Un solemne reencuentro con la historia

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El Crucificado de los Desamparados, de la iglesia del Santo Ángel, recorre las principales calles del centro por el IV centenario de su realización por parte de Martínez Montañés.

Un solemne reencuentro con la historia

Muy solemne. Así fue la histórica procesión del Cristo de los Desamparados del Santa Ángel. A las 19:39 minutos de la calurosa tarde de este sábado, la portentosa imagen de Martínez Montañés pasaba bajo el umbral de la puerta de la iglesia del convento carmelita. Así lo hizo hasta 1915 cuando formó parte del misterio de la Sagrada Lanzada mientras la hermandad radicó en este templo. Este sábado no había Longino con lanza, ni caballo, ni estaban las marías, ni el discípulo amado. Estaba el Cristo sólo, sobre el sobrio y clásico paso del Cristo de la Salud, cedido amablemente por la Hermandad de San Bernardo.Y delante de las andas, los frailes carmelitas, con Juan Dobado a la cabeza, con una enorme sonrisa en la cara.

La comunidad carmelita del Santo Ángel está celebrado durante este año los 400 años de la hechura del Crucificado. La imagen, que salió del cercano taller que Martínez Montañés tenía en la Plaza de la Magdalena, siempre ha recibido culto en el Santo Ángel. Entre los regalos que los carmelitas han hecho a la ciudad, al menos a su parte más capillita, han estado la magnífica exposición, llamada Presencias, en la que el Cristo de Montañés estuvo acompañador por el del Seminario Mayor de Granada, de Pablo de Rojas; y el de la Agonía de Vergara, de Juan de Mesa; y esta salida procesional, para pedir por los desamparados del mundo y los cristianos perseguidos, que resultó una auténtica delicia, pese al calor.

Tal vez la fecha elegida no fue la más apropiada, pero una multitud se congregó en torno a la imagen durante todo el recorrido procesional, que duró unas cuatro horas.

El Cristo salió hasta 1915 en el paso de misterio de la Sagrada Lanzada

Besaban los esbeltos candelabros del paso de San Bernardo el dintel de la puerta, cuando la banda de música de la Oliva (un acierto la elección de este tipo de acompañamiento musical), comenzó a interpretar el Himno Nacional. Salió el Cristo a la calle Rioja semi enterrado en un bellísimo montes de flores variadas en tonos rojos y malvas. Mandó parar el paso Villanueva y, tras una suave levantá, ya con la imagen subida, comenzó a sonar la marcha Ione. Fue toda una declaración de lo que iba a ser la procesión: solemnísima.

El paso avanzó de manera lenta y elegante ante la mirada de los muchos fieles que no quisieron perderse un momento histórico. La procesión, con sus correspondientes representaciones, discurrió por las principales calles comerciales del centro llenas de gente. Velázquez, O'Donnell, la Campana, Sierpes... los momentos más simbólicos se vivieron en la Plaza del Salvador, donde se encuentra el monumento de Martínez Montañés, y en la Plaza de la Magdalena, donde el maestro de Alcalá la Real tenía su taller y lugar donde descansan sus restos.

Volvió el Cristo de los Desamparados tal como se fue: con una exquisita solemnidad tras reencontrarse con su historia.

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