Balance de la crónica negra en Sevilla en 2020: el crimen no entiende de virus

El año que llega a su fin ha estado marcado por varios homicidios en el ámbito familiar y accidentes como el que costó la vida a una bebé

El tráfico de drogas, especialmente el cultivo de marihuana, ha experimentado un repunte importante

El autor del crimen de la Macarena, detenido por la Policía Nacional.
El autor del crimen de la Macarena, detenido por la Policía Nacional. / Antonio Pizarro

En cualquier balance del año que se haga en el ámbito que se elija, siempre aparecerá la pandemia como factor determinante. El coronavirus ha marcado el 2020 en todo: la economía, la sanidad, la cultura, el deporte... Pero si hay un apartado en el que menos ha influido esta pandemia que todo lo ha absorbido en 2020 es en el de la crónica negra. Es cierto que hubo menos robos por el cierre de comercios y por la falta de los turistas, potenciales víctimas, y menos accidentes de tráfico porque hubo un par de meses en los que no se podía circular salvo para actividades esenciales, pero por lo demás, raro ha sido el día sin algún suceso digno de mención en la provincia de Sevilla. El mal no descansa.

Antes de que la expansión del virus fuera un hecho en España se produjo en Sevilla el primer homicidio del año. Fue el 22 de enero en un piso del barrio de la Carrasca, en el distrito Macarena. Un toxicómano, Jesús Perejil Sánchez, mató a puñaladas a su padre, el escritor y minero Antonio Perejil Delay. Escapó de la casa tras el crimen, pero fue detenido esa misma tarde cuando regresaba a la vivienda. Los propios policías que todavía estaban custodiando e inspeccionando la casa, donde permanecía aún el cuerpo de la víctima, salieron del domicilio avisados por un vecino que gritaba que acababan de ver al sospechoso. Éste trató de huir, pero fue arrestado no muy lejos de su casa. Este asunto ha sido ya incluso cerrado judicialmente, cuando el autor del crimen eludió el juicio aceptando una condena de sólo siete años y medio por matar a su padre.

Todavía antes del estado de alarma hubo otro crimen, en esta ocasión fue un asesinato machista ocurrido en Aznalcóllar la noche del 25 de febrero. Un vecino de la localidad, Eugenio Luque, disparó con una escopeta de caza a su esposa, María del Mar Casto Moreno, de 43 años, y luego se quitó la vida descerrajándose un tiro con la misma arma de fuego. Antes de suicidarse, telefoneó a su hija mayor para comunicarle lo que acababa de hacer.

Banderas a media asta y un cartel contra la violencia machista en el Ayuntamiento de Aznalcóllar.
Banderas a media asta y un cartel contra la violencia machista en el Ayuntamiento de Aznalcóllar. / Antonio Pizarro

No fue el único homicidio catalogado como crimen machista registrado en la provincia de Sevilla en este año 2020. El 8 de noviembre, un anciano de 86 años mató a su mujer, de 84 y aquejada de una enfermedad terminal, con un arma de fuego. Después, también se quitó la vida con la misma pistola. Sucedió en Palomares del Río y, hasta casi una semana después de los hechos, el Gobierno no hizo pública la noticia, que se dio a conocer una vez que el Ministerio de Igualdad consideró el homicidio dentro de los parámetros de la violencia de género. Sin llegar a consumar el asesinato, un hombre intentó quemar la casa de su mujer, con ella dentro, en Castilleja de la Cuesta.

En la capital hubo dos homicidios más que requirieron investigaciones con cierta complejidad. Uno ocurrió el 20 de julio en un piso de la calle José Rodríguez Guerrero, junto a la avenida de la Cruz Roja. En lo que parecía un incendio accidental se encontró el cadáver de una mujer de 54 años. La Policía comprobó después que la víctima no había muerto por el fuego ni por inhalación de humo, sino que había sido estrangulada y el incendio era un intento del asesino de borrar pistas. De poco le sirvió, pues fue detenido uno días más tarde.

El segundo caso sucedió en la calle Pino, en Torreblanca, donde un hombre llamó para alertar de que una indigente a la que había recogido en su casa estaba muerta. El Grupo de Homicidios averiguó que la víctima había sido golpeada brutalmente y que había muerto por la gravedad de las heridas tras una agonía de 24 horas. El autor del crimen era precisamente el hombre que llamó a la Policía, que estaba asociado con un matrimonio que se había ganado la confianza de la víctima para robarle la pensión, y a la que ahora exigían el pago de una deuda de 800 euros. Los tres fueron detenidos dos semanas después.

Así quedó el coche de Joyce Greyce tras atropellar a sus vecinos, a los que luego remató apuñalándolos.
Así quedó el coche de Joyce Greyce tras atropellar a sus vecinos, a los que luego remató apuñalándolos. / Pepo Herrera / EFE

En Dos Hermanas hubo un doble crimen cometido por una mujer de nacionalidad brasileña, que acabó con la vida de sus vecinos, con los que estaba enfrentadas porque éstos tenían un refugio de animales con unos cincuenta gatos en la vivienda. La presunta autora del crimen, Joyce Greyce G. S., de 40 años, atropelló primero al matrimonio con su coche, luego les golpeó con una piedra y finalmente los remató con un cuchillo de cocina de 14 centímetros de hoja, con el que les apuñaló en las zonas vitales. Sucedió el 20 de julio en la barriada de Vistazul.

Hubo también muertes violentas en Los Palacios, Valencina de la Concepción, Aznalcóllar y San Juan de Aznalfarache. A estos sucesos hay que unir el crimen de un ganadero en Badajoz en un robo que salió mal, cometido por una banda de delincuentes de Castilblanco de los Arroyos y Burguillos. Casi todos estos homicidios fueron esclarecidas por la Guardia Civil y la Policía Nacional a lo largo del año. Algunos estuvieron relacionados con disputas familiares y otros con el tráfico de estupefacientes.

Dos guardias civiles investigan un crimen en Los Palacios.
Dos guardias civiles investigan un crimen en Los Palacios. / José Ángel García

En este capítulo hay que destacar el cultivo de marihuana, que sigue creciendo año tras año y vuelve a ocupar las principales noticias relacionadas con las drogas que se publican en Sevilla. La elevada demanda de cannabis que hay en Europa ha hecho que muchas de las mafias que controlaban drogas más duras se pasen al cultivo de marihuana. Cientos de viviendas, locales, garajes y naves industriales de la capital y la provincia albergan plantaciones y rara es la semana que no se produce alguna incautación. No sólo los narcos locales han dado ese paso, también las mafias extranjeras. Una de las operaciones más recientes de la Guardia Civil fue encaminada precisamente a acabar con una red de ciudadanos chinos que controlaba el cultivo y la distribución de marihuana, y que tenía su epicentro en varias naves industriales y un restaurante chino del polígono Carretera Amarilla.

Las Fuerzas de Seguridad del Estado, especialmente la Guardia Civil, han proseguido su lucha contra el narcotráfico y han sido muchas las organizaciones desmanteladas a lo largo del año, algunas de ellas con vínculos con los grandes narcotraficantes que controlan el negocio del hachís en el Estrecho de Gibraltar. Clanes como los Lanas o los Porros han caído de nuevo en este 2020. Fruto de esa lucha contra el tráfico de drogas, el instituto armado se ha incautado de varias narcolanchas en el Guadalquivir. Esto, que sería algo habitual, ha generado una cierta polémica porque la Guardia Civil decidió dejar las barcas fuera del recinto de la Comandancia, en la puerta de un colegio cercano. Allí también se depositaron varios coches intervenidos, a los que alguien prendió fuego una noche de septiembre. La creación de un nuevo depósito judicial debería solventar este problema. También hubo espacio para la corrupción, pues fue detenido el teniente jefe de la Usecic de la Guardia Civil, por su presunta relación con el narcotráfico.

Intervenidas dos narcolanchas por la Guardia Civil en el Guadalquivir
Intervenidas dos narcolanchas por la Guardia Civil en el Guadalquivir / José Angel García

La situación en los barrios deprimidos de la ciudad se ha visto agravada por la pandemia y la conflictividad ha ido al alza. Los primeros días del estado de alarma se produjo una reyerta en Los Pajaritos, después de que unos jóvenes se negaran a permanecer en sus casas. La cuestión acabó con varios heridos y detenidos. Los tiroteos se han repetido en las Tres Mil Viviendas, a veces por ajustes de cuentas pero en ocasiones también por riñas amorosas. También ha habido varios en Torreblanca, donde un clan local, el de los Pingajos, ha querido imponer su ley sobre todas las viviendas vacías del barrio. Uno de los delincuentes más peligrosos de Sevilla fue detenido por apuñalar a un joven en Torreblanca sin mediar palabra. En Los Pajaritos esclareció la Policía un secuestro relacionado con el cultivo de marihuana.

No ha sido un año con muchos incendios en viviendas, dado que no ha hecho demasiado frío. Pero sí se han registrado bastantes fuegos en vehículos y contenedores. Uno o varios pirómanos actuaron en la Macarena, el centro y Sevilla Este, y en Coria fueron detenidos varios menores por prender fuego a recipientes de basura y coches. También fue arrestado el taxista que llevaba un Maserati por su presunta participación en el incendio de su vehículo, que ardió en agosto cuando estaba aparcado, y averiado, en una calle de Sevilla Este.

José María V. V., el Varita, trasladado por la Guardia Civil.
José María V. V., el Varita, trasladado por la Guardia Civil. / Raúl Caro / EFE

Varias personas han perdido la vida en accidentes de tráfico. Uno de los más brutales fue el de la pasada Nochebuena, en Tomares, pero sin duda el que más conmocionó a un pueblo fue el que causó la muerte a Manuela, una bebé de diez meses que fue atropellada en su carrito por un conductor drogado. Sucedió en Castilblanco de los Arroyos la tarde del 23 de noviembre. El autor del atropello, a quien todos conocen en el pueblo con el apodo del Varita, se dio a la fuga sin detenerse, aunque sería detenido poco después por la Guardia Civil. Había consumido tres tipos de drogas.

Otro accidente de tráfico se cobró la vida de un hombre junto a la Torre del Oro. Y un adolescente de 14 años fue atropellado mortalmente en Dos Hermanas por un profesor de su mismo instituto. Y hubo un siniestro más, aunque no de circulación, en el que murió un menor: el de la Hacienda Rosario. Un adolescente de 17 años perdió la vida aplastado por un muro que unos amigos derribaron a patadas, sin saber que la víctima estaba detrás.

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