En Don Remondo la pandemia dura 23 años
Calle Rioja
Este sábado se cumple un nuevo aniversario del asesinato de Alberto y Ascen
El edil popular fue uno de los cuatro concejales que mató la banda de ETA en 1998
El 30 de enero de 1998 cumplía 30 años el entonces Príncipe de Asturias, hoy rey Felipe VI. El día de Reyes de ese mismo mes su padre, el rey Juan Carlos I, hoy emérito, había cumplido 60 años. En los años precedentes (1995 y 1996) se habían casado sus dos hijas, las infantas Elena, en Sevilla, y Cristina, en Barcelona. El 30 de enero de 1998 cumplía 40 años el médico Paco Gallardo, que en años anteriores jugó al baloncesto y en los siguientes emergió como un notable novelista. El 30 de enero de 1998 se cumplían cincuenta años del asesinato de Mahatma Gandhi. Para condenar ese crimen y honrar a su víctima se instituyó el Día Mundial de la Paz, motivo al que se debía que la mujer que esa noche pasaba del brazo de su marido por la calle Don Remondo esquina con Cardenal Sanz y Forés portara tres rosas para que al día siguiente las llevaran sus tres hijos al colegio. Las tres flores, como corona fúnebre, quedaron esparcidas en el suelo junto a los cadáveres de Ascensión García Ortiz, 39 años, procuradora de los Tribunales, y de su marido, Alberto Jiménez-Becerril, concejal del Partido Popular y delegado de Hacienda del Ayuntamiento presidido por Soledad Becerril. La pareja venía de tomar una copa con unos amigos en el pub Antigüedades, calle Argote de Molina. Los etarras José Luis Martín Barrios y Mikel Azurmendi les esperaban en la fatídica esquina y las rosas nunca llegaron a aquellos tres niños, Ascensión, Alberto y Clara, que hace 23 años se levantaron sin saber que nunca más volverían a ver a sus padres.
Teresa Jiménez-Becerril, hermana de Alberto, hoy diputada en el Congreso, dice que le cuesta mucho volver a pasar por esa calle, a la que sólo se asoma cada 30 de enero para la ofrenda floral junto a los muros del Palacio Arzobispal donde sonaron las ráfagas de los disparos asesinos. Es para ella una calle maldita. Como vemos la calle en estos tiempos de pandemia, sin turistas, sin ruido de coches de caballos, desangelada, triste y mortecina, así la llevan viendo Teresa y los familiares de Alberto y Ascensión desde hace casi un cuarto de siglo.
Dicen sus amigos Luis Pizarro, entonces portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento, y José Luis Villar, del Partido Andalucista, los dos nacidos el mismo año de 1960 en el que nació Alberto, que éste podría haber llegado a lo más alto en política Una proyección frenada en seco por la hidra cainita del terrorismo etarra. Hoy tendría Alberto los 60 lucientes años que acababa de cumplir el entonces Rey de España. Aquel año ganó el Nobel de Literatura el portugués José Saramago. El primer 30 de enero sin el concejal y la procuradora parafraseé una de las más célebres novelas del escritor lusitano: el año de la muerte de Alberto y Ascen. Fue el último año completo de la alcaldía de Soledad Becerril. Un mandato modélico, conciliador, con el remate de este annus horribilis que empezó con el asesinato de uno de sus principales colaboradores y acabó con el derribo del Bazar España y el saldo de cinco víctimas mortales.
A Alberto y Ascen no les llegó la tregua que ese mismo año anunció la ETA después del pacto de Estella. En 1998, el año que España conmemoraba el centenario de la pérdida de sus colonias y del triunfo de una generación de escritores irrepetible, ETA asesinó a cuatro concejales, tres del PP y uno de Unión del Pueblo Navarro. Un cuadrilátero del crimen con escalas en Zarauz, Sevilla, Pamplona y Rentería. Con el sadismo de cierto efecto dominó. A Tomás Caballero, 63 años, padre de cinco hijos, abuelo de ocho nietos, concejal del Ayuntamiento de Pamplona, lo mataron el 6 de mayo de 1998 después de denunciar en un Pleno el asesinato de José Ignacio Iruretagoyena Larrañaga, concejal del PP en el Ayuntamiento de Zarauz, 35 años, padre de dos niños. Éste fue el primer crimen de 1998, cometido el 9 de enero en la gastronómica villa guipuzcoana. Manuel Francisco Zamarreño, calderero en paro, 42 años, dos hijos, entró como concejal del Ayuntamiento de Rentería en sustitución de José Luis Caso, que fue su padrino en el PP y murió asesinado por ETA en 1997, el mismo año que Miguel Ángel Blanco. A Zamarreño le hicieron la vida imposible, llenaron Rentería de carteles amenazantes con su fotografía, amenazas que se hicieron reales el 25 de mayo de 1998. “Era la crónica de una muerte anunciada”, se lee en el libro Vidas Rotas, del que son autores Rogelio Alonso, Florencio Domínguez y Marcos García Rey.
Zarauz, Pamplona, Rentería… Y Sevilla. No son los puntos suspensivos de Manuel Machado, sino el final de este puzle del terror que tuvo el paréntesis de una tregua interrumpida en diciembre de 1999.
La víspera del nuevo aniversario del horror ya había flores bajo la placa colocada en la calle Don Remondo. Una calle desangelada porque a dos ángeles les cortaron las alas y las flores volanderas de la paz acabaron en el suelo de lluvia y sangre derramada.
No hay comentarios