El sol devolvió el público a las calles

la crónica del Lunes Santo

El Lunes Santo resultó lucido y radiante y por momentos hasta caluroso

Las sillitas plegables volvieron a resurgir con fuerza

El Cautivo de Santa Genoveva.

Desemboca la Hermandad de la Amargura a la calle Villegas, cruz abrazada, cuando un grupo de jóvenes, chaqueta, corbata y maceta en mano, baja desde la Pescadería. No tienen más de 16 años. La embriaguez es evidente. Uno grita y golpea la señal colocada en la esquina, delante de la heladería. Los que van con él le ríen la gracia y le jalean. A apenas cinco metros uno de los policías que vigila el cruce se limita a seguirlo con la mirada. Los jóvenes, nada de canis, con buena pinta, continúan entre cambayás y vítores por la Plaza del Pan.

Es la estampa de una zona, Alfalfa degradada -¿verdad, Silvia Carrión?- durante todo el año, pero que en Semana Santa alcanza su máximo exponente. Sobre todo el Domingo de Ramos y en la Madrugada. La Pescadería está haciendo méritos para convertirse en la nueva Gavidia, esa que tantos quebraderos de cabeza dio en su momento a las cofradías de San Lorenzo y al Ayuntamiento. No muy lejos de allí, en Puente y Pellón, son otros los jóvenes que caminan con jarras de cervezas en las manos. También menores. Y mientras esto sucede a una pareja con un bebé de meses no le dejan sacar una botella de agua de un supermercado en plena tarde. Es lo que sucede cuando las normas no se aplican con sensatez. Son las dos caras de la fiesta.

La Amargura majestuosa de regreso a San Juan de la Palma y los jóvenes que se emborrachan con total permisividad a escasos metros de las procesiones. La Alfalfa también degradada en Semana Santa. Quedémonos con el sevillanísimo palio de Gracia y Esperanza perdiéndose por Boteros a los sones de Regina Pacis o la Amargura, acompañada por una multitud avanzando solemne y poderosa por la calle Cuna.

El Domingo de Ramos frío, que "limpia y da esplendor", como rezaba el titular de la crónica de Navarro Antolín, dio paso a un Lunes Santo de un sol radiante y una temperatura diurna muy agradable que volvió a sacar algunas de las peores cosas de la celebración. Como las sillas plegables. Cuando parecía que se había superado este episodio ayer se vieron otra vez numerosas sillas colocadas en primera fila y bloqueando cruces en los que había señales advirtiendo que no estaba permitido.

Como en el cruce de Velázquez, Rioja y Tetuán, donde se vivieron algunos momentos de tensión al no querer moverse estas personas, también jóvenes en su mayoría, para dejar cruzar de un lado a otro. Fue una tarde con mucho público en las calles. De apreturas en algunos puntos. De bares llenos, que por fin pudieron hacer una buena caja tras un flojo domingo.

Este Lunes Santo los barrios relucieron de nuevo más que nunca. La solera que ha cogido la Hermandad de San Pablo desde su primera estación de penitencia a la Catedral, hace justo diez años, es digna de destacar.

Gustó mucho ver al Cautivo del Tiro de Línea con la túnica bordada. Es triste, no sólo en esta hermandad, que lo excepcional sea que se opte por una prenda bordada, cuando debería ser lo habitual. Un ejemplo es el Señor de Pasión, que este año sí saldrá con la fantástica túnica de los acantos, de Patrocinio López que ha lucido en su besamanos.

La portentosa imagen de Martínez Montañés está completa con los bordados, las potencias y la corona de espinas. Llamaron mucho la atención las flores de los dos pasos de la Redención. Las de la Virgen del Rocío parecían las que lleva el Niño Jesús del Sagrario en el Corpus.

Fue un Lunes Santo de retransmisiones en directo de las procesiones a través de Twitter. Así lo hicieron, por ejemplo, las hermandades del Polígono, el Tiro de Línea o el Museo. La información no está reñida con las estaciones de penitencia. Excelente labor la desarrollada por los equipos de estas hermandades.

El sol y el calor dejaron paso a una noche fresca en la que la masa se retiró. Volvió todo a su medida y, como el domingo, resultó una delicia acompañar a las hermandades en sus recorridos de regresos a sus templos. Las esencias, una vez más, se reunieron en San Vicente con la Vera Cruz, las Penas y el Museo en la madrugada ya de un Martes Santo histórico.

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