La ventana
Luis Carlos Peris
Reventa y colas para la traca final
Sevilla ya respira el inconfundible aroma del nardo en vísperas del 15 de agosto, fecha marcada con letras de oro en el calendario devocional de la ciudad. Los sevillanos aguardan, con ese silencio íntimo de las cosas más sinceras, el reencuentro con la Virgen de los Reyes, en la amanecida del Día de la Asunción.
Este mismo viernes arrancan los cultos en honor a la patrona de la Archidiócesis, con el primero de sus tradicionales besamanos, y se prolongarán hasta el 22 de agosto con la apertura de la Urna del Rey San Fernando. Novenas, octavas y otro besamanos más, además de la procesión, componen el amplio programa de cultos desplegado por el Cabildo Catedral para honrar a la Virgen de los Reyes, que este año lucirá el 15 de agosto el manto de los castillos y los leones.
Pero todo culto necesita y requiere de organización. A escasas horas del inicio de todos estos cultos, la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes ha realizado la mudá del paso de palio de la patrona, que desde esta madrugada ya preside el Altar de Jubileo de la Catedral. La asociación, a través de un vídeo, ha compartido los entresijos y disposiciones de este acto en el que han participado numerosos costaleros, quienes se colocaron bajo las trabajaderas tras "hacerse la ropa" en el patio de los Naranjos.
Un traslado breve y sencillo pero que precisa cuidado y atenciones. En cuestión de cuatro, cinco chicotás, con el solo sonido del siseo de las alpargatas y la voz del capataz, los costaleros subieron la rampa que separa los mármoles catedralicios del altar donde, en pocos días, quedará ubicada la Virgen de los Reyes tras recibir el cariño y la oración de cientos de sevillanos.
El palio de la Virgen de los Reyes, que va camino de cumplir un siglo de vida, fue trazado por Juan Talavera Heredia, autor entre otros diseños del puente de San Bernardo o el paseo Catalina de Ribera. Fue estrenado en el año 1924 y se basó en el paso con el que en el siglo XVII procesionaba la patrona. Una comisión de mujeres, liderada por la Infanta Doña Luisa de Orleans, fue vital para el impulso y ejecución de esta obra singular. Dolores Llorente Ybarra donó el sillón de la Virgen -de carey en roble antiguo- y el taller de José Olmo y Hurtado materializaron el bordado del palio y de los faldones. La orfebrería, en concreto los varales, son del siglo XVIII.
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