Sevilla cumple la tradición y celebra la festividad de sus santas Justa y Rufina

La Catedral celebra misa mayor a las ocho de la tarde en la Capilla Real

La capilla de las santas permanecerá abierta toda la semana con ornamentación floral

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Las Santas son consideradas copatronas de la ciudad
Las Santas son consideradas copatronas de la ciudad

En el epicentro de la vorágine carmelita, el calendario alcanza otra fecha significada en el devocionario religioso de nuestra ciudad. El 17 de julio, Sevilla celebra la festividad de sus Santas Mártires Justa y Rufina, por muchos historiadores consideradas trianeras que padecieron injustos sufrimientos por su defensa de la palabra de Jesús. Por tal motivo, la Catedral de Sevilla celebra misa coral en la capilla Mayor a las 10:00 horas y de nuevo misa conmemorativa, pero en la capilla Real, a las 20:00 horas. Además, durante toda la semana de su festividad, la capilla de Santa Justa y Rufina en la Catedral permanecerá abierta con ornamentación floral.

En torno a estas santas se mantiene, aún en nuestros días, todo un halo de leyenda, pero es indudable el patrocinio que han ejercido para con los sevillanos en momentos de dificultades. Este maridaje entre las santas y la ciudad tiene una elocuente justificación plástica en la más famosa iconografía de las santas hermanas abrazando la Giralda, puesto que se les atribuye su intercesión sobre esta emblemática torre en el terremoto de Lisboa de 1755, evitando su derrumbe.

Representación más antigua de las Santas Justa y Rufina
Representación más antigua de las Santas Justa y Rufina

Es poco lo que conocemos de la vida de estas dos mujeres, consideradas santas por las iglesias católica y ortodoxa. Los primeros textos que se conservan del martirio están fechados entre los siglos VI y VII, cuya principal fuente documental continúa siendo el Pasionario Hispánico, libro litúrgico formado por el relato de los martirios o pasiones de los santos. Este histórico texto habla de Justa y Rufina como dos doncellas cristianas que vivían a las afueras de la ciudad de Sevilla en el siglo III, lo que permitió a algunos autores incardinarlas en Triana, donde ejercerían la labor de alfareras.

La primera representación pictórica de las santas -se conserva una amplia colección en la seo hispalense, empezando por su capilla y las esculturas de Duque Cornejo- data de 1515 y se encuentra en la parroquia de Santa Ana, y en la que ambas aparecen abriendo un gran telón para mostrar la ciudad de Sevilla, se ve la Giralda, que aún no era como la conocemos hoy en día, y le faltaba el remate que llevó a cabo Hernán Ruiz coronado por el Giraldillo.

El cuadro de Goya de las Santas
El cuadro de Goya de las Santas

En siglos posteriores llegarían otros autores de reconocido prestigio que imprimieron en sus lienzos a las santas: Murillo, que 1665 pinta la magnífica versión de las santas de cuerpo entero para el primer cuerpo del Retablo Mayor del Convento de los Capuchinos de Sevilla, o Goya. El de Fuendetodos se basó en este cuadro del sevillano para realizar la obra que hoy preside el altar mayor de la Sacristía de los Cálices.

Desde la Catedral hasta el último rincón de la ciudad, decenas de artistas han dejado plasmada esta devoción. Diego de Pesquera, Lorenzo Mercadante, Francisco Pacheco, Zurbarán o Juan de Espinal, hasta volver a la Parroquia del Sagrario, donde tuvieron hermandad y donde aún hoy en día la Sacramental catedralicia celebra la función en su honor. No olvidemos tampoco las imágenes que se custodian en el retablo de la iglesia colegial del Salvador o la parroquia que lleva sus nombres.

Su martirio

Tal y como apunta la propia página web del Cabildo Catedral, las diferentes versiones hagiográficas del sufrimiento martirial son bastante precisas en lo referente al suceso que produjo el encarcelamiento de las hermanas, acaecido en una procesión celebrada por los romanos en las fiestas adonías del mes de julio y en la cual se portaba en unas parihuelas una imagen de la diosa Salambó. Las fiestas eran celebradas en honor de Afroditas y Adonis, pasando el cortejo cerca de la tienda de las santas. Uno de los participantes pedía un óbolo a los espectadores, pero ellas valientemente se negaron argumentando que no creían en ídolos.

El lienzo de Murillo de la Catedral
El lienzo de Murillo de la Catedral

Esta contestación hizo que el interpelado arremetiera contra las vasijas de las hermanas que se rompieron; ellas, por su parte, empujaron las parihuelas que al caer al suelo destrozaron del ídolo. Este hecho hizo que fueran apresadas y encarceladas, donde sufrieron crueles tormentos con el fin de conseguir su apostasía. Un tormento clásico era llevar a los condenados a pie y descalzos por unos montes, padeciendo torturas y vejaciones. La primera en morir fue Justa, siendo su cuerpo enterrado en un pozo de donde lo mandó sacar el obispo Sabino para sepultarlo cristianamente. A las pocas jornadas, Rufina fue decapitada y su cuerpo quemado de forma pública en el anfiteatro, de donde unos valerosos cristianos lo recogieron para brindarle culto y sepultura.

Esta breve aproximación a los primeros tiempos de la devoción es signo elocuente de la devoción a las Patronas de la Ciudad de Sevilla refrendado el título en el Misal propio de la Archidiócesis, "siendo los Patronatos de concesión pontificia sobre la ciudad los de san Isidoro, y el Principal sobre Sevilla y Archidiócesis de Nuestra Señora de los Reyes por gracia de Pío XII el 15 de agosto ante la súplica del pueblo sevillano en la figura del cardenal Pedro Segura y Sáenz", apunta el Cabildo.

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