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Azulejos del Alcázar: afectados por las humedades y la mano del hombre

Patrimonio histórico

El proyecto de intervención para restaurar los valiosos azulejos del Palacio Mudéjar cuenta con un presupuesto de 900.000 euros y se desarrollaría en varias fases.

Azulejos del Patio de las Doncellas / Antonio Pizarro

Una de las mayores intervenciones de conservación en el Alcázar de los últimos años. Así lo aseguró el alcalde, Juan Espadas, cuando anunció una inversión próxima a los 900.000 euros para restaurar todos los paños de azulejos de la planta baja del Palacio Mudéjar, construido a mediados del siglo XIV por el rey Pedro I. El objetivo de la actuación es el frenar el deterioro de los alicatados y reparar los que se encuentran ya deteriorados. Estos revestimientos cerámicos, que poseen la condición de Bien de Interés Cultural (BIC), están realizados en diferentes épocas: siglos XIV, XV, XVI, XIX y XX. La empresa encargada de realizar la intervención des Benza conservación y restauración. El proyecto de intervención ya ha sido remitido a la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico para su aprobación. Una vez obtenido el visto bueno, se redactará el proyecto de ejecución que se desarrollará por fases y en un periodo largo de, al menos, dos años para no interferir con las visitas turísticas. Las personas que visiten el monumento podrán ver el minucioso trabajo de los restauradores que tratarán los paños pieza a pieza.

La restauración abarca los zócalos de las diecinueve estancias en las que se divide la planta baja del Palacio de Pedro I: vestíbulo, Patio de las Doncellas, Sala Regia, Alcoba Real, Sala de los Pasos Perdidos, Patio de las Muñecas, Cuarto del Príncipe, Sala del techo de los Reyes Católicos, Sala de la Media Caña, Sala de los Toledanos, Salón de Embajadores, Sala de los Sevillanos, las tres habitaciones de los infantes, Sala Nueva o de los Artesones o los tres pasillos de comunicación, entre otras. En total se trata de más de 350 paños de alicatado con una altura media de 1,60 metros y una longitud que va desde los diez centímetros y los catorce metros.

Azulejos del Salón de Embajadores (siglo XIV). / Antonio Pizarro

Según se recoge en la memoria del proyecto, “son revestimientos continuos de desarrollo horizontal realizados en cerámica vidriada con la técnica del alicatado (aunque encontramos en alguna estancia reposiciones con la técnica de la cuerda seca) y tema de lacería mudéjar”. En su mayoría están compuestos por tres franjas horizontales, estando la baja normalmente realizada con piezas en zigzag a dos colores, lístelos monocromos de diferentes alturas, piezas en forma de triángulo, cuadrado, diávolo o rombo combinando dos colores. Algunas no presentan ninguna cenefa inferior. La franja central es la más ancha y dispone de un rico catálogo de lacerías. La cenefa superior suele estar compuesta por almenas escalonadas combinando uno o más colores con el blanco. Los colores son los tradicionales en este tipo de paños: blanco, negro y negro-morado, verde, azul y melado.

El equipo multidisciplinar de la empresa que acometerá la restauración ha realizado unos estudios científicos-analíticos, histórico-artístico, planimétrico y sobre el estado de conservación para realizar el proyecto de intervención y concretar el presupuesto, que han sido muy importantes para profundizar en el conocimiento de estas piezas de gran valor. “La datación de los alicatados originales abarca del siglo XIV al XVI, aunque existen intervenciones de reposición de los siglos XIX y XX”. También han identificado obras que producen cambios sobre la disposición original del palacio y que provocan aperturas y cierres de puertas con la consiguiente pérdida de los alicatados implicados. “Sabemos por eso que las reposiciones posteriores no sólo son consecuencia del natural envejecimiento de los paramentos, sino que además se reintegraron grandes zonas al cegar puertas antes abiertas, como las que accedían directamente de la montería al Patio de las Doncellas y de este al jardín de Neptuno y esos fragmentos son apreciables en la actualidad”.

Azulejos del Patio de las Muñecas que datan del siglo XV. / Antonio Pizarro

El proyecto de restauración incide en las pocas referencias que existen de los alicatados del Palacio Mudéjar. Son comparables, en cuanto a ejecución y soluciones ornamentales a los revestimientos que en la misma época se hacen en Toledo o Granada. Así, señalan que el historiador José Gestoso “entiende los paños como producciones herederas de la tradición almohade”. El material, el barro con el que están hechos, proviene de “las tierras de la Vega de Triana”. Más recientemente, el catedrático Alfonso Pleguezuelo ha estudiado en profundidad los azulejos del Real Alcázar. El proyecto recoge las fases de fabricación de los zócalos de la planta baja según sus estudios. Las galerías del Patio de las Doncellas y del Salón de embajadores son producciones originales del palacio. En el siglo XV se realizó una operación general de revestimiento alrededor de las estancias del Patio de las Doncellas, incluyendo el Patio de las Muñecas. Algunas de estas partes sufrieron remociones y cambios en el siglo XVI, cuando se hacen azulejos de cuerda seca que imitan alicatados. Posteriormente, se produce una reposición de los zócalos en la planta baja iniciada por José Gestoso a fines del XIX: se trata de las tres habitaciones del Cuarto del Príncipe y se reponen piezas sueltas en el Patio de las Doncellas. En 1905 se fabrica el revestimiento del vestíbulo de entrada. En cualquier caso, el proyecto de restauración insiste en la dificultad de datar cronológicamente los paños.

Alicatados del Patio de las Muñecas. / Antonio Pizarro

En cuanto al estado de conservación el documento señala que los principales agentes causantes del deterioro son “de carácter externo”. Por un lado, la humedad por capilaridad y las sales solubles que se arrastra hasta la superficie y, por otro, la presencia humana, “que está considerada como un gran agente contaminante”. En este caso, el deterioro se produce por el continuo trasiego de personas que rozan los revestimientos, se apoyan, los tocan y dejan su rastro, como chicles, “hemos encontrado bastantes”, advierten los restauradores, o pequeñas pintadas. También señalan que en las tareas de limpieza cotidiana se utiliza demasiada agua y productos muy agresivos.

Detalle de uno de los alicatados. / Antonio Pizarro

Para el diagnostico del estado de conservación de los alicatados se ha realizado un trabajo de campo que ha consistido en el estudio y la observación de cada una de las estancias y de cada uno de los paños de alicatado que conforman sus zócalos, tomando muestras de morteros y aliceres originales y repuestos, de las eflorescencias salinas para su análisis, y datos también de temperatura y humedad del primer trimestre del año. “Estos datos irán ampliándose con futuros registros, ya que los termo-higrómetros siguen tomando datos. El diagnóstico, por tanto, se ha realizado paño a paño y cada una de sus patologías se han plasmado con detalle en los mapas de daños que forman parte de la documentación generada durante la redacción del proyecto”. En general, las patologías son las siguientes: suciedad superficial, falta de adherencia entre el alicatado y el soporte, pandeo, por los que el azulejo pierde se deforma y pierde su verticalidad; efluorescencias salinas; disgreción, rejuntados deficientes; vidriados desgastados, fisurados o inexistentes; faltas de volumen; elementos metálicos; grietas; reintegraciones con materiales inadecuados o deteriorados; y desajustes de piezas.

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