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Aníbal González, el arquitecto al que enterraron como si fuera un torero

Calle Rioja | 90 aniversario

Vigencia. El 31 de mayo de 1929 murió Aníbal González. Su entierro fue una demostración de fervor popular para quien diseñó la Sevilla del 29 y dejó como legado la Plaza de España

Monumento de Aníbal González con la Plaza de España al fondo, su obra más singular. / Antonio Pizarro

Noventa años separan estas dos fotografías. El protagonista es el mismo. El 31 de mayo de 1929, tres semanas después de la inauguración de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, muere Aníbal González, que durante quince años (1911-1926) fue director técnico del certamen.

El cortejo con los restos de Aníbal González para junto al Café de París (O’Donnell-Velázquez), una de sus obras. / Fototeca Municipal

El cortejo fúnebre salió desde su casa de la calle Zaragoza. “Dicen que en la Sevilla del siglo XX hubo dos grandes entierros, el de Joselito y el de mi abuelo”, relata Aníbal González Serrano, nieto del arquitecto, hijo de Fernando González, séptimo de sus ocho hijos, uno de los dos varones.

En la imagen de la Fototeca Municipal el cortejo fúnebre pasa junto al café de París, una de las obras más significativas de su etapa modernista. La hizo entre 1904 y 1906. En 1902 terminó los estudios de Arquitectura, primero de su promoción. Dicen que sus compañeros lo sacaron a hombros como a un torero. Titulado arquitecto el año que nacen Alberti y Cernuda, poetas del 27. Aníbal González es por generación un arquitecto del 98. Nace en 1876, un año después que Antonio Machado, cinco años antes que Juan Ramón Jiménez.

Otra imagen histórica del populoso entierro. / Fototeca Municipal

En 1902 es coronado rey Alfonso XIII. Aníbal González nace dos años después de que terminara la Primera República, muere dos años antes de que llegue la Segunda. El arquitecto que vivió entre las dos Repúblicas es “elemento histórico para comprender la cultura arquitectónica del reinado de Alfonso XIII en Sevilla”, dice Víctor Pérez Escolano en su biografía del arquitecto, un libro de 1973 que se reeditó en 1996 y 2017.

Aníbal González Serrano

“Dicen que en la Sevilla del siglo XX hubo dos grandes entierros, el de Joselito y el de mi abuelo”

La intención de la familia era realizar hoy una ofrenda floral en el monumento a Aníbal González en la plaza de España, obra del arquitecto Manuel Osuna y los escultores Manuel Nieto y Guillermo Plaza. La zona ha sido acordonada por la celebración del Día de las Fuerzas Armadas. Como alternativa, se pensó hacer una ceremonia en Villanueva del Ariscal, en la sede de la congregación de las antonianas, orden religiosa fundada por Ana González Gómez, la hija mayor del arquitecto.

Finalmente hoy se celebrará una misa en la Capilla de los Luises, edificio de la calle Trajano que Aníbal González realizó entre 1917 y 1919 para los jesuitas. Un compendio del arte sevillano. Además de la obra del arquitecto, hay esculturas de José Lafita y un cuadro de Gustavo Bacarisas.

Pocos entierros han tenido en Sevilla un respaldo popular tan multitudinario. / Fototeca Municipal

La Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría recuerda al arquitecto en el noventa aniversario de su muerte. Su nieto Aníbal González puso al día la vida y obra del arquitecto para un público donde había otro Aníbal González, un niño de once años, tataranieto del cerebro de la Exposición del 29.

José Antonio Solís habló de la Plaza de España, conjunto arquitectónico al que dedicó una tesis doctoral que le dirigieron Teodoro Falcón y Amparo Graciani. La semana próxima en sendas mesas redondas abordarán la relación de Aníbal González con la Exposición del 29 y su relevancia en la arquitectura sevillana actual.

Aníbal González, el arquitecto que diseñó la Exposición de 1929 y fue su director hasta 1926 / Fototeca municipal

Se casó con Ana Gómez Millán, hija del maestro de obras José Gómez Otero, hermana de los arquitectos José y Aurelio Gómez Millán. Éste trabajó con su cuñado en la reforma de la Maestranza, nuevo vínculo con Joselito, obra para la que gastó un millón de ladrillos. Su nieto cuenta que el rey Alfonso XIII visitó Sevilla una treintena de veces para inspeccionar las obras de la Exposición, un certamen que sufrió varios retrasos por la Primera Guerra Mundial y problemas internos.

Aníbal González dimitió en julio de 1926 y aceptó el encargo de los jesuitas de la Basílica de la Inmaculada Milagrosa. Un proyecto que quedó inconcluso.

Un momento del cortejo por la calle Zaragoza. / Fototeca Municipal

En pleno trienio bolchevique, sufrió un atentado el 9 de enero de 1920 por parte de cuatro afiliados del Sindicato de Peones Albañiles. Hizo muchas casas de obreros. Tuvo ocho hijos: Ana, María, Pilar, Aníbal, Catalina, Isabel, Fernando y María Victoria. Su hijo Aníbal siguió los pasos de la arquitectura. Se especializó en poblados de colonización: Guadalema de los Quinteros o San Ignacio del Viar. Hace un siglo, Aníbal González estaba en pleno apogeo de su obra.

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