Tras la tempestad llegó la calma
Madrugada
La noche más hermosa se desarrolla con absoluta normalidad tras los lamentables sucesos del 2015. Las seis cofradías realizan un gran esfuerzo para salvar con éxito los cruces conflictivos.
EL mejor titular para la crónica de la pasada Madrugada es que no pasó nada. Normalidad en la noche más hermosa tras la tempestad del año pasado. Llegó la calma, y las seis hermandades pudieron procesionar con gran lucimiento. Cada una con su forma y su estilo, que en una Semana Santa que tiende a homogeneizarse, hay que valorar, y mucho, el valor diferencial. El frío marcó, sin duda, el devenir de la noche y fue la principal causa de que hubiera bastante menos público en las calles. La otra causa fue el temor o la sicosis de que pudiera suceder algo desagradable, como el año pasado. Pero no, la seguridad estaba más que estudiada y las cofradías pudieron discurrir sin ningún problema. También se pudo sentir seguro el público, sin la presencia de las pandillas indeseables de jóvenes que tanto perturban las procesiones. Por no haber, no hubo casi ni retrasos. Miel sobre hojuelas.
El exceso de celo por la seguridad ha sido la tónica predominante de la Semana Santa y la Madrugada era la prueba de fuego por muchas cosas. Tras la pelea del año pasado en las setas, que descompuso por completo a la Hermandad del Silencio en su regreso, las autoridades se habían conjurado para que no se volvieran a vivir episodios tan desagradables. El Consejo y las cofradías habían exigido que se tomaran medidas y así fue. Todas las hermandades pudieron completar sus recorridos sin problemas. Se controló la venta de alcohol y se extremaron las precauciones en los puntos conflictivos. Una prueba de ello fueron la treintena de policías nacionales que aguardaban al Silencio en la esquina de Placentines.
El dispositivo contemplado en el plan de seguridad estaba formado por 19 operativos especiales en cinco zonas más los tres cruces de seguridad entre Reyes Católicos y Zaragoza. El resultado fue que no se registró ningún incidente en esos espacios, garantizándose la seguridad de los nazarenos, la movilidad y la protección de todas las hermandades. El delegado de Seguridad, Movilidad y Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, calificó de "éxito" el dispositivo de una Madrugada que se desarrolló con "absoluta normalidad". El delegado de la Madrugada y vicepresidente del Consejo de Cofradías, Manuel Nieto, se mostró muy satisfecho de cómo había transcurrido una noche tan compleja por muchos motivos: "El dispositivo de seguridad ha sido impecable. Ha sido magnífico el trabajo que se ha hecho y eso lo tenemos que resaltar y agradecer".
Las seis hermandades se habían conjurado para que la noche fuera perfecta. Se habían adelantado los horarios y ajustado algunos itinerarios para salvar los complicados cruces de la Esperanza de Triana y el Gran Poder en Zaragoza; la Macarena y el Silencio en Trajano; y los Gitanos y la Macarena en Laraña. El resultado no pudo ser más positivo, como expuso Nieto a este periódico: "Los cruces han sido impecables. El Gran Poder pasó fantásticamente. El fiscal de la Santa Cruz del Silencio no vio a la Macarena...". En la Campana prácticamente no hubo retrasos. Todas las cofradías se esforzaron para que así fuera: "Fue prácticamente insignificante. Yo ya decía que veía a las hermandades muy enchufadas. Todos han trabajado unidos para que salga bien. Seguro que tras el éxito de este año se mantendrá esta configuración que tan buen resultado ha dado".
En cuanto a lo puramente cofradiero, la Madrugada fue sublime. Desde la Santa Cruz en Jerusalén al paso de palio de la Virgen de las Angustias, que fue el que cerró la jornada pasadas las dos y media de la tarde. A las dos entró la Esperanza Macarena y a las dos y cuarto la Esperanza de Triana. El frío, que hizo que muchas personas no salieran por la noche, posibilitó que fuera bastante cómodo moverse de un lugar a otro en busca de las cofradías. Todas las corporaciones exhibieron el sello característico imprimido por el peso de los siglos. Gustó mucho, muchísimo, el Señor del Gran Poder con la túnica de la "corona de espinas", una obra realizada en 1857 por Teresa del Castillo siguiendo un dibujo de su esposo, Antonio del Canto, y que se trata de la más antigua de las piezas bordadas del Señor que se conservan. Esta fantástica túnica completa iconográficamente la imagen de Juan de Mesa. Hay que agradecer a la hermandad que de manera excepcional el Señor luzca en la Madrugada alguna de sus fantásticas túnicas bordadas. Ya lo hizo en 2008, vistiendo entonces la túnica de los cardos.
La Madrugada dejó otros detalles para el recuerdo, como el Ave María de Gounod que le cantó Ainhoa Arteta a la Esperanza Macarena antes de salir de su basílica, el Señor de la Salud de los Gitanos entrando en la Campana completamente de día, o la mantilla que lució la Virgen de las Angustias y el exorno floral de su paso, con racimos de uvas incluidos.
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