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BILINGÜISMOUn programa que puede morir de éxito

La falta de especialización del profesorado se ha convertido en el principal 'talón de Aquiles' para un plan muy ambicioso

Dos alumnas del colegio José María de Campo, en Triana, leen un libro en francés en una clase bilingüe.
Diego J. Geniz

23 de noviembre 2010 - 05:03

La Delegación Provincial de Educación obligaba hace unas semanas al Instituto Fernando de Herrera a cambiar el modelo que lleva aplicando desde hace 12 años para desarrollar el programa bilingüe. Con dicha modificación, que tenía entre otras consecuencias la reducción de clases impartidas en francés, la Administración educativa quiere evitar la creación de élites dentro del alumnado, esto es, homogeneizar a los estudiantes. Esta orden ha provocado un gran malestar entre los docentes del centro y los padres de los menores, que piensan que la mezcla de alumnos bilingües con comunes en una misma aula (sólo se dividirían para las tres materias impartidas en idioma extranjero), supondría una merma en la calidad de este sistema de enseñanza.

La situación no es nueva. Hace tres cursos ya se enfrentaron a ella varios colegios e institutos sevillanos. Uno de ellos fue el CEIP José María del Campo y el CEIP San Jacinto, ambos en Triana. Estos centros, como el Fernando de Herrera, sirvieron de experiencia piloto en la puesta en marcha del bilingüismo, cuya generalización comenzó en 2006, después de que se aprobara el Plan de Fomento de Lenguas Extranjeras. Hasta entonces el aprendizaje de una asignatura en un idioma distinto al nativo (en principio fue el francés y el alemán) sólo se desarrollaba en una línea educativa, o lo que es lo mismo, un grupo de estudiantes que comenzaban en primero de Primaria y terminaban en cuarto de ESO en el instituto al que estuviera adscrito el colegio. El resto del alumnado quedaba excluido, algo que hasta cierto punto era lógico, ya que se trataba de "experimentar", al no conocerse todavía cuáles serían los resultados.

Una vez demostrado el éxito del bilingüismo, la Junta decidió generalizar su implantación. A partir de 2006 el número de centros que se acogen a este programa comienza a incrementarse considerablemente hasta llegar a los 153 actuales. Pero con la extensión llegó también el fin de la exclusividad. La Consejería de Educación, a través de las delegaciones provinciales, instó a los equipos directivos a que los alumnos que fueran bilingües sólo permanecieran juntos en las asignaturas en lengua extranjera, el resto del tiempo tendrían que recibir clase con los otros compañeros.

La reacción de los centros pilotos fue unánime: temían que con el cambio de modelo se perdiera calidad, ya que, entre otras consecuencias, se impartían menos asignaturas en inglés, francés o alemán. A ello se une un problema organizativo: niños saliendo de un aula a otra, así como pérdida de tiempo y de contacto con los tutores. Uno de los docentes bilingües del José María del Campo asegura que la fragmentación del grupo de alumnos acogidos a este sistema es "bastante perjudicial" en Primaria. "Tienen más maestros, algo que sólo es normal a partir de la Secundaria, y se pierden horas de tutoría, que en esta etapa es fundamental", aclara este maestro. Ante las dificultades que planteaba el cambio, colegios como el José María del Campo solicitaron una línea bilingüe más, algo que le fue concedido hace dos cursos, por lo que el 100% de sus alumnos se benefician de este programa, la mitad en francés y la otra en inglés. La intención del centro es que se pueda poner en marcha en breve el plurilingüismo, es decir, que los estudiantes aprendan asignaturas en tres idiomas distintos, lo que supondría sacar el máximo partido a esta iniciativa.

Por contra, el instituto Fernando de Herrera, según relata su coordinador bilingüe, Antonio García, nunca ha solicitado la ampliación de este programa a más líneas. "No ha sido nuestro objetivo, lo que hemos pedido es que al grupo de alumnos que recibe clases en francés se sume el inglés, para que sean plurilingües". La razón de potenciar este plan en un solo grupo es la siguiente: "No hay profesores en nuestra plantilla con un nivel apto de francés o inglés para enseñar sus asignaturas en estas lenguas a 300 alumnos, ya que desde que se generalizó el programa no se puede acudir a docentes en comisión de servicio, como ocurría antes, sino que es el profesorado del centro bilingüe el que tiene que contar con esta preparación o formarse, algo razonable pero también difícil, ya que han de hacerlo fuera del horario lectivo, un esfuerzo vocacional y que no está recompensado económicamente".

El fondo que subyace en este asunto no es otro que del que viene alertando la propia Consejería de Educación y los sindicatos de enseñanza: la falta de especialización de los docentes. Los mismos profesores bilingües consultados por este periódico ahondan en la cuestión: "A un docente con más de 50 años no le vas a exigir que se recicle, pero un profesional de la enseñanza joven debe ser consciente que no puede conformarse con una plaza generalista, hay que especializarse, y hoy día es fundamental el dominio de un idioma extranjero, como se exige en el sistema educativo francés".

Prueba de esta falta de especialización es la carencia con la que se encontró la Junta a principios de curso al tener 165 plazas bilingües sin cubrir en Andalucía, para lo que tuvo que abrir una nueva bolsa de esta especialidad. Se trata, por tanto, de un programa por el que la Junta ha hecho una apuesta muy ambiciosa y que ya está dando sus frutos. El manejo del idioma extranjero es de mucha más calidad que si dicha lengua se impartiera como una asignatura más. Sin embargo, la luz de alarma ya se ha encendido. El propio éxito del bilingüismo puede llevarlo al fracaso. Su generalización no cuenta aún con los recursos humanos suficientes.

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