El Ayuntamiento apoya el cobro de una tasa al turista
El gobierno de Espadas se pronuncia a favor de una medida que comenzó a debatirse hace meses. El fin es lograr el consenso y el necesario amparo legal de la Junta.
Cuanto antes. El Ayuntamiento de Sevilla apuesta por implantar una tasa turística como la que se cobra actualmente en otras comunidades españolas, como Cataluña o Baleares. El debate lo inició el sector a finales del pasado año en un foro donde el gobierno municipal asistió como un mero actor más en el ámbito turístico. Pero es ahora cuando se pronuncia, a favor y en una coyuntura que entiende favorable para su implantación.
El delegado municipal de Turismo, Antonio Muñoz, está convencido de que "tarde o temprano" todas las ciudades turísticas, y Sevilla lo es, terminarán implantando esta tasa. Y el razonamiento que hace es muy simple: sólo con esta medida se puede alcanzar el presupuesto que la capital necesita para promocionarse y, a su vez, seguir ganando en cantidad y calidad turística. Actualmente, para este cometido la ciudad cuenta con poco más de 800.000 euros, una cifra que podría multiplicarse por seis si tan sólo se le cobrara a cada turista un euro por cada noche que pernocte en la capital.
El euro sería la media pues, tal y como hacen en otras ciudades donde ya se aplica, lo lógico sería cobrar en función de la categoría del establecimiento. La tasa mayor que se cobra en estos momentos está en Cataluña y es de 2,5 euros. Y la menor, en Baleares, 0,25 euros. No obstante, hay ciudades europeas como el caso de Roma donde se llega a los 4 euros por noche.
La principal oposición a la tasa turística la ejercen los hoteleros, que, en definitiva, serían los encargados de cobrarla e incluirla en la factura del establecimiento. Si bien el resto de agentes turísticos -hosteleros, guías, empresas...- ven con buenos ojos la medida. Ante esta situación, Muñoz insiste en que lo primero será lograr el consenso y, para ello, es necesario abrir un debate en la ciudad. "Es algo imprescindible", apunta el delegado.
En paralelo, el Ayuntamiento de Sevilla dará otros pasos, pues otro de los obstáculos, sin duda el principal, con los que se topa la iniciativa es el marco legal. En Cataluña y Baleares existen leyes que regulan la tasa. En Andalucía habría que aprobar una norma específica, o bien incluir la tasa en la Ley de presupuestos, algo complicado. Sin este amparo legal la medida no podría ponerse en marcha.
A esto se suma el hecho de que la Junta se haya pronunciado hace unos meses en contra de la tasa turística, aunque el gobierno local cree que tiene argumentos de peso suficientes para justificar el cobro. En esta línea, el primer paso antes de sentarse a dialogar en la Consejería de Turismo será aprovechar la próxima reunión de ayuntamientos que participan del eje común liderado por Juan Espadas para plantear la propuesta y sumar posibles adhesiones. Con apoyos de ciudades como Córdoba, Granada o Málaga, que se han aliado a Sevilla para captar a más visitantes, sería más fácil convencer a la Junta de la oportunidad de su implantación en estos momentos. En Granada el debate es reciente. El entonces alcalde, el popular José Torres Hurtado, planteó a primeros de este año la implantación de la tasa turística en el mismo contexto que la creación de un peaje en la zona de acceso a la Alhambra para los autobuses y coches privados de turistas que vayan a visitar el recinto nazarí.
Al parecer, la tasa turística no sólo está en la agenda del Ayuntamiento de Sevilla. También está en la de otras ciudades y comunidades españolas, como Madrid o Valencia, donde todavía no ha prosperado. Baleares ya la comenzó a aplicar en 1999 la conocida como ecotasa, pues sus ingresos revierten también en la mejora del medio ambiente. La iniciativa fue de un gobierno de izquierdas y en 2003, cuando el PP tomó el relevo, Jaume Matas la eliminó. En Cataluña comenzó a aplicarse en 2012.
No obstante, es una tendencia ya vieja en Europa. Al menos una veintena de países cobran actualmente una tasa similar. En el caso de ciudades como París o Roma se hace desde hace décadas. En concreto, en Francia la llamada taxe de séjours se remonta a 1910, aunque se extendió en 1994. En Italia, la tassa di soggiorno se cobra en centenares de municipios. Pero lo que varía es la forma de gravar a los turistas con esta tasa. En las ciudades francesas se aplica de manera progresiva y oscila entre los 20 céntimos y los cuatro euros por noche. Algo similar ocurre en Italia. En Roma algunos establecimientos cobran hasta 7 euros por pernoctación. En Venecia hay alojamientos que sólo cobran 50 céntimos y, en Florencia, otros donde el mínimo es 1,5 euros. En ambas ciudades, la tasa se sitúa en 5 euros la noche. Milán por ejemplo, fue de las últimas ciudades italianas en incorporar la tasa, que se cobra desde hace más tres años.
Es una medida también extendida en EEUU e incluso en ciudades de Marruecos. Uno de los últimos países en unirse ha sido Túnez, que obliga a sus visitantes a pagar dos dinares, menos de dos euros, por noche. Hasta el doble se llega a pagar en Dubái desde 2014. Las islas Maldivas aplican una tasa del 3,5% del precio del hotel, alquiler de veleros, escuelas de buceo y otros gastos de turistas. Y en Berlín se cobra un porcentaje. La tasa también existe en ciudades de Suiza, Austria, Países Bajos o Grecia.
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