Polémica por las calesitas del Tardón
Numerosas iniciativas ciudadanas reclaman en las redes sociales que no se cierre este carrusel con 80 años de historia.
sevilla/El 18 de julio de 1936, el abuelo de José Luis León Gutiérrez consiguió un permiso municipal para instalar en el Altozano un carrusel de caballitos que funcionaba con manivela. "Durante años, mi abuelo guardó la licencia, era una fecha histórica, el día del alzamiento militar", recuerda su nieto, propietario del tiovivo ubicado delante del Mercado de San Gonzalo. "Lo instaló en Chapina, Santa Ana, Plaza Cuba, el Prado de San Sebastián. Era un negocio ambulante hasta que en 1959, por una enfermedad de mi padre, ya no pudo mover la estructura más de sitio y fijó los cacharritos aquí", en San Martín de Porres, cuenta José Luis León con semblante preocupado ante la posibilidad de tener que cerrar el negocio.
Esta semana, la familia León anunció en un grupo de Facebook que había recibido una notificación de la Gerencia de Urbanismo donde se le comunicaba la existencia de un proyecto para remodelar la plaza de San Martín de Porres, con nuevas plazas de aparcamientos y la instalación de bancos, dejando en el aire su futuro, según los afectados. En poco tiempo, las redes sociales se llenaron de muestras de apoyo e iniciativas de recogida de firmas para evitar el cierre de este negocio, como la publicada en la plataforma Change.org, que ha cosechado 5.000 firmas en las primeras 24 horas.
"Yo he echado aquí los dientes", asegura José Luis León. "Primero ayudaba a mi padre y cuando terminé el servicio militar, con 24 años, me encargué del negocio", comenta el hombre dentro de una diminuta taquilla, su oficina, donde tiene pegadas dos fotos antiguas de las calesitas. "Soy el que lleva más tiempo aquí, el más antiguo. Antes esto era un terrizo. Sólo estaba la chochera de los tranvías y Santa Cecilia era una huerta", recuerda León, de 60 años, cuyo padre fue nombrado en 2011 Hijo Adoptivo de Triana.
El hombre explica que hace "unos tres meses" se dio cuenta de que el banco no le había cobrado la tasa municipal que paga anualmente por ocupar el espacio público, cuantía que reconoce no es grande. "Pregunté y en Urbanismo me dijeron que querían remodelar la plaza", asegura José Luis León. "Yo nunca he dejado nada sin pagar. Sólo debo estos tres meses porque no me lo han cobrado", afirma. "Esto no da mucho pero lo suficiente para vivir y mantener a mi familia. Si tengo que cerrar, no sé qué voy a hacer".
El Ayuntamiento de Sevilla negó este miércoles la exista de una orden para desubicar estos cacharritos de Triana. "Hay un proyecto de reurbanización y mejora en el que se trabaja para el mercado y su entorno, que es necesario, pero se estudiará, en todo caso, la compatibilidad de ambos usos", señaló el delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo. El gobierno local estudia la adaptación de un proyecto ideado durante el mandato anterior pero niega que haya nada redactado aún y asegura que antes se consultará con los vecinos. Además, aclaró que no se le ha cancelado el permiso al dueño del tiovivo, sino que se trata de un problema administrativo que se encuentra en vía de solución.
El carrusel primitivo era de madera y en 1975 se remodeló todo el conjunto. Desde entonces, se mantiene prácticamente igual, aunque con el paso del tiempo, José Luis León ha ido remplazando algunas piezas y retocando los desperfectos. "Aún conservo dos cochecitos originales", asegura este trabajador. Uno de ellos es un coche de caballos y el otro un camión blanco de auxilio en la carretera de chapa. "Ese cochecito lo estrené yo", confiesa José Luis León.
Desde el martes, numerosos vecinos se acercan a las calesitas del Tardón para preguntar cómo pueden apoyar este negocio. "Esto no lo pueden quitar de aquí, es historia del Tardón. Aquí me he montado yo, que tengo 70 años, y he montado a mis hijos y a mis nietos", manifiesta Juan Farcón, vecino de Triana. "El tiovivo es un icono del barrio. Aquí se habrá montado hasta Susana Díaz de pequeña".
El Partido Popular también entró este miércoles en la polémica asegurando que "se quiere poner fin a un negocio tradicional" que "no merece el desprecio con el que le está tratando el Ayuntamiento". "No es justo que una familia que lleva tributando económicamente a las arcas municipales durante tantos años, manteniendo un negocio y además una estampa costumbrista del barrio, sea tratado de esta manera y se le ofrezca como compensación instalarse en el Turruñuelo, lo que supondría el fin del negocio", agregó. El Ayuntamiento negó todas estas afirmaciones y confirmó que la remodelación de la plaza, de llevarse a cabo, "no tiene por qué ser incompatible" con los cacharritos.
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