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Luis Carlos Peris
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Aniversario
Lo atemporal es una virtud de incalculable valor cuando se habla de moda. Eso lo tiene muy claro Antonio García, modista que, junto a su hermano Fernando, crearon la firma que lleva su nombre hace 25 años en Sevilla. Han vestido a los rostros más conocidos de la sociedad andaluza. Todo ello con un sello identificable e inigualable. Un diseño suyo puede pasar de madre a hija, e incluso a nieta, por atesorar la cualidad que hace rentable cualquier gasto en alta costura: vencer al tiempo (y la novelería).
La cita se produce en un bajo de San Pedro Mártir, esquina con Bailén. Entre el Museo y la Magdalena. Antonio y Fernando García llevan en este local creando moda desde hace 16 años. La mañana de mayo está fresca. Acaban de abrir. Nos reciben antes de que lleguen las primeras clientas. Un jarrón con claveles rosa pálido aporta un suave aroma a la estancia donde se desarrolla la entrevista.
La emoción asalta en la primera pregunta. Antonio recuerda los orígenes, la infancia, esa patria perdida donde encuentra su razón de ser. En la pequeña sala de una casa algabeña su madre cosía vestidos para las vecinas. Aquellas largas horas en el taller hogareño pasaron de ser algo habitual, cotidiano, a suponer el aliciente para su porvenir inmediato.
Antonio García pertenece a la generación de sevillanos que cursaron la EGB y el BUP. Siempre tuvo vocación por los estudios de letras. Periodismo o Filología rondaban por su cabeza, hasta que un día se percató de que el futuro lo tenía delante de las narices, bajo el mismo techo. Decidió dedicarse al oficio que había despertado su interés en plena adolescencia: la moda. Años después, ya bastante asentado en el sector, lo acompañaría en este proyecto de vida su hermano Fernando, figurinista con dos Goyas en su haber, recién nombrado Hijo Predilecto en su localidad natal y que estos días participa en Huelva en el rodaje de la próxima película dirigida por Alberto Rodríguez.
Si Antonio aporta todo su conocimiento sobre historia del diseño, patronaje, costura y confección; Fernando lo hace desde el ámbito de la escenografía. La visión del cine y el teatro. "Mi hermano siempre estuvo al lado mío, hasta hacerse socio de la empresa. Posee un talento natural que poca gente atesora y una capacidad de trabajo que sólo he visto en mi padre", refiere el modista algabeño. Un bagaje detrás de las cámaras que supone un valor añadido de enorme importancia. "Fernando tiene esa sensibilidad especial para jugar con los colores que rara vez se encuentra", añade.
La celebración de las bodas de plata ya ha comenzado. Lo ha hecho recientemente con la presentación de una colección de diez vestidos de novia, uno de los segmentos en los que más se han dado a conocer. En la sala están expuestos. Todos diferentes, respondiendo a los más diversos estilos, pero con señas de identidad que hacen reconocible la firma. "Aquí siempre trabajamos a medida. Es imprescindible. Las clientas están dispuestas a gastarse el dinero en conjuntos de esta calidad para grandes ocasiones, de ahí que nos hayamos especializado en trajes de novia e invitadas", explica Antonio en una luminosa y amplia sala de pruebas, donde un cartel advierte de la prohibición de hacer fotos y vídeos. La cámara del teléfono móvil juega muy malas pasadas. Mis ojos se van hacia una organza bordada sobre tul. Reproduce en sus dibujos los lazos que se han convertido en emblema del modista.
La segunda celebración del aniversario llegará en septiembre. Será en un lugar muy especial para Antonio y Fernando, la Fábrica de Artillería. En la llamada catedral civil sevillana se presentará su nueva colección en un desfile con 50 propuestas que llevan preparando desde hace meses. En este espacio también habrá cabida para la exposición conmemorativa de este cuarto de siglo con 25 modelos icónicos de Antonio García, tantos como los años cumplidos por la enseña. Conviene apuntarlo ya en la agenda. "Mi hermano y yo nos enamoramos de este edificio porque se sale de lo habitual para los desfiles en Sevilla. Es un espacio que aúna la belleza de la arquitectura industrial de siglos pasados con la apuesta por la vanguardia en su reapertura", detalla el modista.
En estas dos décadas y media han cambiado muchas cosas en el oficio, para el que Antonio García reclama la vinculación con la artesanía. "Siempre hablan de artesanal al referirse a la cerámica o el bordado religioso, pero la moda también se hace con las manos y requiere de esmero y paciencia", reivindica.
Uno de los cambios más notorios afecta a una figura clave en el mundo de la moda: las costureras. "¡No hay relevo generacional en este trabajo!", exclama Antonio al aludir a un problema que pasa factura ya en firmas internacionales, algunas de las cuales se han visto abocadas a crear sus propias escuelas de costura. "Cuando nos envían los currículos para trabajar la media de edad de las solicitantes es bastante alta. La gente joven no quiere aprender ni dedicarse a la costura", lamenta. Situación que obedece, en gran medida, a las condiciones laborales (largas jornadas de trabajo) y especialmente a la baja remuneración salarial que han sufrido durante siglos las profesionales (aquí gana el femenino).
Otro cambio social es la irrupción de las redes sociales, que han creado una cantera de anónimos que saltan a la fama a través de sus contenidos en Instagram y Tik Tok. "Somos conscientes del valor de las redes sociales, de sus ventajas e inconvenientes, pero suponen un fenómeno que se nos escapa". Abunda en la explicación: "Formamos parte de una generación en la que todo se ha logrado a base de esfuerzo y grandes sacrificios. Las nuevas fórmulas para conseguir popularidad, las influencers, no forman parte de mi mundo. Para las colecciones de Antonio García preferimos mujeres con contenido, que las avale una trayectoria. Para mujeres bellas, que sepan posar, siempre han existido profesionales, las modelos", sentencia. Olvídense, por tanto, las empecinadas en acumular followers de llamar a la puerta de estos artistas para lucir sus creaciones. Lo tienen complicado.
Vayamos a la raíz de todo. Los diseños de Antonio García beben de lo clásico. Ahí está el repertorio de nombres: Dior, Gianfranco Ferré, Claude Montana y Saint Laurent, por citar algunos ejemplos, componen el espejo referencial de estos dos algabeños cuando se ponen a diseñar. En suma, lo mejor de la moda del siglo XX, pasada por el tamiz de lo contemporáneo, que le aporta ese "aire de frescura". Un pozo atemporal donde se asientan sus prendas estructuradas. La peculiar prueba del algodón llega con un hábito bastante doméstico, al pasar de una generación a otra. "El vestido que le hicimos a una clienta hace 20 años se lo puede poner ahora su hija". En eso consiste el triunfo de la moda, en seguir siendo actual, pese al desgaste del tiempo.
En este propósito juegan un papel importantísimo los tejidos. Se rehúye de los textiles más novedosos, elaborados con mucha tecnología. Se apuesta por los más clásicos. Nunca faltan en su estudio la organza, el satén, el tul, el crepe de seda natural o el otomán. Sin olvidar el shiffon, que compone uno de los vestidos largos -amarillo y negro- exhibido en la sala donde mantenemos la charla. La fascinación de Antonio por el mundo de las telas tiene un capítulo especial en los antiguos Almacenes Peyré, en la calle Francos, donde recalaba cada tarde en sus años de estudio. "Era como entrar en la Cueva de Alí Babá", recuerda. Un paraíso para el que ahora encuentra sustituto en Julián López.
"En Peyré aprendí mucho de tejidos. Si algo me ha enseñado este oficio es que antes de trabajar una tela, hay que escucharla. Saber que nos dice para conocer sus posibilidades, algo que no todos los diseñadores hacen", refiere.
En este fascinante mundo de los textiles no falta la alusión a Balenciaga, el padre de la moda española. "En los 50 creó un tejido propio, el gazar, petición hecha a un proveedor suizo. Se trata de una variante de la organza, pero con mucha textura, clave en sus aportaciones a la moda. La uso mucho en mis creaciones", explica mientras muestra dos vestidos de novia confeccionados con esta materia.
Tampoco podía faltar en esta relación de nombres la mairenera Eva González, musa de ambos artistas y con la que han protagonizado varias páginas de uno de los últimos números de Harper's Bazaar, revista referente en moda y belleza. Háganse con un ejemplar para deleitarse con la sesión fotográfica. No podrán retirar la mirada. Arte en mayúsculas.
Acaba la entrevista. Empieza la charla. De la mesa al alféizar de la ventana. El encuentro concluye antes de lo acordado. Llaman al timbre. Llega la primera clienta de la jornada. "Ellas vienen ya conociendo mi estilo. Pero siempre me gusta escuchar lo que buscan. Preguntarles". Se apuran los últimos minutos de conversación. Hablamos de la fugacidad de la vida. De cómo el tiempo lo devora todo. De lo oportuno de sus creaciones. Lo clásico sobre lo pasajero. Un estilo -el de Antonio García- que vence a lo efímero. Al ayer, al hoy y al mañana, porque es de siempre. Aunque pasen 25 años.
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