Asuntos de familia

Rafael Navarrete. Del zen a la ITV y la puesta a punto de madtrimonios

Se cumplen veinte años del centro de Orientación familiar y el centro Loyola de Separados y Divorciados puestos en marcha en 1992 por el jesuita Rafael Navarrete (1929, Coín, Málaga). "Yo creo que a todo el mundo nos dio por remover la tierra ese año", dice este sacerdote de la efeméride de un año que estadísticamente, por el mucho trasiego, se asocia con un alto índice de divorcios y desavenencias conyugales.

Este cura ha casado a muchos matrimonios y a hijos de éstos, pero al final no ha podido evitar que algunos de ellos se separen. "Me han librado del pecado de la vanidad". "Hay una palabra muy bonita, enamoramiento. La gente se casa porque se enamora y se separa porque dejan de estar enamorados. Soy cristiano por convicción, pero hay personas que lo único sabio que pueden hacer es separarse, porque estaban equivocados desde el principio".

En puertas de la Semana Santa, el padre Navarrete lleva como un reloj suizo su particular santa semana. Los lunes, en la sede que la Fundación de Orientación Familiar Virgen de los Reyes tiene en la calle Zaragoza, atiende a separados y divorciados, un matiz simplemente jurídico. "Están con nosotros hasta que superan el duelo, no queremos almacenar separados". Los martes, sesiones de vida espiritual, con la premisa de que Dios, "palabra misteriosa", es el objetivo de todas las religiones "verdaderas y serias". El miércoles, ya en la casa de los jesuitas en Jesús del Gran Poder, el camino de la interioridad: la experiencia del zen en la que trabaja desde hace treinta años, desde que intuyó que el pensamiento occidental "estaba en crisis". Los jueves, ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola. Los viernes tiene guardia en la Casa de Ejercicios de Dos Hermanas. "Allí hacemos una ITV para matrimonios, una puesta a punto".

Casi setenta mil personas han recibido de forma presencial sus enseñanzas sobre El aprendizaje de la serenidad, título de uno de sus libros más demandados. Su particular camino interior lo vivió en escenarios trillados por San Juan de la Cruz. "Yo dirigía el colegio de la Sagrada Familia en Úbeda. Cuando pasé al de Andújar empecé a ver a las personas como personas y a mí ya no me veían bajo el rol de cura".

La familia se ha convertido en principal soporte de la crisis. El único antídoto contra serios deterioros. "La crisis la veo desde una perspectiva de posibilidad. La adolescencia es una crisis que va a romper en juventud. Una crisis es una inoperancia de lo anterior, falta de interés por lo anterior".

Hay gente que se va para siempre y matrimonios que vuelven. "La persona es un proceso, es como el río Guadalquivir, cauces anchos, estrechos y muchas curvas". A unos y otros, siempre les dice que "aún te queda un camino, elegir tu propia vida. Siempre estamos soñando la vida de otros, la buena suerte de otros. Tienes que elegir tu propia vida, no sólo porque no hay otra, sino porque Dios nos va trabajando como un joyero trabaja una joya". Se remite a las dos manos de Dios en la figura de Teilhard de Chardin: "la derecha es la actividad, lo que depende de ti; la izquierda, la pasividad, las cosas que nos vienen".

Aprendió del psiquiatra vienés Victor Frank que "no hay que preguntarse por qué, sino para qué". El principal problema de la pareja es de comunicación. O sus sucedáneos. "Todo lo que sea dejarse llevar por la fantasía confunde", dice del mal uso de internet.

Ángel González Malaver. Familia de confiteros, mediador de familias

En el pueblo donde Juan Diego fue monaguillo, el cura-párroco de Bormujos, Manuel Jesús Moreno Rodríguez, bendijo el pasado sábado en la plaza de la Iglesia el Centro de Mediación Familiar Dame tu Mano. Sonaba Campanilleros en la iglesia de la Encarnación, aunque allí las únicas setas eran con arroz en el restaurante Atarazana, donde se brindó por la buena singladura del proyecto.

Al frente, dos socios, el abogado Ángel González Malaver (Sevilla, 1965) y el empresario José Manuel Villegas (Sanlúcar de Barrameda, 1975). Soltero el primero, divorciado el segundo, contarán en el envite con las psicólogas Sandra Romero y Carmen Baena.

"A las diferencias matrimoniales hay que echarles agua oxigenada, nunca agua fuerte", dice el abogado que cambió Sevilla por el Aljarafe. Un letrado atípico. Durante muchos años simultaneó los estudios de Derecho y sus primeros tiempos de ejercicio profesional con el trabajo de confitero en el obrador familiar de la calle Santa Clara. Como hacían sus hermanos José Luis, también abogado, Paco, economista, y Ana, actriz. Ahora le queda el recuerdo y la buena mano: las torrijas de la inauguración las hizo él.

El Centro de Mediación Familiar de Bormujos está junto a la Casa-hermandad del Rocío fundada en 1974. "Yo era más macareno que rociero, pero ya puestos he sido secretario de la hermandad, la informaticé, vivía junto al campanario y soy segundo carretero, misión en la que también he hecho mediación familiar".

Cree que los asuntos de vivienda y de custodia de los niños, objeto de "negociación y vilipendio", eran los que más desavenencias generaban. "Se está trabajando la vivienda de seis meses y la custodia compartida", dice el abogado mediador. Como quiere rescatar la filosofía de hombre bueno que tuvo en sus orígenes la figura del juez de paz, invitó al titular desde hace 26 años de este juzgado en Bormujos, Juan Prieto Ordóñez.

El párroco estuvo casado, llevó el negociado de informática del colegio Claret, es muy rociero y por 17 años fue costalero. El sábado recibe la visita de monseñor Asenjo para inaugurar el complejo parroquial. Frente al centro de Mediación Familiar abierto por un abogado confitero devoto de Santa Ángela de la Cruz.