Alfonso XIII, "el primer sevillano"
El Rastro de la Historia
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Las relaciones de la monarquía castellana y española con Sevilla son antiguas, continuadas y, a veces, muy estrechas. Monarcas como Fernando III, Alfonso X, Pedro I, Felipe V o Alfonso XII (que llegó a casarse con una sevillana en primeras nupcias, su prima María de las Mercedes) no sólo tuvieron un gran afecto por la capital del Guadalquivir, sino que además se preocuparon por su ornato y por dotarla de instituciones que aún perduran, como el Archivo de Indias o la Real Maestranza de Caballería. Entre todos estos monarcas destaca uno de los más recientes de nuestra historia, Alfonso XIII, rey de final trágico y melancólico cuyo conocimiento histórico siempre ha estado muy mediatizado por los apasionamientos políticos que aún despierta el pasado más reciente de España. Prueba de la permanencia en la memoria de la ciudad de Alfonso XIII es que da nombre al más señero de sus hoteles, el cual responde a la idea del hotel palacio ideada por César Ritz y tuvo como arquitecto a José Espiau. El hotel Alfonso XIII lo inauguraron con un banquete el monarca y su esposa, Victoria Eugenia, el 28 de abril de 1928.
Tanto fue la vinculación del monarca con la ciudad que el historiador y catedrático de Historia del Pensamiento y de los Movimientos Sociales y Políticos en la Universidad Complutense, Javier Moreno Luzón, afirma en su fundamental obra El Rey patriota. Alfonso XIII y la nación que "El rey Alfonso hizo mucho más por Sevilla que por Madrid o Barcelona". En efecto, la relación del monarca con la capital del Guadalquivir "solo podía parangonarse con la que unía a toda la familia real con Santander", sede de sus queridos veraneos.
Siguiendo las investigaciones de Luzón, el Rey no sólo pasó largas temporadas en el Real Alcázar, sino que de alguna manera puede considerarse el inventor del Barrio de Santa Cruz, o por lo menos el que apoyó sin reservas a su visionario, el Marqués de la Vega-Inclán, aristócrata y militar español que puede considerarse como el fundador del turismo moderno español. Alfonso XIII siempre creyó y apostó por esta industria que ahora está en el centro del debate público.
Se puede decir que el Marqués de Vega la Vega-Inclán fue uno de los primeros enlaces que tuvo Alfonso XIII con la ciudad, antes de que las nuevas élites políticas surgidas del golpe de Primo de Rivera lo apartasen de la primera línea de influencia sobre el monarca. El marqués fue también el que impulsó en Sevilla la construcción de casas baratas (lo que hoy llamaríamos VPO) para obreros, que eran administradas por la misma intendencia real.
Asimismo, Alfonso XIII apoyó sin reservas un proyecto fundamental para la configuración de la Sevilla moderna. Hablamos de la corta de Tablada y el desplazamiento del Puerto hacia el sur, plan ideado y dirigido por el ingeniero Luis Moliní. Gracias a estas obras también se evitaron numerosas inundaciones y se mejoró considerablemente la navegación por el río, haciéndola más directa y segura. Aún hoy, el canal resultante de esta obra, en la que trabajó como peón un joven Juan Belmonte y que eliminaría el peligroso meandro de Tablada, se llama de Alfonso XIII.
Pero, sin duda, la gran aportación de Alfonso XIII a la ciudad fue la Exposición Iberoamericana de 1929, un proyecto en el que el monarca se involucró personalmente. Hoy nos parece inevitable que se celebrase en Sevilla, puerta y puerto de América durante los primeros dos siglos de la era virreinal y sede ya entonces del Archivo de Indias, donde se conserva toda la documentación de la corona sobre la conquista, poblamiento y administración de la América española. Sin embargo, lo cierto es que Sevilla tuvo dos rivales muy importantes que reclamaban para sí la muestra Iberoamericana: Madrid y Bilbao. Fue el propio Alfonso XIII el que se decantó por Sevilla, y lo hizo después de que una multitudinaria manifestación -cuentan las crónicas que compuesta por 30.000 personas- desfilase por el Real Alcázar donde (como era habitual en él) estaba pasando una temporada. Tal fue la actitud del monarca que el presidente del Gobierno en ese momento, el gallego José Canalejas, llegó a decir que el Rey se había erigido en "el primer sevillano".
No es este el lugar en el que analizar la importancia que la Exposición del 29 tuvo para el desarrollo de la ciudad. Tiempo habrá en los próximos años con la excusa del centenario de la muestra que se celebrará el próximo 2029. Pero no hay que desdeñar las vinculaciones del americanismo sevillano con el monarca. Al fin y al cabo, Alfonso XIII apoyó con convicción el impulso americanista que imprimió a su política exterior y cultural la dictadura de Primo de Rivera, aunque algunos como Luzón critican el abuso de lo que describen como una "reivindicación neoimperial y folclórica de Sevilla" puesta al servicio del "lucimiento de la monarquía nacional".
No podemos terminar este artículo sin hablar del apoyo del monarca a la candidatura para el premio Nobel de literatura de la hoy olvidada intelectual sevillana Blanca de los Ríos (hablaremos de ella en próximas entregas) o al gran vuelo transoceánico del Plus Ultra (también se le prestará atención). Quedan emplazados.
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