La Soledad de San Lorenzo inicia la restauración del manto de salida de la Virgen
Patrimonio
La pieza fue bordada entre 1867 y 1875 por Josefa Antúnez
Será CYRTA la empresa encargada de acometer esta restauración
La Hermandad de la Soledad de San Lorenzo acometerá la restauración del manto de salida de su dolorosa, una extraordinaria pieza de Josefa Antúnez, bordada en el siglo XIX aunque ha sufrido numerosas modificaciones a lo largo de su historia.
Para tal cometido, será la empresa CYRTA, especialista en conservación y restauración de tejidos antiguos, la encargada de devolver el esplendor de esta pieza. La Junta de Gobierno ha visitado recientemente los talleres de esta empresa, liderada por Pablo Portillo y Pablo Pérez, a la sazón responsables del proyecto. El coste de la restauración será sufragado por las subvenciones concedidas por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. En la propuesta de intervención se establece como criterio la conservación rigurosa del manto, por lo que el original sería conservado íntegramente sin opción a excluir o desechar ninguna de sus partes».
La pieza
En 1866 empieza a gestarse la ejecución de un manto bordado para Nuestra Señora de la Soledad. La autoría del mismo era desconocida hasta una reciente investigación, si bien venía atribuyéndose, sin fundamento alguno, a Teresa del Castillo. Ya en 1998 se apuntaba que podría tratarse de Josefa Antúnez su autora, pues una noticia aparecida en el diario El Porvenir de 28 de marzo de 1867 menciona como su autora a «la Señora de Muñiz» y la mencionada bordadora firmaba a veces como «Josefa Antúnez de Muñiz». La aparición de documentos en la Hermandad de la Columna y Azotes en los que Antonio Muñiz firmaba como esposo de Josefa Antúnez recibos por trabajos de la artista nos corrobora la teoría y certifica bien a las claras que fue la mayor de las hermanas Antúnez quien ejecutase la pieza, que se dilató en el tiempo ocho años. Dificultades económicas hicieron que la prenda no se concluyese y su estreno el Viernes Santo de 1867 fuese sólo parcial. Los pagos fueron prolongándose en el tiempo hasta 1872, y no se continuó el bordado, abriéndose una suscripción entre los hermanos para poder culminar la obra. Por fin, en 1875 se concluiría el manto, sobre el que han intervenido los talleres de Guillermo Carrasquilla en 1954 y Rosario Bernardino en 1988.
En la obra vemos la presencia de dos partes bien diferenciadas, que pudiera ser consecuencia de la realización en dos momentos distintos o a una concepción inicial de esta hechura. Se distingue las vistas delanteras, con piezas de mayor tamaño, especialmente en las esquinas y decoración a base de pequeñas flores y hojas. Estos elementos ornamentales siguen el estilo imperante en la época de los mediados del XIX, en donde las piezas bordadas se individualizan, presentando aún poco realce y utilizando una gran variedad de flores. En la parte central destaca la presencia de cinco soles, o piezas circulares formadas por rayos alrededor de un círculo y a su alrededor un dibujo más sencillo a base de hojas sueltas, mientras el perímetro entrelaza diversas hojas de gran tamaño a través de finos tallos rodeados a su vez de más hojas pequeñas.
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