Turina, un gobernador mexicano y la marcha Rocío
Esta marcha cuenta con un trasfondo histórico y amoroso muy particular
Está claramente inspirada en una melodía del cantante mexicano Ricardo Palmerín
La ubicación provisional de los titulares del Museo durante las obras del retablo
Fechas y horarios del paso de las hermandades del Rocío por el Quema
Los romeros de Sevilla inician su particular Romería del Rocío, de las expresiones populares y etnográficas más reconocidas a nivel internacional por su variedad, riqueza, antigüedad y valor cultural. Durante siete días, a través de caminos y arenales, andarán buscando la senda que les conduzca a la Blanca Paloma allá por las marismas de Doñana. La Virgen del Rocío, de un modo u otro, es una de las devociones más arraigadas en nuestra ciudad y se manifiesta, de manera clara, en nuestro día a día.
Tanto es así que está presente en la Semana Santa sevillana. No son pocos los penitentes que, cuarenta días después de Resurrección, cambian el capirote por los botos y los volantes para cantar por sevillanas. Y viceversa: en el Rocío hay mucho "cofradierismo". En el ámbito musical, una de las marchas procesionales lleva, precisamente, el nombre de esta advocación infinita. Aunque se ha reducido drásticamente su interpretación, la marcha Rocío es clave en los repertorios "populosos" de nuestros pasos de palio y un baluarte sentimental.
Sin embargo, esta marcha cuenta con una historia muy particular que no nos resistimos a compartir aprovechando este contexto. Gerardo Australia escribió, hace ya casi veinte años, acerca de la figura de Felipe Carrillo Puerto, gobernador mexicano de Yucatán que se había enamorado perdidamente de una periodista del New York Times, Alma M. Reed.
Para conquistar su corazón, encargó al poeta Luis Rosado y al músico Ricardo Palmerín una canción. De esta unión "al alimón" nació Peregrina, melodía que debió escuchar Manuel Ruiz Vidriet y que, literalmente, tomó prestada para componerle una marcha a la Blanca Paloma. Aquí pueden escucharla para sacar las conclusiones que consideren oportunas.
Vidriet, músico de La Luisiana, debió componerla en la década de los años 20, siempre después de 1923, año en que se estrena esta canción mexicana. Manuel Pérez Tejera acomete una serie de arreglos, de ahí que en algunas ocasiones encontremos los dos nombres unidos como coautores de la composición.
Sin embargo, se conoce que el amigo Vidriet no quedó del todo satisfecho y quiso terminar este "collage" incorporando, ni más ni menos, que la obra de Turina. El popular solo de flautín y el trío final están extraídos de la majestuosa obra La procesión del Rocío, de Joaquín Turina, que fue compuesta en 1912. El autor tan solo ralentiza el ritmo del solo para rematar esta obra que bien pudiera obtener muchos calificativos. La escuchan aquí en el minuto 6:20. ¿Plagio? ¿Embuste? ¿Simple adaptación?
A pesar de ello, desde estas líneas preferimos mantener el romanticismo y la lírica que envuelve a esta composición, tan querida, entrañable y recurrente en la Semana Santa de nuestra niñez, cuando la Macarena se marcha por Escoberos en la mañana del Viernes Santo...
Buen camino, rocieros.
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