Asenjo lamenta que haya cofradías que no se preocupan de la formación

El arzobispo impartió la ponencia de apertura del tercer Encuentro Nacional de Jóvenes Cofrades que se celebra hasta el domingo

Asenjo, acompañado por Marcelino Manzano, delegado de Hermandades; y Carlos Bourrellier, presidente del Consejo.
Asenjo, acompañado por Marcelino Manzano, delegado de Hermandades; y Carlos Bourrellier, presidente del Consejo.
Juan Parejo

07 de noviembre 2015 - 05:03

Una apuesta por el acompañamiento personalizado a los jóvenes y por presentarles la fe sin complejos. El arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo, impartió ayer la conferencia de apertura del III Congreso Nacional de Jóvenes Cofrades que se celebra hasta el domingo en Sevilla y en el que participarán más de mil chavales llegados de toda España. El arzobispo desarrolló su ponencia tomando como referencia "observaciones personales, reflexiones, lecturas, datos estadísticos, diálogos y cambios de impresiones con mis vicarios, con mis sacerdotes y con mis hermanos obispos en la Conferencia Episcopal", y partió de una evidencia: "Las hermandades tienen juventud y debo reconocer que mientras muchas parroquias apenas la tienen y, en consecuencia, tampoco tienen una pastoral juvenil organizada, la mayor parte de las hermandades tienen jóvenes". En este sentido, Asenjo destacó que "son muchas las corporaciones que los cuidan y procuran formarlos, tienen catecumenados de confirmación y sesiones serias de estudio y formación, siendo muy conscientes de que el acompañamiento de los jóvenes es la mejor inversión, pues son el futuro de la hermandad y de la Iglesia".

Por contra, lamentó la existencia de corporaciones que apenas se preocupan de formar a sus jóvenes "y que en el mejor de los casos se limitan a instruirlos en la liturgia cofradiera, en las tradiciones y costumbres de la hermandad, descuidando la formación doctrinal y espiritual". A este respecto, recordó que durante varias décadas se ha practicado "una pastoral juvenil débil y poco consistente, a veces reducida a actividades de ocio y tiempo libre". Una pastoral que "ha olvidado la propuesta explícita de seguimiento de Jesucristo y la formación espiritual y doctrinal y de los jóvenes". Y añadió que de ahí han surgido voluntarios, "a veces con una escasa identidad eclesial, pero no cristianos y discípulos de Jesús".

El prelado reflexionó ante los jóvenes sobre las "seducciones" de la noche, de lo material, de lo inmediato; o las "religiones civiles", como la ecología, o el deporte, "que son para muchos como un sustitutivo de Dios". También advirtió de los peligros de una pastoral juvenil light, fragmentaria y reduccionista: "Hoy, más que nunca, es preciso regenerar el humus cristiano de los jóvenes y ayudarles para que asimilen los valores y contenidos esenciales del Evangelio, sin los cuales no es posible tener una personalidad cristianamente estructurada y, mucho menos, comprometerse en el seguimiento del Señor y en el apostolado".

Entre las carencias del actual sistema educativo en materia religiosa, Asenjo lamentó el "déficit de catequización" y de una "seria iniciación cristiana". Afirmó que había que hablarle a los jóvenes del "Dios vivo y verdadero", de Jesucristo y del Espíritu Santo, así como de la Iglesia "para desmontar prejuicios y mostrar su verdadero rostro". Asenjo también recomendó a los jóvenes "a formarse en la doctrina social de la Iglesia y a asumir las actitudes básicas cristianas". Les espetó a implicarse en el compromiso apostólico y en la evangelización.

En la parte final de la ponencia, Asenjo abordó el papel que deben asumir los responsables de Pastoral Juvenil. Advirtió de la influencia negativa del ambiente y apostó por el acompañamiento personalizado, por la fuerza del testimonio, ya que el joven necesita "apoyos favorables, que contrarresten las influencias negativas del ambiente o la falta de generosidad". En este punto, subrayó la implicación del sacerdote, así como de los laicos, y puso el ejemplo de los diputados de juventud de las hermandades. Finalmente, Asenjo invitó a los jóvenes a vivir su fe en el seno de una comunidad: "Se vive en la Iglesia, desde la Iglesia y con el arropamiento de la Iglesia, algo absolutamente necesario en nuestra sociedad secularizada, en la que es difícil perseverar sin el apoyo y el abrigo de la Iglesia".

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