El Ayuntamiento de Sevilla reclama al Auditorio Rocío Jurado impagos por 2,5 millones de euros

El contrato con la empresa TCM, que gestiona la instalación legada de la Expo del 92, se extinguirá y se iniciará un proceso nuevo de regularización si no hay un acuerdo previo

El gobierno municipal garantiza su predisposición a negociar, si hay argumentos, para que este escenario siga abierto y con programación

La empresa niega la abultada deuda y dice que nunca se han emitido facturas

Auditorio Rocío Jurado.
Auditorio Rocío Jurado.
María José Guzmán

31 de enero 2020 - 11:49

El asunto amaga con acabar en los tribunales y empantanar el futuro de una instalación legada de la Expo 92 que aporta una programación continuada a la oferta cultural de la capital. La decisión de la junta de gobierno local del Ayuntamiento de Sevilla de iniciar un procedimiento que puede acabar con la extinción de la concesión ha sorprendido este viernes a la empresa arrendataria del Auditorio Rocío Jurado, TCM Audiovision, justo cuando había iniciado los trámites para solicitar el visto bueno para la ampliación y mejora del recinto.

Precisamente, es en este marco de regularización que se ha solicitado por parte de la empresa, cuando ha surgido la orden de la junta de gobierno local, que exige a la empresa el pago de una deuda cifrada en 2,5 millones, correspondiente a la liquidación de pagos que debían haberse realizado en los últimos 13 años, desde 2007. La arrendataria tiene ahora un plazo de quince días para presentar alegaciones que justifiquen la situación de cada uno de los ejercicios afectados por estos informes. En caso de que no haya una resolución de esta situación, tras este periodo de alegaciones, se extinguirá el alquiler y volverá a licitarse este espacio.

Depurar las deudas es un paso necesario para la regularización de la situación del citado auditorio Rocío Jurado, que dejará de estar adscrito al ICAS y pasara al área de Patrimonio. “La intención es depurar las deudas, tarde o temprano, había que normalizar esta situación atípica entre arrendatario y arrendador”, ha comentado el delegado de Cultura y Turismo, Antonio Muñoz, que confía en llegar a un acuerdo con la empresa para que la actividad continúe hasta que se extinga su contrato, para lo que faltan 12 años.

Según Muñoz hay predisposición por parte del Ayuntamiento para negociar. “Podemos acordar una cifra definitiva en base a sus argumentos que presente el empresario, que pueden rebajar la deuda y tendrá facilidades para fraccionar el pago si es necesario. Sólo si no hay ningún entendimiento se extinguirá el contrato, pero la voluntad es que el auditorio siga porque enriquece la oferta de la ciudad”, ha apuntado.

Pero la empresa no opina igual y se ha mostrado, de entrada, dispuesta a litigar. Según ha comentado a este periódico Francisco Bustamante, director gerente de TCM, ni la deuda es ésa ni el Ayuntamiento de Sevilla ha emitido facturas en ningún momento. Como una prueba posible, Bustamante recuerda que su empresa entró en suspensión de pagos en 2011 y que el Ayuntamiento, como acreedor, nunca reclamó estas cantidades, sólo unas multas y tasas, lo que no se corresponde con el requerimiento actual.

A TCM le sorprende la decisión, que asegura que no le ha sido notificada aún, porque ha sido la propia empresa la que en varias ocasiones ha requerido de forma escrita, expresa y de forma verbal al Ayuntamiento para que se regularizara la situación del auditorio, la última en diciembre, extremo confirmado por el gobierno local. Es más, Bustamante habla deudas del Ayuntamiento con la empresa. Según su versión, no se han emitido facturas y se han celebrado eventos a cuenta del Ayuntamiento de Sevilla en dicha instalación a coste cero.

El auditorio de la Cartuja fue arrendado a través de un contrato firmado en 2002 por Agesa por un periodo máximo de 30 años, por lo tanto la concesión no tendría que extinguirse hasta 2032. En el año 2006 este alquiler fue transferido al ICAS.

Desde TCM se ha apuntado, con poco optimismo, que se han solicitado reuniones con los técnicos municipales, con los que ya se vienen trabajando en aras de solucionar y regularizar la situación anterior, para que los planes de futuro no se vean truncados.

TCM y su apuesta por la industria musical

Francisco Bustamante creyó en las posibilidades de Sevilla para atraer a la industria de la música cuando los promotores no querían ni oír hablar de la capital. Ya lo demostró hace justo 20 años, cuando se hizo cargo del Palenque, otro espacio heredado de la Expo del 92. En el año 2000 firmó un contrato por 15 años para explotar este particular recinto, pero a mitad del plazo la Administración decidió derribarlo argumentando que un espacio de ocio de este tipo era incompatible con el parque de la Cartuja, pues se situaba dentro del vallado que delimita la tecnópolis. No fue fácil programar en la Sevilla de la post Expo, donde se había instalado la cultura del gratis total.

En 2002 se hizo cargo del denominado entonces Auditorio de la Cartuja y ha hecho frente a etapas muy duras, sobre todo en la crisis de 2008. En 2010 programó sólo tres conciertos y en 2011 fue a concurso de acreedores, situación de la que ha ido saliendo de manera ordenada y tras reducir su empresa a la mitad.

No es la primera vez que ha estado tentado de entregar las llaves. En 2004 confió en los planes de Agesa, la empresa heredera y gestora de los activos de la Expo con la que firmó el primer contrato. La idea entonces era cubrir el auditorio, una vieja reivindicación, para aumentar su rentabilidad. Incluso se llegó a diseñar una cubierta y el arquitecto Eleuterio Población redactó un proyecto que cifraba entonces el coste de la operación en seis millones de euros. Un cambio político, sin mayores explicaciones, abortó el asunto.

Antes que hacerse cargo del auditorio, Bustamante había apostado por convertir el Pabellón del Futuro en un espacio para congresos, un adelanto de lo que hoy es el nuevo Fibes. Pero el proyecto no salió adelante y concursó por la concesión del hoy Rocío Jurado, en una época en la que no se vendían entradas. Durante unos años, la aventura de convertirse en promotor musical le costó dinero. Hoy asegura que puede mantener esta instalación porque vive de su empresa simplemente, presta el espacio y los servicios y explota la barra; de la taquilla y el caché del artista se ocupa el promotor.

Su intención es crear una solución de gestión si el proyecto para ampliar el auditorio sale adelante y permite a Sevilla competir con Madrid y Barcelona, erigiéndose en una referencia inigualable en el Sur de Europa. Es su sueño.

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