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Los Servitas de Carmona. Un resurgir lleno de pasado

Reliquias de la provincia

El Viernes de Dolores se celebra en Carmona una procesión que recupera la estética de siglos anteriores con un paso que escapa del modelo común

Virgen de los Dolores, del siglo XVIII y atribuida a Petroni. / Fran Pérez

En esta serie hemos destacado a hermandades que conservan tradiciones y formas centenarias, las cuales han llegado a nuestros días sin interrupción. Muchas de ellas estuvieron vigentes en la capital hispalense, pero las modas y la necesidad de ajustarse a la rigidez de los horarios las hicieron desaparecer. En el capítulo de hoy traemos el caso de una corporación que no es hermandad y que, tras perderlo casi todo, ha sabido mantener el espíritu de los siglos anteriores, logrando en poco tiempo un patrimonio que se inspira en lo mejor del pasado.

Hablamos de la Orden Servita de Carmona. Para referirse a esta congregación hay que remontarse a 1233, en Florencia, cuando un grupo de comerciantes crea la casa madre que, años después, extiende por Europa central la devoción a la Dolorosa, traída desde oriente por los cruzados. En 1668 establecen la misa de los Siete Dolores el tercer domingo de septiembre y más tarde, la festividad litúrgica del Viernes de Dolores, que a partir de 1714 celebra toda la Iglesia, hasta que el Concilio Vaticano II, para evitar duplicidades, la limita al 15 de septiembre. Desde entonces sólo la conservan los Siervos de María, aunque algunas hermandades de la provincia que tienen por titular a la Virgen de los Dolores mantienen el culto principal el último viernes de cuaresma.

En Carmona, la devoción a esta advocación ancestral se remonta a 1734, cuando en la parroquia de San Bartolomé se organiza una congregación rosariana de mujeres que rinde culto a la Dolorosa de la Hermandad de Jesús Nazareno, agregada años más tarde a la Orden Servita para festejar el Viernes de Dolores. Décadas después los hombres se constituyen como Orden Tercera Servita. Es ahí cuando empiezan las disputas por el culto a la imagen, que quedan solventadas en 1783, año en que Carlos III decidió que la Orden Tercera se estableciera en el templo del Salvador (antigua iglesia jesuita, compañía expulsada entonces de España), su sede canónica actual. Es una de las tres órdenes que se mantiene, con carácter seglar, en Andalucía, sin que se haya convertido en hermandad. Las otras dos se encuentran en San Fernando y Cádiz.

El palio de la Virgen de los Dolores se inspira en los modelos antiguos. / Fran Pérez

Los terciarios carmonenses procedían de las clases más pudientes. Entre ellos había aristócratas que lograron reunir un valioso patrimonio, dispersado en la guerra civil. La contienda bélica provocó años de declive. Pese a ello, la orden logró mantener su actividad. En 1977 comenzó un periodo de revitalización que culminó en 1995 con la aprobación de la nueva regla de vida.

La Fraternidad de Carmona está constituida actualmente por 27 hermanos de promesa y 12 novicios (para la imposición del escapulario son necesarios años de formación teológica y pastoral). Junto a la orden se mantiene la Hermandad Servita, que forman 200 miembros.

La fraternidad venera a una imagen de la Virgen de los Dolores tallada en 1785. Aunque es de autor anónimo, los especialistas la atribuyen a Juan Bautista Petroni. Destaca por la forma de expresar el dolor, con gran serenidad y carácter introspectivo, muy del gusto de la orden servita.

La Dolorosa es una bellísima imagen del siglo XVIII. / Fran Pérez

Su culto principal se celebra el Viernes de Dolores, jornada que se inicia a las doce de la madrugada con la vigilia benedictina y que continúa al mediodía con la celebración de la eucaristía. Por la tarde, antes de que salga la procesión, se reza el vía matris, en el que se meditan los siete dolores de la Virgen. A las 20:30, del templo del Salvador, sale el cortejo formado por hermanos con traje y mujeres con mantilla.

Y si traemos esta procesión a la serie es por la manera en que la congregación, lejos de dejarse influenciar por los modelos que imperan en la capital andaluza, ha sabido mirarse a su pasado para diseñar el presente. El paso de palio en el que procesiona la Dolorosa se basa en los modelos que imperaron hasta el siglo XIX. Contiene ocho varales, con bambalinas rectas y metálicas, como las que realizó el orfebre Solís y Palomino para esta corporación en 1870, las cuales se fragmentaron hace varias décadas.

El preste tras el palio de la Virgen de los Dolores. / Fran Pérez

El palio actual está diseñado por Juan González. De estilo manierista, desarrolla un programa iconográfico que muestra la presencia de la mujer en la historia de la salvación, desde las matriarcas de Israel. El palio cumple su función principal al constituirse como la Shekinah o la sombra del Altísimo que ilumina a la Virgen. A ello se une la repetición del número ocho en los varales, las cartelas, los ángeles y los tondos, cifra relacionada con la Resurrección de Cristo.

Más detalles en esta recuperación del pasado. Los respiraderos se inspiran en la cerrajería de las catedrales españolas del XVII y en las cartelas lucen textos tomados de la primera letanía alemana a la Virgen de los Dolores (siglo XVI).

La Virgen de los Dolores durante su procesión el Viernes de Dolores. / Fran Pérez

Igual de importante es el ajuar de la imagen, que alterna dos mantos. Uno negro –con saya a juego– que contiene bordados de la centuria decimonónica y otro azul, bordado por las adoratrices de Jerez el siglo pasado. Acompaña a la comitiva la banda municipal de Mairena del Alcor, que interpreta marchas de corte clásico. Carmona ofrece, así, una oportunidad única de sumergirse en el pasado desde el presente.

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