De las listas de espera en los colegios a las aulas vacías

Educación

La crisis de natalidad causa auténticos estragos en las guarderías y centros de Primaria

La oferta en la enseñanza superior se ha incrementado con la llegada de dos universidades privadas

Alumnos de un colegio público de Sevilla.
Alumnos de un colegio público de Sevilla. / José Ángel García

La educación en Sevilla ha sido fiel espejo de los cambios y crisis sociales vividos en este primer cuarto del siglo XXI. De las listas de espera en los colegios más demandados a las aulas vacías por falta de niños. Ninguna alteración queda al margen de un ámbito donde se forman las nuevas generaciones de sevillanos y que abarca un amplio arco temporal de la vida, desde prácticamente el nacimiento hasta la salida al mercado laboral. Una larga etapa estructurada en diferentes ciclos, que han sufrido momentos de auge y declive por todas las circunstancias surgidas estos 25 años.

La primera década de esta centuria se desarrolló con la imagen propia de un tiempo en el que los índices de natalidad eran más que aceptables. Con el sector inmobiliario como principal fuerza locomotora de la economía en la provincia, el proceso de escolarización en los colegios se vivía, por parte de las familias, como un periodo de expectación y suplicio. Oferta para la etapa obligatoria siempre ha habido más que suficiente, cuestión distinta es que los padres lograran plaza para sus hijos en el centro educativo deseado. Fueron años de reclamaciones, denuncias y hasta de contratación de detectives ante los más que numerosos fraudes que se cometían para alcanzar dicho objetivo.

Sirva una cifra de ejemplo. En 2014, cuando ya se habían dejado atrás las peores secuelas de la crisis económica, la Policía Nacional investigaba en la provincia 233 denuncias por datos falsos en la escolarización. Cuatro años después, este número se había reducido a poco más del centenar. Los engaños en este trámite -uno de los más complejos a los que se enfrenta la Administración autonómica- han pasado a la historia. La alteración de la tendencia obedece a dos factores: uno, los cambios de criterio a la hora de otorgar las plazas, que dan prioridad al reagrupamiento familiar (contar con hermanos ya escolarizados en el colegio solicitado) y, por supuesto, la sangrante bajada de la natalidad, que reduce drásticamente la población escolar. A menos niños, menos demanda.

Las guarderías

Los centros que más están sufriendo esta pérdidas son los del primer ciclo de Educación Infantil (de 0 a 3 años), tramo que ha pasado de ser competencia de la Consejería de Bienestar Social a la de Educación, al dotarlo -además de ser un servicio esencial para la conciliación familiar- de carácter pedagógico. Dicho traspaso se produjo a finales de 2008. El decreto que regula esta etapa también establece un baremo para asignar plazas. Por aquel entonces, la provincia aún no alcanzaba el porcentaje mínimo establecico por la Unión Europea, mediante el cual las administraciones públicas están obligadas a ofertar un número de plazas con las que se garantice el acceso a dichos centros (antes llamados guarderías) del 33% de la población con el referido segmento de edad. Debe recordarse que se trata de una etapa no obligatoria.

Aula de un colegio vacía por falta de niños.
Aula de un colegio vacía por falta de niños. / Redacción Sevilla

Para alcanzar este objetivo, la Junta de Andalucía acudió a un modelo similar al empleado por el Estado en los 80 para que ningún menor se quedara sin plaza en los colegios. Si entonces se optó por los conciertos educativos, a principios de este siglo se hizo a través de los convenios con las escuelas infantiles privadas, que se convirtieron en un próspero negocio. Los problemas no tardarían en llegar. A la asfixia económica que sufrieron estos centros por la tardanza en el pago de la administración (consecuencia directa de la crisis económica), se unió el desplome en los nacimientos, que deja vacía las aulas. Este curso, por ejemplo, un 31% de la oferta pública y de convenio se ha quedado sin cubrir en Sevilla, o lo que es lo mismo, 10.300 vacantes. Tal desajuste ha provocado ya el cierre de numerosos centros, motivo por el cual la Junta ha rechazado las ayudas europeas (Fondos Next Generation) que otorga el Gobierno central para aumentar la red pública de guarderías. Una decisión tomada de acuerdo con las patronales y sindicatos del sector, que llevan años exigiendo que estas subvenciones se usen para lograr la gratuidad total de esta etapa, lo que ayudaría a aumentar la demanda de las familias y, por tanto, disminuiría el número de plazas vacías.

El auge de la FP

Uno de los cambios más importantes experimentados por el sistema educativo estos años ha sido el auge de la Formación Profesional (FP). De ser considerada, a principios de siglo, como una vía secundaria para los jóvenes, a convertirse en la senda prioritaria en la inserción laboral. Ahí están las cifras que lo demuestran. Los alumnos matriculados en los ciclos de FP superan con creces a los del Bachillerato. Detrás de este cambio de tendencia existe una realidad económica incontestable. El tejido empresarial demanda personal técnico para sus plantillas, perfil que otorga esta enseñanza; y los universitarios desempeñan cada vez más oficios para los que están sobrecualificados. De ahí que el Ejecutivo andaluz en la última década haya diseñado una oferta en FP ajustada al entorno productivo de los centros que la imparten.

También debe subrayarse aquí el programa de conciertos con entidades privadas para ampliar las titulaciones en grado medio y superior, ante la falta de plazas en la red pública al dispararse la demanda de estos ciclos. La nueva ley del Gobierno extiende ahora la modalidad Dual a toda esta enseñanza, lo que garantiza la permanencia de los alumnos durante buena parte del curso en los centros de producción. Un vínculo mucho más estrecho entre aula y trabajo.

La Universidad CEU Fernando III recibe a sus primeros estudiantes.
La Universidad CEU Fernando III recibe a sus primeros estudiantes. / José Ángel García

Todo ello sin olvidar los cambios en las sucesivas leyes educativas que ha vivido este país, tanto en la enseñanza general como en la universitaria. Normativas que no evitan que los alumnos andaluces sigan a la cola en informes como el Pisa.

La educación superior, por cierto, ha sido testigo estos 25 años de la llegada de instituciones privadas, como la Loyola o la reciente CEU Fernando III, que se suman a las públicas ya existentes: la Pablo de Olavide, que comenzaba casi a la par que este periódico, y la longeva Universidad de Sevilla, con más de cinco siglos y que proyecta un gran museo para contar su historia.

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