La Virgen de los Reyes como inspiración para la imaginería de su tiempo
La patrona de la Archidiócesis creó un precedente y su iconografía fue imitada en varios puntos de la ciudad
Desde San Ildefonso hasta San Clemente, varias imágenes siguieron la estética alfonsí
¿Por qué se llama "de tumbilla" el tipo de palio de la Virgen de los Reyes?
Es una tarea harto compleja indagar en los orígenes de la Virgen de los Reyes. Del mito a la realidad, de la leyenda a la certeza: son numerosas las teorías que desde antaño han procurado ofrecer una versión más o menos fidedigna acerca de la llegada de la patrona de la Archidiócesis a nuestra ciudad.
La más extendida es la que afirma que fue un regalo de Luis IX de Francia a su primo hermano, Fernando III el Santo, tras la reconquista de la ciudad, mientras que la narración más legendaria afirma que fueron tres ángeles -tres escultores- quienes labraron la imagen de la Virgen a petición expresa del propio rey, ya que nadie había logrado acercarse con justicia a la visión de San Fernando. También se postula la posibilidad de un "milagro" en palabras del obispo Don Remondo, dada la premura y brevedad con la que se había tallado a la imagen...
Si nos atenemos, expresamente, al criterio científico, la Virgen de los Reyes es una imagen fechada en el siglo XIII, coetánea como es natural a los tiempos de la conquista de la ciudad, con notables influencias del estilo gótico francés. De autor anónimo, alcanzó con probada fugacidad una devoción incontestable en toda Sevilla y la provincia por su relación directa con el rey San Fernando. Su particular iconografía -imagen sedente de vestir- pronto alcanzó asimismo verdadera inspiración para otras corporaciones, que deseaban emular a la original. Por fortuna, y aunque nos separan casi ocho siglos desde su concepción, en nuestra ciudad conservamos varias imágenes que responden al contexto de la época y a la imperiosa necesidad de contar con una Virgen de los Reyes entre sus titulares.
Entre estas imágenes alfonsíes (este apelativo es quizás más correcto que fernandinas, puesto que empiezan a ejecutarse presumiblemente tras la muerte del Santo en 1252 y bajo el reinado de Alfonso X, su hijo) destacan la Virgen de los Reyes del Convento de San Clemente, perteneciente a la Orden del Císter. Es uno de los conventos más antiguos de Sevilla: tanto es así que su advocación obedece al día en que San Fernando recupera efectivamente la ciudad, el 23 de noviembre. Esta imagen, aunque experimentó restauraciones en el siglo XVII -añadido de ojos de cristal y nuevo maniquí- conserva intactos el rostro y las manos, y como curiosidad participó en la procesión magna organizada en 1948 con motivo del VII centenario de la toma de la ciudad.
Es inevitable mencionar a la Virgen de los Reyes de Los Sastres, muy modificada en el siglo XVI y a la que también se le introdujeron ojos de cristal. Aún así, es titular de una de las hermandades más antiguas de la ciudad (se dice que fue fundada por el propio San Fernando en 1250) y consta su participación en el Corpus ya desde 1506. Su sede canónica es la iglesia de San Ildefonso desde 1840 y, tal y como apunta el investigador Pedro Manuel Fernández, "recibió de S.S. Urbano VIII una Bula Apostólica, en la que se le reconoce a la corporación que tiene todo el derecho de presidir a las demás cofradías de Sevilla… en la procesión del Corpus Christi". Otro apunte curioso: la Virgen de los Reyes de los Sastres procesionó por las calles de Zaragoza en octubre de 1954, con motivo del cierre del Congreso Nacional Mariano.
Las imágenes de la Señora y el Niño fueron llevadas en una caja convenientemente preparada, en la que no faltaban varas de nardos. Cuentan las crónicas que cuando se procedió a la apertura de la mencionada caja, todos los presentes quedaron asombrados por el cuidado y el cariño con que se habían dispuesto las imágenes, provocando el siguiente comentario: “solamente los sevillanos son capaces de traer una imagen así”, tal y como apunta la propia hermandad.
Por último, es de obligado cumplimiento mencionar a la Virgen de las Aguas del Salvador, cuya advocación obedece a las constantes súplicas de los sevillanos en periodos pertinaces de sequía. Aunque su Niño original fue sustituido por uno barroco en el siglo XVII, los textos demuestran que gozó de acreditada popularidad en la ciudad. El propio Abad Gordillo apunta que protegió a Sevilla en una trágica riada en 1332, apunta también Pedro Fernández.
En definitiva, toda una verdadera reliquia de la religiosidad popular sevillana que cada 15 de agosto se renueva por unas horas, pero que bien valen toda una vida y varios siglos de historia. No es para menos.
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