¿Por qué Altadis sigue sin uso 12 años después?
Una asignatura pendiente
El gobierno municipal anunció el desbloqueo en enero y ahora dice que no dará pasos hasta conocer qué inversor está tras el proyecto
Hay un acuerdo sobre qué hay que proteger pero no se ha hecho aún el reparto de los espacios
El día de los inocentes de 2007, el 28 de diciembre, Altadis cerró definitivamente su fábrica de tabaco de Los Remedios y dejó sin uso 35.000 metros cuadrados junto al río. A punto de cumplirse 12 años, nada cierto se sabe del futuro de unas instalaciones que son más que un edificio. Técnicamente se considera una company town, esto es, una ciudad de empresa, y supone un lugar exclusivo, pues se trata de un último rincón en la trama urbana del río por explotar, singularidad que eleva su valor y también su precio.
Y, por ello, el actual alcalde, Juan Espadas, que frenó los planes de su antecesor por considerarlos especulativos, sabe que no puede equivocarse. La necesidad de no dar pasos en falso ha ralentizado en exceso una operación y ha perjudicado no sólo a la empresa, que es la propietaria de unos terrenos bloqueados, sino a la propia ciudad, privada de su disfrute durante una década.
¿Qué ha pasado en todo este tiempo?
El gobierno de coalición de PSOE-IU, una vez consumado el cierre, se encargó de bloquear su situación ante las sospechas de “pelotazo urbanístico” y, si bien la intención era evitar los usos residenciales y terciarios, incluidos los hoteleros, calificó los suelos en el PGOU como industria singular, limitando incluso la actividad comercial directa con el público. Ya la intención era expropiar a la tabacalera parte de la parcela, en la que se incluía la capilla de las Cigarreras, y otra zonas que se destinarían a equipamientos de distrito.
Una idea que tampoco abandonó el siguiente gobierno municipal. Cuando Juan Ignacio Zoido llegó a la Alcaldía buscó el desbloqueo para la que en 2011 era la única factoría de las 12 clausuradas por Altadis que seguía sin desarrollo posterior. Sus negociaciones acabaron con un convenio que dividía la parcela: el Ayuntamiento se quedaba con 15.500 metros a modo de espacios de dominio público, además del edificio principal, el cubo, y la capilla de las Cigarreras. Altadis, de su lado, contaría con 8.176 metros cuadrados divididos en dos parcelas con una edificabilidad máxima de 8.000 y 23.000 metros cuadrados cada una de ellas. Y su intención, al igual que ahora, era venderlas para, siempre se dijo, un hotel o incluso un centro comercial.
Al PSOE, entonces en la oposición, le pareció un despropósito donde se primaba el interés de un particular por encima del de la ciudad. Zoido llegó a iniciar los trámites para modificar el PGOU, pues había que declarar los terrenos: una parte sería terciario y otra suelos de interés público y social, los que aprovecharía el ayuntamiento para, según se dijo entonces, un centro de mayores, una guardería pública, una comisaría, espacios culturales, zona para empresarios de I+D+i, sede del distrito Los Remedios y otros usos para la hermandad de las Cigarreras.
Luego vino el cambio de gobierno y Espadas se sentó en el sillón de la Alcaldía con la intención de hacer borrón y cuenta nueva. Sólo había un convenio previo a la modificación urbanística, que se paralizó, y los suelos retomaron su calificación inicial, industria singular tabaquera, para desesperación de la empresa, que sumaba ya nueve años de mantenimiento de unas instalaciones sin uso. Y también para sorpresa del PP, que apuntó que Altadis era la moneda de cambio que Espadas había utilizado con la izquierda para lograr su investidura.
¿Está enquistado de nuevo este tema?
Lo cierto es que el PSOE inició un proceso desde cero y cuatro años después anunció de nuevo el desbloqueo del asunto. Eso fue en enero, pero, nueve meses después, sólo se ha avanzado en definir los edificios y las instalaciones industriales que se mantendrán en pie. Y, a pesar de que las reuniones son frecuentes, al menos tres en lo que va de este mandato, nada luce y lo único que trasciende es que “la solución está muy cerca”. Una distancia la marca una exigencia: saber qué inversor está detrás de los planes de Altadis.
La compañía se daría por satisfecha con esa parcela de 8.000 metros cuadrados que tendrían uso terciario y donde no podría levantarse una gran superficie comercial (pues la tramitación tendría que ser otra), pero sí un hotel, una idea que se ha mantenido durante todo el proceso y contaría con el aval de varias cadenas. ¿Sólo eso? El gobierno municipal mantiene que hay otras opciones e insiste en que el proyecto que defina el futuro uso de Altadis debe ser “singular”, como se ha fijado ya en el protocolo de intenciones firmado en el anterior mandato con Altadis.
Sin conocer previamente a quién venderá, el alcalde no está dispuesto a mover ninguna ficha más. La siguiente sería firmar el convenio urbanístico e iniciar la modificación del PGOU que posibilite la venta por parte de Altadis. Espadas esgrime como baza que él sí tiene, no sólo ideas, sino contactos para garantizar un futuro uso en la antigua fábrica más acorde con lo que es su criterio: usos vinculados a la innovación y emprendimiento, un acuerdo más favorable al Ayuntamiento con respeto a las zonas verdes y un planteamiento urbanístico de acuerdo al interés general y no al de Altadis.
De hecho, dentro del plan iniciado para llevar a buen término este asunto convocó un proceso participativo y ya en 2015, casi aterrizado en la Alcaldía y sin tiempo aún de haber hablado con la tabacalera, deslizó que el cubo de Altadis sería un lugar perfecto para la sede de la Singularity University, la Universidad de Silicon Valley, institución a quien lanzó el guante para que se instalase en Sevilla.
¿Cuál es la situación?
La negociación con Altadis no está siendo fácil, más cuando la empresa ha visto cómo más de un acuerdo se ha convertido en papel mojado. Y quizás los usos de emprendimiento y nuevas tecnologías por los que puja Espadas no son los más rentables para una empresa que no es promotora, sino vendedora.
Una vez puesto el contador a cero, el gobierno de Espadas firmó a primeros de 2018 un protocolo de intenciones, un documento para fijar las reglas del juego que establecía como punto de partida tramitar una propuesta en la que se definieran con precisión los elementos que había que proteger, pues se partía del rechazo a demoliciones contempladas en el anterior mandato.
La idea era que la Junta de Andalucía diera su autorización y revisara esos elementos, para evitar nuevos informes negativos. Para este cometido, el Ayuntamiento se adelantó elaborando un catálogo de bienes, zonas verdes y espacios libres que sometió a dictamen de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico. Una información que se amplió con un informe del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico que sienta el punto de partida de la negociación con Altadis.
En resumen, lo único claro hasta ahora es lo que no se puede tocar, que prácticamente es el 90% del complejo del año 1954: edificio de talleres y oficinas (el cubo), la capilla, los edificios de viviendas y los locales anexos a esa zona, además de las zonas verdes, especialmente los jardines de Manuel Ferrand, y espacios libres. En la zona sur sí se puede desarrollar un área edificable de nueva planta entre el edificio de talleres y el borde de la zona verde y los jardines, garantizando el paseo de ribera. Este edificio puede tener una altura de hasta ocho plantas. Y habrá que dejar un espacio como centro de interpretación de la fábrica, así como respetar la imagen de la fachada que da al casco histórico y que se ha convertido en una de las caras de la Sevilla del otro lado del río.
La importancia del consenso político
Altadis es un tema sensible. Sacar adelante el futuro de este enclave privilegiado es fundamental para cualquier gobierno y una asignatura pendiente que todavía ninguno de los tres últimos alcaldes ha aprobado. Si bien los planes de Zoido chocaron con la oposición en pleno y un amplio sector de la sociedad civil, en este caso, con un proceso de participación ya de por medio, es más fácil también lograr el consenso político. El PP, de entrada, está por la labor de dar su apoyo.
¿Qué habrá finalmente?
El futuro dependerá del entendimiento entre Altadis y el actual gobierno municipal. El alcalde, estando todavía en la oposición, aseguró con contundencia que sería mejor expropiar (un proceso que no se vislumbra tampoco fácil ni rápido) antes que plegarse a los intereses de un particular.
El informe sobre los valores patrimoniales de la antigua Fábrica de Tabacos elaborado por el IAPH a finales del año pasado recoge incluso uno de los proyectos ideados para este enclave, la sede universitaria de Silicon Valley, en el que se intuye un diseño de vanguardia. Pero todavía quedan muchos pasos que andar antes de llegar a ese punto.
Cuatro reconversiones industriales tomadas como referencia para Sevilla
Fábrica de cerámica de Pickman en la Cartuja
Las instalaciones de lo que originalmente formó parte del Monasterio de la Cartuja se convirtieron en un centro de instituciones culturales andaluzas: Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y Universidad Internacional de Andalucía. De monasterio pasó a ser cuartel durante la ocupación francesa (1810-12) y, tras la desamortización de Mendizábal, en 1841 se convirtió en fábrica de loza, hasta su cierre en 1987. El proyecto de reconversión, de 1992, se construyó en 2003.
Antigua fábrica de tambores de Sao Paulo
La transformación de una vieja fábrica de tambores construida en la década de 1920 para construir un centro comunitario promovido por el SESC (Serviço Social do Comércio), una institución brasileña sin ánimo de lucro, se considera como un buen referente. El actual uso combina el ocio, la cultura y el deporte y lleva la firma de una arquitecta de prestigio en Brasil, Lina Bo Bardi.
Antigua central eléctrica del Bankside Power Station de Londres
Singular reconversión de un edificio industrial en una galería de arte, la TATE Modern. Quedó en desuso en 1981, tras cuatro escasas décadas de actividad, conformando un hito en el lado sur del borde fluvial de la capital británica. Revitalizó el Támesis.
Fábrica de cerveza de El Águila en Madrid
El complejo fabril se inicia en 1912. Una vez perdida su actividad industrial en la década de 1980, se declara BIC para evitar su desaparición y se decide ubicar en sus instalaciones el Centro de las Artes y la Cultura de la Comunidad de Madrid.
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