1825-1833: el asistente Arjona reinventa Sevilla
El rastro de la Historia
No deja de ser paradójico que el considerado como uno de los peores reinados de la Historia de España, el de Fernando VII entre 1808 y 1833, fuese para Sevilla una época de profunda transformación y embellecimiento, casi una reinvención de la ciudad. Esto se debió a una figura fundamental, José Manuel de Arjona y Cubas (Osuna, 1781-Madrid, 1850), que fue asistente de Sevilla (algo así como un alcalde pero con atribuciones mucho más amplias) entre 1825 a 1833. Se puede decir que existe una Sevilla anterior y otra posterior al asistente Arjona. Incluso hoy en día, sus proyectos siguen siendo felizmente visibles para propios y extraños.
José Manuel de Arjona y Cubas, hermano del famoso poeta neoclásico Manuel María Arjona, perteneció al alto funcionariado de la monarquía española durante los terribles años de la Guerra de la Independencia y todo el reinado de Fernando VII. A ello colaboró tanto su condición nobiliaria como su formación en Derecho en las universidades de Osuna y Sevilla. Para conocer bien su larga y fecunda carrera profesional, ejercida en diferentes puntos del reino, es recomendable leer el minucioso artículo escrito por Marta Ruiz Jiménez para el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia. Aquí solo destacaremos su participación decisiva en la fundación de la primera policía general que tuvo España (antecedente directo del actual Cuerpo Nacional de Policía) o su labor como presidente de un ya declinante Honrado Concejo de la Mesta, que no sobreviviría a la revolución liberal iniciada en el reinado de Isabel II.
Cuando tomó el cargo como asistente de Sevilla, el 11 de mayo de 1825, Arjona se encontró con una ciudad alicaída que todavía no había levantado cabeza tras la Guerra de la Independencia y que seguía viviendo del recuerdo de sus pasadas glorias. Sin embargo, pese a que sólo estuvo ocho años en el cargo, inició un ambicioso programa de reformas que lo entronca con los grandes ministros ilustrados del XVIII más que con los de Fernando VII. Para tal labor contó con la imprescindible ayuda del arquitecto Melchor Cano, padre del que sería el pintor romántico especializado en Historia Eduardo Cano de la Peña.
Los proyectos emprendidos por Arjona fueron muchos. Destacamos aquí los más significativos:
-El Salón de Cristina. Frente al Colegio Náutico de San Telmo, Arjona construyó un parque que llevó el nombre de la esposa de Fernando VII. Este espacio, que se inauguró en 1830, mucho más amplio que lo que hoy conocemos como Jardines del Cristina, pronto se convirtió en el lugar de encuentro y paseo de las clases privilegiadas de la ciudad. Fueron muchos los cronistas y escritores que destacaron la hermosura y calidad de un lugar que "a más de los muchos árboles y plantas, existían infinidad de estatuas y jarrones de mármol, fuentes caprichosas, pajareras, cenadores, cómodos asientos y emparrados que prestaban dulce y agradable sombra", según destacó en su día Manuel Chaves Rey. También hizo mejoras en los paseos de la Alameda y el Arenal.
-Jardines de las Delicias. Aunque durante el siglo XVIII, y gracias a la iniciativa de Pablo de Olavide, ya se habían construido en la zona los jardines de la Bella Flor, será Arjona el que los amplíe considerablemente, los nombre como "de las Delicias" y les dé el actual aspecto de recreo romántico. Para ello fue fundamental el trabajo del agrónomo y botánico español Claudio Boutelou. Estos jardines, que se inauguraron en 1830, contaron con un innovador sistema de riego que funcionaba con bombas de vapor. Mucho después de Arjona, en 1864, llegarían las esculturas provenientes del Palacio Arzobispal de Umbrete.
-Mejoras en el alumbrado. Lo amplió considerablemente e introdujo en Sevilla las entonces muy modernas farolas de tres mecheros.
-Construcción de las plazas de Doña Elvira, San Pedro y Armas.
-Mejoras y renovación completa del empedrado de las calles y de las aceras, ensanchamiento de muchas de ellas, cambio del nomenclátor para eliminación de los considerados "nombres ridículos".
-Impulso de la construcción de las plazas de abastos de la Encarnación, Triana y Feria.
-Relanzamiento de la cofradía del Santo Entierro.
-Derribo del murallón (coracha) que unía el Alcázar con la Torre del Oro y que era un auténtico obstáculo para el desarrollo y embellecimiento de la zona.
-Creación de un hospicio de niños y ancianos frente al convento Madre de Dios.
-Fundación, por indicación de Fernando VII, de la primera Escuela de Tauromaquia de España, que se inauguró en octubre de 1830 junto al edificio del Matadero y de donde salieron toreros como Cúchares o Paquiro. Apenas duró cuatro años, pero sentó las bases para la creación de futuras escuelas.
Como agradecimiento a tanto esfuerzo, el pueblo llegó a nombrar a Arjona como Rey de las Andalucías y la Real Maestranza de Caballería lo nombró caballero maestrante, el 12 de octubre de 1829. Hoy su nombre lleva una calle ruidosa y algo destartalada que en absoluto tiene que ver con la belleza que él aportó a la ciudad.
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