retirar los escombros y de eso se encargan otros equipos. Al bebé lo encontramos".

Los bomberos de Sevilla durante las labores de rescate bajo los escombros de un edificio derruido.
Los bomberos de Sevilla durante las labores de rescate bajo los escombros de un edificio derruido. / Bomberos del Ayuntamiento de Sevilla

Los bomberos sevillanos están en la zona de Hatay, en el sur de Turquía. "Cada día nos indican una zona y ahí es donde buscamos. El tiempo es fundamental y todavía hay personas con vida bajo los escombros, pero ya las encontramos a cuentagotas". Han pasado ya ocho días. Aún así, ayer encontraron a una mujer con vida. En otras ocasiones localizaron a personas que seguían con vida, pero que murieron durante las labores de rescate. "No es fácil llegar hasta el lugar en el que se encuentran. Nos metemos jugándonos el tipo, porque si no no salvamos a nadie. Hemos oído a otros equipos de rescate que dicen que en este u otro sitio no pueden entrar porque la estructura puede no aguantar. Nosotros entramos, sólo así podemos encontrar a gente con vida".

Los Bomberos de Sevilla, en el interior de uno de los edificios afectados por el terremoto.
Los Bomberos de Sevilla, en el interior de uno de los edificios afectados por el terremoto. / Bomberos del Ayuntamiento de Sevilla

Estos agentes de la Unidad Canina han participado antes en otras operaciones internacionales de rescate, en terremotos ocurridos en Pakistán, Marruecos, Chile y Argelia, entre otros. Nunca habían visto el nivel de destrucción que hay en esta ocasión. A veces el trabajo se hace pesado porque localizan a alguien y tienen que esperar hasta doce horas que se prolongan las labores de rescate. Eso ralentiza mucho su labor y en los últimos días se dedican a rastrear una zona y marcharse, dejando el trabajo de desescombro al Ejército turco o a otros equipos.

El Gobierno turco ha corrido con los gastos de viaje y manutención de los bomberos sevillanos. "El panorama aquí es desolador. Nosotros ya tenemos una pantalla, en el sentido de que contamos con experiencia. Pero cualquier persona que no la tenga se viene abajo. Por ejemplo, nuestro traductor, que el otro día se echó a llorar", apunta Julián.

Parte del contingente de la Fundación Samu durante las labores de rescate en la ciudad turca de Antioquía.
Parte del contingente de la Fundación Samu durante las labores de rescate en la ciudad turca de Antioquía. / Fundación Samu
Parte del contingente de la Fundación Samu durante las labores de rescate en la ciudad turca de Antioquía.
Parte del contingente de la Fundación Samu durante las labores de rescate en la ciudad turca de Antioquía. / Fundación Samu

Recién llegado de Turquía, Juan Gutiérrez Zazo comparte experiencia con los bomberos sevillanos. Es el jefe de equipo del dispositivo que envió el pasado martes la Fundación Samu desde Sevilla. Junto a él han participado en las labores de rescate y salvamento Juan Hidalgo Martínez, como jefe de rescate canino, y el guía canino Antonio Miranda Escudero. Su trabajo no hubiera sido posible sin la ayuda de Homero, un pastor belga de seis años, entrenado para labores de rescate desde que tenía dos meses. Nunca habían vivido una catástrofe humanitaria de este nivel. "Íbamos con la mente preparada para encontrarnos una destrucción total y así ha sido. Está todo destrozado", afirma rotundo Gutiérrez Zazo, cuyo equipo ha dividido la misión en dos ciudades durante los cinco días que ha durado: Adiyaman y Antioquía, en el sureste del país.

Desde su llegada, su misión era "encontrar vidas". "Nosotros íbamos allí a rescatar personas vivas. Nos iban dando avisos de donde se escuchaban voces que procedían de puntos en los que podía haber supervivientes debajo de los escombros y, con los perros por delante, dábamos la orden y el animal es el que entraba y buscaba dentro del edificio derruido", explica. La "devastación total" hacía imposible, en algunos casos, incluso la entrada de los perros. "Prácticamente todos los edificios han colapsado, y lo que no han caído están para derribarlos por los daños que han sufrido. Nos hemos encontrado zonas de tal colapso, que ni el perro podía entrar", apostilla.

Parte del contingente de la Fundación Samu durante las labores de rescate en la ciudad turca de Antioquía.
Parte del contingente de la Fundación Samu durante las labores de rescate en la ciudad turca de Antioquía. / Fundación Samu

En medio de la dureza de la situación que han vivido, Gutiérrez Zazo lamenta no haber encontrado personas con vida. "Que no pudiéramos rescatar a personas con vida era una cosa en teníamos en mente que podía suceder. El tiempo allí juega a la contra por la magnitud del seísmo y las condiciones meteorológicas que nos hemos encontrado que no eran nada favorables", explica. En su memoria quedarán imágenes grabadas, "de las que son difíciles de olvidar". "Son muchas las imágenes que se quedarán con nosotros en nuestra cabeza como el cuerpo sin vida de una mujer embarazada que encontramos en su cama junto a otra hija encima, el de una señora muy mayor... Son momentos que serán difíciles de olvidar", insiste.

También lo "devastado" que se encuentra el pueblo turco. Por las calles, mucha gente deambulando, sin tener donde ir, que lo han perdido todo, que están pasando mucho frío dadas las temperaturas extremas de estas fechas, y que duermen tirados en el suelo, tapados con mantas y chaquetones, y con el único calor que les proporciona una hoguera. "Hay que tener en cuenta que el seísmo tuvo lugar a las cuatro y media de la madrugada, la gente salió de su casa con lo puesto. Se une la tragedia humana que supone la pérdida de familiares con la pérdida y necesidad de recursos que tienen, hace falta comida, hace falta ropa de abrigo... Son muchas las carencias de recursos de primera necesidad", afirma.

Pese a la tragedia, entre lo bueno, Gutiérrez Zazo insiste en en subrayar el calor humano que han encontrado allí por parte de los autóctonos, "a pesar del drama que están atravesando". "No hay agua corriente ni electricidad, pero no nos ha faltado de nada. Cada ciertos metros hay alguien repartiendo comida, hay puestos repartiendo comida caliente y montones de botellas de agua por todos lados. He visto unos niveles de solidaridad muy importante", concluye el voluntario que recalca que, más de doce horas después de haber aterrizado en Sevilla sigue recibiendo mensajes de agradecimiento por las labores realizadas.

Él, dice, también se siente en deuda. "Tengo que agradecer a Médicos del Mundo y la oenegé estadounidense Project Hope, que son los que nos han estado apoyando y se han encargado de que esta experiencia se hiciera más llevadera, pero, sobre todo, al pueblo turco que, pese a que lo está pasando muy mal, no saben cómo agradecer lo que por ellos se está haciendo".

Por su parte, el vicepresidente de Fundación, Borja González de Escalada, atiende el teléfono desde Turquía. Llegó el martes pasado, de avanzadilla, para recorrer las zonas afectadas, como Adiyaman y Antioquía, donde al día siguiente llegó el equipo de rescatistas que ha dirigido Juan Gutiérrez Zazo. Han pasado más de 200 horas de los terremotos y, la situación actual, "nada tiene que ver" con la que se encontraron los equipos de rescate a su llegada. "Ya no hay búsqueda activa de supervivientes. Sólo hay excavadoras y camiones retirando escombros. Prácticamente no hay ciudadanos como estaban estos días atrás esperando noticias en las esquinas. Son ciudades semifantasmas", comenta el cooperante.

Su labor allí no ha acabado. González de Escalada sigue estudiando la posibilidad de llevar un hospital de campaña con un equipo de sanitarios españoles a la zona cero del terremoto. "El presupuesto está aprobado, pero las autoridades locales son reacias a traer más equipos médicos extranjeros. Lo seguiré intentando mañana (por este miércoles), pero todo indica que nos vamos a tener que retirar sin poder montar el equipo médico", se lamenta.

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