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Cinco planes que no te puedes perder este fin de semana en Sevilla

La única hermandad de la Semana Santa de Sevilla a la que Manuel López Farfán le dedicó tres marchas procesionales

El célebre compositor escribió hasta tres marchas diferentes para la Hermandad de la Exaltación

La primera de ellas la compone en 1896, y la última en 1926

Manuel López Farfán

En el día de ayer, cuando desgranábamos el altar de Quinario de La Exaltación, apuntamos que, actualmente, la firma de Luisa Roldán es una de las más cotizadas y deseadas en el mercado artístico contemporáneo. Su obra se ha revalorizado hasta tal punto que las pinacotecas más renombradas del planeta pugnan por acceder a obras de esta "insigne" escultora sevillana, como ella misma se define en el contrato de entrega del Ecce-Homo de la Catedral de Cádiz. El director de un prestigioso museo norteamericano se vanaglorió, incluso, de poseer en su colección tres piezas de la Roldana. En la Exaltación cuentan con catorce. Y, además, visibles y cumpliendo la función para la que fueron creadas hace casi cuatro siglos.

No contentos con ello en la querida corporación de Santa Catalina, otro nombre clave de la Semana Santa de nuestros tiempos también dedicó y multiplicó su trabajo para esta hermandad del Jueves Santo. Nos detenemos, ahora, en el riquísimo patrimonio musical de la cofradía. En ningún repertorio pueden faltar La Estrella Sublime, Pasan los Campanilleros, La Esperanza de Triana... Todas ellas del maestro Manuel López Farfán, creador de la conocida como "forma marcha" e instaurador de un nuevo modo de componer y crear marchas procesionales. Pues si en el ámbito artístico cuentan con piezas de Luisa Roldán y Leonardo de Figueroa, en su acervo musical poseen hasta tres marchas procesionales de López Farfán, por supuesto un caso único en la historia de nuestras hermandades.

Portada original de la marcha "El Cristo de la Exaltación" / Patrimonio Musical

Tal y como apunta José Manuel Castroviejo, referente en el estudio de la marcha procesional, todo debió gestarse cuando este músico y compositor acompañó al palio de las Lágrimas en la banda del Regimiento de infantería Granada 34, de la que fue músico raso y director en dos etapas diferentes. La primera marcha, de 1896, estaba dedicada curiosamente a Leonor Navarro, madre de su maestro de música, Juan Antonio Gómez. En un principio se llamó "En mi amargura", pero diez años después, el 5 de marzo de 1906, le añade el título de "El Cristo de la Exaltación". Esta marcha fue recuperada por la Banda Municipal de Sevilla cien años después.

En 1907, Farfán escribe una nueva obra para la cofradía, bajo el título de Al Santísimo de la Exaltación, marcha solemne y clásica pero sin perder el sello de Farfán. Dice Castroviejo que "llama la atención su título, Al Santísimo de la Exaltación en lugar del esperado Al Santísimo Cristo de la Exaltación; podría tratarse de un simple error de omisión, puesto que el 22 del mismo mes firma otra marcha titulada Al Santísimo Cristo del Amor (dedicada a tal corporación) y en ella sí aparece la palabra 'Cristo'". Tanto interés suscitó el estreno de esta marcha que fue reseñado en numerosos noticieros y periódicos de la época.

El crucificado de La Exaltación / Juan Carlos Vázquez

La vinculación estrecha entre Farfán y la hermandad continuó después de estas dos composiciones. En 1926, estando al frente del Soria 9 y en el último apartado de su producción artística, volvió a dedicar una nueva pieza a la Exaltación, esta vez a la Santísima Virgen, nominada La Virgen en sus Lágrimas, muy en el estilo de las marchas de los años veinte, como El Refugio de María o El Dulce Nombre, con un trío de los más logrados de este compositor. El título La Virgen en sus Lágrimas está tomado de la advocación de la Virgen, que aparece a veces como "Nuestra Señora en sus Lágrimas", tal como consigna el autor en la dedicatoria de la partitura original.

Aunque estas composiciones cayeron paulatinamente en el olvido y quedaron sumidas en el ostracismo, la banda de la Cruz Roja y su director Enrique García recuperaron las partituras de Al Santísimo de la Exaltación y La Virgen en sus Lágrimas. Aunque se interpretan con mayor o menor regularidad, lo cierto es que al menos en los círculos cofrades más afines al mundo de la música procesional permanecen reconocidas y como ejemplo de un patrimonio musical envidiable. Y, nosotros, al menos, intentamos compartirlas con todos ustedes.

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