La tarde del Jueves Santo, el día que nunca termina en Sevilla
El Palquillo
La nueva configuración del Jueves Santo ha dado imágenes singulares como la hermandad del Valle a plena luz o Montesión entre las últimas de la jornada
Itinerarios y horarios de la Madrugada
Es la tarde más larga del mundo. Empieza el Jueves Santo y termina el Domingo de Resurrección. Desde las dos y media de la tarde, cuando las Cigarreras salen de su capilla y hasta que el Resucitado vuelva a Santa Marina, habrán pasado cuatro días donde, sin solución de continuidad una jornada dará paso a otra con horas de diferencias.
La tarde del Jueves Santo es una de las jornadas más íntimas de toda la Semana Santa. Tiene sus propios ritos, y no sólo por las visitas a los Monumentos, esa especial decoración de los sagrarios que los conventos e iglesias hacen durante los Santos Oficios. Es el día en el que en muchas casas, las jóvenes que ya tienen la mayoría de edad, reciben las mantillas de madres y abuelas para vestirlas por primera vez. En otras casas, como la de Lucía, las túnicas de la hermandad de Pasión esperan para que, por fin, ella pueda hacer la estación de penitencia con sus dos hijas, María y Carmen, una de las primeras niñas de monaguillo que salieron cuando la hermandad permitió la presencia de mujeres en el cortejo .
En la calle Recaredo, Jesús después de 20 años vuelve a vestir la túnica blanca de los Negritos para abrazar su cruz. La vecina más antigua del barrio. Nunca está sola en su pequeña capilla. Los Negritos es una buena manera de entender cómo siente la Semana Santa la ciudad. Primero, el Cristo de la Fundación. Sobrio, con música de capilla y flores de un morado tan oscuro que parece negro. Detrás la Virgen de los Ángeles con el palio donde brilla el azul turquesa y donde los ángeles de su manto recuerdan la vida.
Algunos de los nazarenos de Pasión, los más antiguos, siguen otro de los ritos íntimos de Sevilla. Muy cerca, en el convento mercedario situado en plena judería, está la antigua imagen de la Virgen de la Merced a la que sustituyó la actual. Por esas calles estrechas cada Jueves Santo, antes de la hora en la que están citados en la Colegial del Salvador, se acercan hasta el convento para rezar ante la imagen que fue titular de esta hermandad entre 1842 y 1966.
Jesús de Pasión, el nazareno de Martínez Montañés pasa por el Salvador y muchas personas se arrodillan a su paso. El nazareno despierta mucha devoción, sobre todo entre los antiguos vecinos de la zona, que no faltan a la cita a pesar de los muchos Jueves Santos que llevan a la espalda. Detrás, la Virgen de la Merced con los manigueteros con el color del hábito mercedario.
El palio de la Virgen del Valle
Un día en el que el cambio de orden en la nómina permite ver a plena luz del día el impresionante palio de la Virgen del Valle, uno de los más antiguos de la Semana Santa sevillana y que ha sido restaurado por el IAPH. El año pasado, la dolorosa de los ojos verdes salió el Jueves Santo sin él.
La hermandad del Valle tuvo un recorrido algo accidentado. La caída de uno de los borlones del palio dentro del primero de los faroles traseros poco antes de entrar en la carrera oficial, en la calle Javier Lasso de la Vega, generó unos momentos de angustia intentando apagar el fuego del farol. Más tarde, a su paso por la confluencia de la calle Sierpes con la Plaza de San Francisco se desprendió parte de una cornisa, lo que provocó que la Virgen del Valle atravesara la plaza de San Francisco en silencio. La fachada ha sido intervenida por los bomberos, que en pocos minutos ha resuelto el problema gracias a la colaboración de los abonados de las sillas.
No fue la única incidencia, un incendio en la calle Virgen de la Victoria esquina con Asunción obligó a parar el cortejo de la Hermandad de las Cigarreras. Precisó la intervención de Bomberos y Policía Local.
El Jueves Santo Sevilla es un auténtico museo en la calle. Sólo el paso del Cristo de la Exaltación es una lección de la historia del Arte. Esta hermandad que se ha propuesto cuidar y dar a conocer el importante patrimonio. Para ello ha puesto en marcha el Plan Roldana.
El misterio impresiona en cualquier momento de su recorrido, pero uno de los más difíciles con los que se encuentran los costaleros es el paso por la estrechez de la calle Gerona, cuando parece que las fachadas se acercan para verle mejor la cara a Cristo.
La Quinta Angustia es otra de las hermandades que en cualquier punto de su recorrido, sobre todo en la vuelta por la zona de la calle Castelar, deja huella. Una hermandad que mantiene su sello inalterable a lo largo de los siglos. Ante pasos como los que salen a la calle el Jueves Santo es comprensible la pregunta de una de las personas que con marcado acento extranjero se preguntaba en la Magdalena uno de los turistas que esperaba el paso del Descendimiento. “Pues si aguantas hasta elGran Poder, ya verá”, le contestaba la mujer que estaba al lado.
Día de contrastes
Por no hablar de los contrastes. Con el cambio en la nómina del día, Montesión se ha quedado entre dos hermandades de las consideradas clásicas: El Valle y la Quinta Angustia. Desde la calle Feria, donde el Jueves Santo empieza a primera hora de la mañana preparando y adornando las casas para el paso del Rosario, primero, y de la Macarena después, y termina el Viernes Santo a mediodía.
En cualquier caso, el sonido más esperado en la calle Feria el Jueves Santo por la tarde, el de los Rosarios de la Virgen del manto recogido, no faltó a su cita con sus vecinos de la calle Feria. Ninguno de ellos, los que esperaban en la plaza de Montesión, la de los Carros de toda la vida, se perdió ni un detalle de la Oración en el Huerto, contando la historia de los que están dormidos.
Aunque tradicionalmente la jornada del Jueves Santo tiene menos afluencia de público, las calles estaban llenas. Sigue la costumbre de este año de esperar durante horas el paso de las cofradías. Desde primera hora de la mañana había personas esperando en la calle Pureza para esperar el paso de la Esperanza de Triana. Más de 20 horas de espera. En el Salvador, desde casi ocho horas antes había personas esperando para la salida del Señor de Pasión.
La Semana Santa de 2023 es la de las esperas. Una moda que se está imponiendo y que sorprende. Hasta hace unos años, la única razón para esperar una cofradía desde la Cruz de Guía hasta el último músico era porque se trataba de la hermandad familiar o porque no había manera de atravesarla para ir a otro punto. En los últimos años, ya sea por el aumento del número de nazarenos o por la dificultad de andar entre el numeroso público que acude a las procesiones, cada vez son menos personas las que callejean para ver el paso de Cristo en un punto del recorrido y el palio por otro.
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