Bares de Sevilla: "Cerrados por asfixia"
Más de un centenar de bares y restaurantes han echado el cierre este verano en la provincia
La patronal vaticina que, de seguir los precios al alza, a final de año la sangría será inevitable
Si para el sector hotelero éste ha sido un buen verano, recuperando el 70% de ocupación respecto a 2019, la caída para los bares y restaurantes de Sevilla ha sido de vértigo. Ya lo anunció esta semana la Asociación de Hosteleros de Sevilla y Provincia: un centenar de bares y restaurantes de la provincia han echado el cierre en los últimos tres meses, y otros tantos están en proceso de traspaso o clausura. La cifra preocupa tanto a los propietarios como a los empleados, que ven como las cifras del paro se han disparado en el gremio durante el mes de agosto, que ha dejado en la provincia casi 1.400 parados más, siendo el segundo sector que más empleo ha perdido durante este verano. La alarmante subida en la factura de la luz parece ser el principal problema que afecta a las cuentas de los establecimientos, pero no es la única causa.
A las preocupaciones que afectan a todos los sectores y a todos los hogares españoles (inflación al alza, las consecuencias de la guerra en Ucrania con la subida del gas, el encarecimiento de los alimentos, entre otros), se suman problemas locales que atan otra soga al cuello de los hosteleros: las grandes obras que en este momentos se levantan en determinadas partes de la ciudad y llevan al cierre temporal o total de establecimientos o las zonas afectadas por la ordenanza del ruido (ZAS), que los hosteleros aseguran que llevan tiempo sin revisarse, mermando su tiempo de mantenimiento de veladores en la calle y, por tanto, de negocio.
Ante este panorama desolador, que la patronal ya advierte, "si no cambian las cosas, la sangría será inevitable a final de año y habrán cerrado muchos más, probablemente, triplicándose la cifra", muchos optan por salir de detrás de la barra y reivindicar a las autoridades competentes soluciones a una situación de asfixia nunca antes vivida en el sector. Antonio Luque, presidente de la Asociación de Hosteleros de Sevilla y Provincia, insiste en que "aquel que no logre hacer números y no consiga hacer una buena gestión empresarial que equilibre las cuentas del negocio durante los próximos meses de otoño, se puede ver abocado al cierre".
En pandemia, cerraron la persiana definitivamente 800 bares y, tras ella, se recuperaron 500. Un desajuste de 300 que, poco a poco, fueron creciendo hasta dejar un total de 3.500 en la provincia. Un dato que ahora vuelve a retroceder de manera contundente.
La crisis de los bares de Sevilla
Ni la crisis del 82, ni la del 92, ni la de 2008, ni la del covid, Joaquín de los Reyes no recuerda una situación más crítica para el sector que la de este 2022. Propietario desde hace 37 años del Mesón Pino Montano, afirma "siempre" haber cumplido con el pago de nóminas, impuestos y proveedores: "No debo ningún préstamo, ni tengo que devolver créditos ICO. Estudié Dirección de Gestión de Empresas de Hostelería y siempre todo lo ganado ha sido empleado en pagar, primero, y en mejorar el negocio después". Bar consolidado y con una clientela fiel, su terraza siempre está llena al igual que sus salones interiores. "Un comedor que, ahora, tengo que cerrar en ocasiones por el gasto que supone el aire acondicionado". Sin problemas de clientela ni de pagos, a la vuelta de las vacaciones, este hostelero se encontró con las ingratas facturas de la luz: "En los últimos tres meses he recibido tres facturas de la luz con el importe de 5.419 euros, 5.597 euros y 8.535. Lo que supone un montante de 19.551 euros. El año pasado, en el mismo trimestre, el total fue de 7.900 euros. Casi se ha triplicado la factura. Un gasto imposible de asumir y prever, porque la tarificación fluctúa constantemente y nunca podemos saber con antelación cuándo y cuál va a ser la subida de la luz. No hay que olvidar que estas facturas llevan un recargo del 21% de IVA, además de un impuesto de ajuste de limitación del precio del gas, que nos descapitaliza a los hosteleros, entre otros costes, como el del gas, que pasé de pagar 300 euros a 1.000 euros al mes".
Joaquín de los Reyes tiene a diez trabajadores empleados en su mesón. Por el momento, puede hacer frente a estas facturas pero adelanta que, si siguen sucediéndose estos importes, "no sé cómo voy a salir de ésta de aquí a final de año. Mi idea no es cerrar, pero sí quiero que las Administraciones competentes tomen soluciones. El modelo de facturación de la luz es de hace dos siglos. Las formas de consumo y producción ahora son otras y no hay economía que lo soporte".
Para el hostelero subir los precios en carta no es la solución a este mal. "Ha subido todo, pero los sueldo no; no podemos pedirles a los clientes que paguen más porque en sus cuentas no entra más dinero. En mi caso, llevo elaborando la nueva carta desde que llegué de vacaciones y no sé qué precios poner porque esa subida es por la luz y el valor de la luz fluctúa constantemente. Ya muchos han perdido clientes y no van a desayunar tres veces en semana sino una o, en lugar de salir a tomar una tapa cuando terminan de trabajar, esperan al fin de semana, y en lugar de tomarse dos cervezas se toman una. Me veo obligado a subir algo los precios, pero sólo lo haré en aquellos productos que realmente no resulten rentables y otros platos, directamente, los quitaré de carta".
El único remedio que ronda por la cabeza de De los Reyes es trabajar más horas para poder pagar facturas, "pero el día no tiene 48 horas. Tendría que tener de beneficio 60.000 euros para afrontar la luz de aquí a final de año". Y no es por falta de esfuerzo que las cuentas no salgan. El hostelero se levanta muchos días a las cinco de la mañana para dejar la masa de churros preparada para los desayunos (aquí todo es de producción casera, incluidos los dulces); después, en determinados días, acude a las cocinas del Hospital Virgen del Rocío, donde también trabaja y, a su salida, regresa al Mesón Pino Montano, donde mantiene abierto el negocio hasta la 01:00. "La contabilidad de la empresa siempre ha resultado positiva en el balance pérdida-ganancias, ganancias que he reinvertido en el local –por ejemplo, para adecuarlo a la normativa de la Ley Antitabaco, otro desembolso importante que hice para que, poco después, todo se volviera a modificar–. Es injusto que toda mi vida haya estado luchando por este negocio, que no falten los clientes y que todo vaya, con mucho sacrificio, sobre ruedas y que ahora lleve tres meses con pérdidas por culpa de un factor incontrolable, como es el precio de la luz. No queda otra, habrá que reinventarse otra vez".
Las obras y los ruidos, motivos de cierre de bares
No sólo la factura de la luz condiciona el desequilibrio en los resultados de los establecimientos hosteleros. Los hermanos Conchi y Manuel Zafra son los propietarios de Cachet, antiguo Charlotte, cafetería asentada en la Avenida de la Buhaira. Chari comenzó a trabajar en esta cafetería-bar de copas hace 20 años, "cuando estudiaba Filología en la Universidad y quería ganarme un dinero extra para los estudios". Como todos los hosteleros, esta sevillana esta hecha de otra pasta, y decidió abandonar la carrera y dedicarse "en cuerpo y alma, como no puede ser de otra manera en esta profesión, a la hostelería".
Desde entonces, su mayor tropiezo había sido con la pandemia. "Servíamos desayunos y nos manteníamos abiertos hasta la 01:00. Tras la pandemia, sólo podemos permitirnos abrir el local desde las 17:00. Esperábamos con la vuelta al cole adelantar la apertura a las 15:00, y luego ir bajando el horario hasta la 13:00 y así progresivamente, pero la situación actual nos ha descolocado".
Zafra es también portavoz de los hosteleros de la zona de Nervión. Recibe a diario las preocupaciones de quienes tienen un negocio de este tipo en el barrio y asegura que "la situación es dramática". Los problemas más acuciantes, además de la subida de la luz y las materias primas, son los altos alquileres que se pagan, "porque sin ser el centro ni tener el turismo de esa parte de Sevilla, el precio del alquiler es similar al del casco histórico", así como las obras del tranvía, "que han abocado al fracaso a muchos bares, sobre todo en la confluencia de la avenida San Francisco Javier con Santa Joaquina de Vedruna", y la pertenencia a la zona ZAS (Zona Acústicamente Saturada), "una ordenanza por la que se restringe el horario de veladores a las 23:00. Lo que ocurre es que esas mediciones se hicieron hace diez años, cuando esta zona tenía pubs y discotecas, pero ya hace años que no existen. Prometieron hacer nuevas mediciones para saber si podíamos liberarnos de estas restricciones pero llevamos esperando desde enero, y nada".
"Tenemos un nudo en la garganta, son muchos los que no saben si pedir un préstamo o si cerrar la persiana, pero la mayoría es lo único que sabe hacer después de llevar toda una vida dedicado a ello", se lamenta la empresaria, que también ha visto como, tras pedir un crédito para solventar una deuda, a la hora de tributarlo tiene que devolver 7.000 euros, "que fraccionaré en cinco meses, por lo que se añade este gasto mensual a las inasumibles facturas de la luz".
En la actualidad, los hermanos Zafra tienen cuatro empleados y su prioridad "es mantener sus puestos de trabajo". Subir los precios, aseguran, "no funcionará, porque en esta zona los clientes son personas del barrio o trabajadores que se desplazan a diario hasta aquí. No hay un turismo que pueda permitirse ese incremento en el ticket".
Las altas temperaturas del verano tampoco han favorecido a la restauración. "Muchos han preferido cerrar en agosto, además de porque hay menos clientes, por ahorrar en gastos y, sobre todo, en aire acondicionado, pero a la vuelta se han encontrado con unas facturas de la luz desorbitadas que no pueden afrontar tras un mes de cierre. Septiembre se presenta agónico y, en octubre, se añade la incertidumbre del pago trimestral del IVA que acrecentará los cierres, casi con total seguridad. La franquicia Lateral, sin ir más lejos, acaba de cerrar aquí en la Buhaira. Nosotros vamos a intentar sobrevivir hasta final de año. Ya no podemos endeudarnos más, así que habrá que esperar al discurrir de los acontecimientos", se lamenta Conchi Zafra.
El porvenir de quienes han cerrado
Son muchos los hosteleros que han cerrado sus negocios en los últimos tiempos y que, en la actualidad, andan preocupados por su porvenir. Daniel no quiere desvelar su verdadera identidad porque ya "he pasado de la fase de la rabia a la de la tristeza y no tengo fuerzas ni ganas de recibir mensajes o de preocupar más a mi familia". Su establecimiento llevaba abierto 15 años en un pueblo de Sevilla y, el pasado mes de julio, tuvo que cerrar sus puertas. "Me costó remontar del covid, pero es cierto que, desde que se eliminaron las restricciones, todos los días llenaba. Venía arrastrando pagos pendientes, y la subida del gas, las materias primas y la luz han dado al traste con el negocio", cuenta. Asume que podría haberse "gestionado mejor, pero hay cosas impredecibles, como la asfixiante subida de la factura de la luz que ni el economista más avispado lo hubiera supuesto".
Por todo ello, y para salvar uno de los sectores económicos que mantiene el turismo de la provincia y de Sevilla, la patronal reclama ayudas al gobierno de la nación, a la Junta de Andalucía y al Ayuntamiento de Sevilla con el objeto de obtener rebajas fiscales que ayuden al mantenimiento de los negocios y del empleo. "Necesitamos el apoyo de las administraciones para que dejemos de ser los últimos de la fila y evitar el cierre de nuestros negocios", concluye Antonio Luque.
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