Del XVII al hoy: los que hicieron posible el Baratillo

Reportaje

Desde Andrés Díez y Cervera a la actualidad, algunos de los hitos más destacados de la tricentenaria historia de esta corporación

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La Piedad del Baratillo, primor de la calle Adriano
La Piedad del Baratillo, primor de la calle Adriano / Hermandad

14 de septiembre 2024 - 00:05

En cuestión de unas horas la hermandad del Baratillo firmará una página de oro enmarcada en sus más de trescientos años de historia. El Altar de Jubileo de la Catedral hispalense acogerá la ceremonia de coronación de la Virgen de la Piedad, advocación que desde el primer instante estuvo presente en los orígenes populares y llanos de esta corporación, hoy una de las más numerosas de toda la Semana Santa. Sin embargo, para alcanzar tal acontecimiento, resulta inevitable no mirar al pasado para conocer exactamente las dificultades que atravesaron sus cofrades siglos atrás. Y esta ha sido una de las máximas de la hermandad en estos meses: el recuerdo a los que han hecho posible el esplendor de hoy día.

Finales de 1890. Andrés Díez y Cervera, un joven muchacho del Arenal que vivía en frente de la capilla, azorado y preocupado por el languidecimiento de la devoción a la cruz de forja del Baratillo y el estado ruinoso y deplorable de la capilla, emprendió una tarea hercúlea: recuperar y revitalizar aquel epicentro religioso que congregaba a cientos de vecinos dos siglos atrás. La actual calle Adriano y alrededores se convirtió en un escenario de pugnas por los terrenos entre diferentes familias y cada vez quedaba más arrinconada la entrañable capilla. Viendo la posibilidad de actuar ante tal escenario, se propuso reorganizar la primitiva cofradía de la Santa Cruz.

La Piedad, en el besamanos en el Sagrario
La Piedad, en el besamanos en el Sagrario / Hermandad

Tras varias reuniones con el párroco del Sagrario, las autoridades correspondientes y el gobernador eclesiástico Francisco Bermúdez, las gestiones fructificaron y alcanzaron buen puerto. El cardenal Sanz y Forés aprobó nuevas reglas el 24 de mayo de 1893, precisamente dos siglos después de su fundación. Aquella primera junta de gobierno, compuesta por apenas una quincena de jóvenes, estaba integrada por los siguientes:

  • Presidente: Don Ildefonso Quevedo, sacerdote.
  • Hermano mayor: Andrés Díez y Cervera
  • Consiliario: Luis (desconocemos apellidos)
  • Consiliario 2: Sebastián Rodríguez Cantudo 
  • Fiscal 1: Carlos García Muñoz 
  • Fiscal 2: José Martínez 
  • Mayordomo: Eduardo García Muñoz 
  • Secretario: José María Caballero Castilla 
  • Diputados de gobierno: José González Hinojosa, Ramón Ruiz Valcárcel y Antonio Medina 
  • Diputado de cultos: Rufino Bejarano, Francisco Fernández Aveño y Francisco Ruiz.

Hubieron de luchar contra la más acuciante ruina, y muy especialmente con los especuladores y propietarios de fincas que le habían ido ganando terreno a la capilla, que mantuvo su actividad hasta al menos 1774, año en que Pepe Hillo dona la imagen de San José que hoy día se venera en el interior del templo, otro justo reconocimiento a un baratillero histórico. A partir de entonces, la estabilidad se prolongó hasta la actualidad, con una lista de recordados hermanos mayores que, cada uno en sus posibilidades y voluntades, conformó el hoy que conocemos: Julián Díez Martínez, Luis Pérez Romero, Cristóbal Zaragoza, Enrique Gómez Millán, Francisco Gil Roig, Diego Limón, Leonardo García-Junco Gutiérrez, Otto Moeckel von Friess, José Luis del Castillo, Antonio Delgado Roig, Gonzalo Puig García de Longoria, Vicente Ribes Linares y Vicente Ramos Girón. A ellos se les suman los que hoy día viven: José Luis Cantalapiedra, Ignacio Pérez Franco, Joaquín Moeckel, José Ignacio Arce, Marcelino García y Luis Fernando Rodríguez, el actual. En ningún caso, por supuesto, olvidar a los tres hermanos distinguidos con la Medalla de Oro del Baratillo: Leonardo García Junco-Gutiérrez, Otto Moeckel y Manuel Pastor de Castro Barrera, así como a todos los miembros de junta de gobierno.

Otros hitos

Más allá de la bendición de las imágenes actuales (la Caridad en 1931, la Piedad en 1945 y el Cristo de la Misericordia en 1951) la hermandad del Baratillo ha protagonizado diversos hitos que han marcado no solo su devenir si no su propia configuración estética, identitaria y personal. Por ejemplo, la inclusión del título de Real y la aceptación de Juan Carlos I como hermano mayor honorario (¿por qué no solitiar el de pontificia, teniendo un hermano cardenal como es monseñor Ayuso?), los diferentes hermanamientos con instituciones y hermandades de la ciudad tales como la Real Maestranza de Caballería, la Esperanza de Triana o la Carretería, la estrecha vinculación con la hermandad de la Caridad y el mantenimiento de habitaciones para ancianos, el crecimiento casi profesional de la bolsa de caridad a través de la redacción de expedientes con necesidades reales...

De igual modo, y en continuación de la escuela 'ottista', el boato y la búsqueda de la dignificación máxima de los cultos ampliando el acervo litúrgico y musical, la presencia de oficiantes, diáconos, subdiáconos y predicadores en diversas Funciones... De hecho, en el año 2001, el cardenal arzobispo de Caracas, Ignacio Velasco, predicó el quinario completo de la cofradía, un caso inusual. Sin perder de vista el sello que le configura su entorno, el Arenal: ni es la más sevillana de Triana ni la más trianera de Sevilla. Es del Arenal: los cantos de Florencio Quintero, la voz inconfundible del Pali, Ramito... O la vinculación con señalados oficios cercanos a las cofradías, como la Cerería del Salvador, la firma de orfebres como Seco, Velasco, Villarreal, Marmolejo, ahora los Delgado como autores de la réplica de la diadema...

Además, varios pregoneros de la Semana Santa han sido hermanos del Baratillo, como Ignacio Artillo, Juan Delgado Alba, Ignacio Pérez Franco, Francisco Berjano y Julio Cuesta. Mismo recuerdo para las camareras de la hermandad, hermanos protectores... Pero, con especial atención, a aquellos hermanos que en los años cuarenta decidieron encargar a Fernández-Andes la hechura de la Virgen de la Piedad, primor y orgullo de todos los baratilleros, que este sábado se congregan una vez más en torno a sus ojos arrebatadores, aquellos que rebrillarán, más si cabe, en los cielos del Arenal y del Miércoles Santo de la ciudad.

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