Así son los pasos de la procesión magna de Sevilla
Cada una de las corporaciones nos ofrecerán sus particularidades patrimoniales en conjuntos únicos
Participarán un máximo de 300 hermanos en cada uno de los cortejos
El frío tampoco quiere perderse la procesión magna de Sevilla
Últimos preparativos y cuenta atrás definitiva para el tan esperado 8 de diciembre de 2024, jornada en que Sevilla protagonizará uno de los acontecimientos religiosos más destacados de los últimos tiempos: la procesión de clausura del II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular, que congregará en la ciudad a miles de personas para contemplar un cortejo absolutamente histórico. Los diferentes equipos de priostía cierran todos los detalles para que todo luzca en su mayor esplendor y las diputaciones mayores de gobierno, por su parte, ajustan tramos y cirios para cuadrar los tiempos.
En total, como es sabido, participarán ocho imágenes de profundo arraigo histórico y devocional: cinco de la capital y tres de la provincia. De este modo, además de la singularidad que nos ofrece esta visión, los fieles podrán contemplar ocho conjuntos artísticos completamente diferentes, pero complementarios entre sí, que reflejarán la variedad de las expresiones populares en nuestra tierra. Desde la Virgen de los Reyes a la Esperanza Macarena, altares itinerantes únicos que han conformado el sello propio de la religiosidad hispalense en sus manifestaciones patrimoniales: el paso más antiguo de la Semana Santa, el templete más antiguo que procesiona en la provincia, las referencias cerámicas de Triana o la impronta de Bejarano en el Cachorro... Así son los pasos que participarán en la magna de Sevilla.
La tumbilla de la Virgen
Abrirá el cortejo la Virgen de los Reyes, patrona de la ciudad y de la Archidiócesis. Como si de la mañana de un quince de agosto se tratase, esta imagen, capital para comprender el cristianismo hispalense, nos ofrecerá el estreno más destacado de la procesión. Se trata de la nueva tumbilla, que es así como se conoce al palio de perfil semicircular que se desarrolla a modo de medio cañón. Ha sido diseñada por el dibujante Francisco Javier Sánchez de los Reyes, y sigue el diseño del proyecto original de Juan Talavera, arquitecto municipal, y ha sido ejecutada en el taller de Santa Bárbara bajo la dirección de Joaquín López González.
Sin embargo, el actual paso de la patrona fue ideado en 1921, e impulsado por el arzobispo Almaraz. Doña Luisa de Orleans, como curiosidad, lideró una comisión de mujeres destinada a recaudar donativos y plata para su ejecución. Precisamente fue Talavera, autor entre otros diseños del puente de San Bernardo, quien trazó el dibujo de la tumbilla, inspirándose en aquella que poseyó la Virgen de las Aguas de la iglesia del Salvador. Se trataba de un conjunto de cuatro varales soportando el palio y sobre una parihuela. A excepción de la orfebrería, todo lo demás se complementaría con bordados, cuya confección se debe a la firma del taller de Hijos de Miguel del Olmo y con la supervisión de Concepción Fernández del Toro. Fue ejecutada en tisú de plata, con faldones presentados a modo de respiraderos con malla de oro.
El Gran Poder
Nos encontramos, sin duda, ante una de las obras de arte sacro más sobresalientes e importantes de la Semana Santa de Sevilla. El paso de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, un prodigio de la artesanía y la inspiración creativa, fue encargado al escultor Francisco Antonio Ruiz Gijón en 1688, si bien no fue entregado hasta cuatro años más tarde. Desde su estreno se convirtió en referente y modelo del resto de pasos, debido a que dio respuesta a la evolución de las formas de procesionar en el contexto de un siglo capital: la Contrarreforma y las imágenes devocionales cambiaron por completo la concepción de las estaciones de penitencia, que ya confluían en la Catedral y requerían de grandes andas para portar las efigies.
Realizado en madera de cedro y de pino, cuenta con monte tallado, ocho cartelas (con escenas del Antiguo y Nuevo Testamento), más de treinta ángeles y la parihuela, todo ello dispuesto con formas curvas y motivos vegetales. En el frontal aparece Jesús Nazareno camino del Calvario y el encuentro con San Juan y la Virgen del Traspaso. Destacan sobremanera las particulares águilas bicéfalas de las esquinas, así como evangelistas, querubines y elementos de la Pasión, y estos últimos aparecen también en la extraordinaria Cruz de Guía que abre la comitiva. Los icónicos faroles son de principios del siglo XX, realizados por León Terga y de inspiración cordobesa; los faldones de Ojeda (1909) y las maniguetas de Guzmán Bejarano, de finales de los sesenta.
El templete de Setefilla
La tercera imagen del cortejo será la patrona de la localidad de Lora del Río, la Virgen de Setefilla, una singular advocación cargada de historia y significaciones. Es, sin duda, uno de los conjuntos que más expectación levanta, especialmente por el modo de llevarla: a hombros y por fuera de la propia parihuela, como es común en numerosos pueblos de otras zonas. Debemos fijarnos, invariablemente, en el templete que cobija a la Virgen, el más antiguo de la provincia. Fue labrada en 1694 por el platero sevillano Diego Gallegos, gracias a aportaciones de la hermandad y el empleo de plata procedente de un templete anterior.
Sustentado en cuatro columnas toscanas, se trata de un baldaquino de plataforma cuadrada revestido de láminas argénteas y repujado de motivos vegetales. Dichas columnas, como apunta Antonio Joaquín Santos, "sustentan un dintel corrido, de donde arranca un casquete semiesférico, escoltado por cuatro jarras de flores en las esquinas. Dicha cúpula presenta una superficie repujada donde se reproducen parejas de gallones enmarcando tarjas ovales entre carnosa flora barroca, rematándose en una linterna con otro jarrón de rosas en su cúspide, la cual cobija la campana cuyo sonido es reconocido por todo vecino de Lora y que anuncia la presencia de la Virgen". Esta campana es la que se toca cuando, transcurrido el tiempo prudencial y establecido, se notifica la intención de la venida de la patrona al pueblo desde su ermita. A día de hoy estas andas continúan empleándose para la romería y la procesión por la localidad. Precisamente, cuando este templete procesiona en Lora del Río, lo hace sobre un paso argénteo que fue labrado por el orfebre Manuel Seco Velasco en 1959.
Remata el conjunto cuatro faroles octogonales. No se pierdan el detalle, en la delantera, del ángel de plata que porta el bastón de mando, como alcaldesa perpetua que es la Virgen de Setefilla, y el pañuelo blanco que remata su cabeza, signo distintivo de los loreños y de la expresión popular de este municipio.
La Virgen de Valme
Será la Virgen de Valme la cuarta imagen en discurrir por el itinerario común que partirá desde la Catedral de Sevilla. Este paso es de reciente recuerdo para los sevillanos, puesto que ya en 2023 -año de su estreno- la protectora nazarena procesionó por las calles de la capital con motivo del 775 aniversario de la restitución del culto cristiano, junto a San Fernando. El actual paso fue diseñado por Javier Sánchez de los Reyes, y confeccionado con motivo del cincuentenario de la coronación canónica.
El paso adapta elementos de orfebrería del antiguo paso de tumbilla, ejecutado en 1990 por Orfebrería Macarena, para configurar un nuevo modelo en forma de templete, más proporcionado y acorde a las dimensiones de la imagen de la Virgen. El proyecto ha sido llevado a cabo por el taller de orfebrería Juan Lozano y el taller de bordados Santa Clara. "El estilo predominante tanto en la plata como en el bordado es el regionalista de corte neogótico, queriéndose con ello emparentar con la época en la que comenzó el culto a este sagrado icono", señala Santos Márquez.
De traza rectancular, cuenta con respiraderos de malla bordados en oro, con inspiración en las tracerías de los vitrales góticos, y templete alzado sobre basamento de líneas rectas y cuatro varales, que son los antiguos del paso de tumbilla. "La cubierta del templete se inicia por un dintel corrido con una crestería calada entre pináculos en las esquinas y del que penden goteras bordadas, donde alternan las de terciopelo encarnado para el castillo en hilo de oro y las blancas con los leones de seda encanada, entre baquetones de orfebrería, evocando el origen regio de esta devoción", apunta Santos. Remata el conjunto la peana donde se encuentra la Virgen de Valme, yy los candelabros de las esquinas y los laterales.
La Virgen de Consolación
Otro conjunto de singulares características que cobija una devoción sin fronteras en siglos pasados. La Virgen de Consolación, de Utrera, será la última de las tres de la provincia en formar parte de esta procesión magna, y que nos mostrará otro conjunto artístico muy apreciable. El primitivo templete en el que procesionaba la patrona utrerana desapareció en la invasión francesa. Sin embargo, para la coronación canónica de 1964, la corporación decidió recuperar el singular baldaquino -que contaba con cortinas recogidas en los varales y barandillas-, encargando la tarea a Fernando Marmolejo, quien labró el paso, las jarras y el llamador. Este paso lo empleó la imagen en cada procesión del día 1 de mayo, pero en 1983, debido a su deterioro, se realizó uno nuevo en los talleres de Hijos de Juan Fernández.
Sin embarco, para esta procesión, la hermandad ha recuperado el templete de Marmolejo, gracias a una profunda restauración practicada en el taller de Villarreal, por lo que será una ocasión única para contemplar dicho conjunto con tanto sabor. Se han restaurado también, en orfebrería San Juan, los respiraderos originales. Dicho templete cuenta con peana cuadrada y se compone de cuatro varales en las esquinas y una bóveda a cuatro aguas y perfiles ondulados, como indica Santos. "Esta cubierta presenta un repujado exterior que repite el adorno vegetal y heráldico de la peana, mientras que en el interior reproduce un cielo de estrellas con el sol y la luna, que contrastan con el plateado del fondo, al ser realizadas en metal dorado. En los ángulos de la bóveda, a eje con los varales, se levantan cuatro bulbosas pirindolas y en su cúspide una bella jarra de azucenas, símbolo por antonomasia de la pureza de María". Como curiosidad, la peana de plata sobre la que procesiona la Virgen fue donada por la hermandad de la Macarena.
El Cristo de la Expiración
El único crucificado presente en la procesión magna es, sin duda, otra de las devociones cristíferas más reconocidas de la ciudad que ha poseído, a lo largo de la historia, diferentes andas procesionales. Sin embargo, el conjunto actual no se concluyó hasta el año 2021, tras una reforma ideada por José María Leal aprobada en 2018, y que tenía como propósito fomentar una mejor visión del crucificado en ascendencia piramidal.
La canastilla fue estrenada el Viernes Santo de 1997, inspirada en la anterior de 1974, y ambas ejecutadas e ideadas por Manuel Guzmán Bejarano, con profusa ornación vegetal y de marcado estilo neobarroco. Sí conserva el paso las cartelas de Borrero, de mediados de los setenta, y los respiraderos que cumplen también medio siglo desde su ejecución por parte de Bejarano. Las maniguetas de caoba son de 1998, año en que se dora finalmente el paso. En la reforma de 2018-2021 se rebajó la altura de los seis candelabros de guardabrisas, que son de nueva factura, "habiendo sido tallados por Julián Sánchez Medina y su hijo Julián Sánchez Jara, junto a las dieciséis columnillas salomónicas que rodean el canasto. En las renovadas esquinas del mismo se entronizaron, en lugar de los antiguos faroles argénteos, las imágenes de los cuatro Padres de la Iglesia Latina (San Agustín, San Gregorio Magno, San Ambrosio y San Jerónimo), esculpidas por José María Leal y suntuosamente estofadas por Manuel Peña, contando con atributos de orfebrería repujados por Joaquín Ossorio, coautores asimismo de los Evangelistas que se sitúan en las hornacinas laterales", subraya el profesor José Roda Peña en la guía oficial de la procesión que edita el Consejo. Los faldones fueron confeccionados por Francisco Carrera Iglesias.
La Esperanza de Triana
Es, en sí, todo un alarde de inspiración que la ha convertido, por méritos propios, en un icono de la Semana Santa hispalense. La Esperanza de Triana arrolla a su paso con su particular personalidad, rematada por el conjunto de su paso procesional, perfectamente indentificable y de un estilo propio. Referente del estilo regionalista, el palio de la Esperanza de Triana hunde sus raíces en la firma de José Recio del Rivero, consultor de la cofradía a principios del XX, que en 1908 diseñó un manto inspirado en la cerámica, oficio común en el barrio y que tanto identifica la cofradía.
Según indica Ignacio Sánchez Rico, el techo de palio es la pieza más antigua del paso, y fue realizado por Hijos de Olmo en 1917, en el marco de un palio estrenado aquel año y con reminiscencias de la reja mayor de la Catedral. En 1951 se estrenan nuevas caídas, con diseño de Recio, pero fueron sustituidas en su cara externa a principios de los setenta por unas nuevas confeccionadas por Espranza Elena Caro. Las exteriores pasaron al interior. Por último, en 1998, se estrenan los faldones de Fernández y Enríquez, con diseño de Manuel Guzmán Bejarano.
En cuanto a la orfebrería, fueron estrenados los varales hace ya más de un siglo, en 1923, siendo decorados en 1937 con motivos vegetales. A partir de 1936 se hacen las jarras de Jesús Domínguez y una miniatura de la Inmaculada de Juan Fernández, primeras piezas de plata del paso. "Los años cincuenta traen obras argénteas de Emilio García de Armenta, como los respiraderos platerescos de 1956, de las mejores piezas de su género, los candelabros de cola de 1958 y el llamador. En décadas posteriores se culmina la plata con la peana de Villarreal en 1963 y la candelería de Orfebrería Triana en 1991", señala Rico.
La imagen portará la corona de coronación canónica pontificia de 1984, realizada por Orfebrería Triana, y el magnífico manto de los "dragones", realizado por los sobrinos de Caro en 1948, y auténtico signo distintivo del patrimonio de esta cofradía, plagado de criaturas que evocan el paraíso. Portará la saya de 1918, atribuida a Olmo, y la toca de las hermanas Martín Cruz de 1965.
La Macarena
Cerrará la procesión magna de Sevilla la Virgen de la Esperanza Macarena, santo y seña de la devoción mariana de la ciudad y referencia en infinidad de aspectos, que han llegado a convertirla en una devoción de carácter universal. Ocurre, indudablemente, en su puesta en escena en la calle, siendo su paso de palio una herencia directa de la revolución estética que practicó Juan Manuel Rodríguez Ojeda a principios del siglo XX y que la convirtió en un espejo y un modelo.
El paso de palio de la Esperanza Macarena fue realizado en su mayoría tras la guerra civil, y su traza se inspira en el que diseñó Juan Manuel en los primeros años del siglo XX, y conocido como el "palio rojo". El techo fue bordado por Victoria Caro a principios de los cuarenta, según diseño del prestigioso Ignacio Gómez Millan, siendo las bambalinas caladas y los respiraderos obra de Esperanza Elena Caro, ejecutadas entre 1964 y 1967. En cuanto a la orfebrerá, los varales, de estilo renacentista, son de Cayetano González y sus discípulos (1935-1936).
La dolorosa procesiona sobre una peana realizada entre 1939 y 1941 por Francisco Bautista según diseño de Joaquín Castilla. La candelería, como indica Álvaro Recio, fue labrada por Manuel Seco en 1955 (autor también del llamador que representa a San Miguel), y los candelabros de cola y las jarras son obra de Emilio Landa sobre diseño de Joaquín Castilla, fechándose en 1937 y 1938. En la delantera figura una representación de la Virgen del Pilar (1942, Bautista) y en el paso figura la Virgen mexicana de Guadalupe, ejecutada por Marmolejo a finales de los cuarenta.
Rematan este conjunto los tres mantos -que se emplean en alternancia- de la Santísima Virgen: el de malla, ideado por Juan Manuel en el año 1900 y que marca un antes y un después en el diseño del arte sacro textil; el de tisú, ejecutado por el mismo autor en 1929, y el de la coronación, diseñado por Marmolejo y confeccionado en el taller de Elena Caro entre 1963 y 1964. Este último es el que iba a portar para la estación de penitencia del reciente 2024.
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