Un número uno muy polifacético

Cofrades para la historia

Antonio Delgado Roig (1902-2002). Fue autor de la Basílica del Gran Poder y de innumerables obras en iglesias sevillanas. Era hermano número uno del Silencio, del Baratillo y del Sevilla Fútbol Club

Antonio Delgado Roig
Antonio Delgado Roig
Luis Carlos Peris

06 de marzo 2017 - 00:00

Casualidades de la vida y así como el Marqués de Contadero ha sido el único personaje que ha presidido los dos clubes de la ciudad, Antonio Delgado Roig, don Antonio Delgado Roig, ha protagonizado la curiosa especie de haber sido hermano mayor de dos cofradías al mismo tiempo. Si Betis y Sevilla tuvieron un presidente común, las hermandades del Silencio y del Baratillo pueden vanagloriarse de haber sido dirigidas simultáneamente por el mismo hombre, por un personaje que a su muerte era el hermano número uno de ambas.

Estamos ante uno de los grandes hombres de la Sevilla del Siglo XX y ante el recuerdo a don Antonio hay que rendirse de forma incondicional hasta arrancar esta entrega periodística con el sombrero en la mano como señal de respeto y de consideración. Digamos que Delgado Roig nació en la sevillanísima calle Tetuán, en el número 20, lugar emblemático de la época, la farmacia El Globo. Nació en el seno de una familia eminentemente de boticarios, pues a la reseñada farmacia del centro había que añadir la de El Sol, situada en el arrabal y guarda trianero.

Antonio era el menor de siete hermanos, aprendió las primeras letras con las monjas del Santo Ángel y luego pasó al colegio que los jesuitas tenían en Villasís esquina a Orfila. Ahí hizo el Bachillerato entero a la par que la influencia familiar le hacía aficionarse a la Semana Santa. Mientras veía con envidia cómo sus hermanos vestían el negro ruan de la Madre y Maestra, él iba curtiéndose con la túnica azul del Baratillo a la espera de contar con la edad que le permitiese hacer estación de penitencia en el Silencio.

Aprobó en la Universidad de Sevilla los preceptivos dos cursos de Ciencias que permitían matricularse en Arquitectura. Cursó la carrera en el único sitio posible en aquella época, Madrid, y la culminaba con brillantez en 1929, justo cuando Sevilla se embelesaba con lo que arquitectos como Juan Talavera o Aníbal González habían proyectado para la Exposición Iberoamericana. Y será en el estudio de Talavera donde Antonio haga un aprendizaje que duraría tres años, el tiempo que tardó en montar gabinete propio en compañía del hombre que sería compañero inseparable a lo largo de toda su vida, Alberto Balbontín de Orta.

Por aquel entonces, en 1931, nuestro personaje había contraído matrimonio con Concepción de Pazos Quijada. Tras un breve espacio de tiempo viviendo en la Plaza de Argüelles, hoy de San Pedro, se mudaron a una casa solariega en la cercana Sales y Ferré para, a finales de los cincuenta, ir a la morada definitiva en Carlos Cañal. La pareja tuvo tres hijos, María Luisa, Inmaculada y Joaquín. Tres también eran las aficiones que distraían a nuestro hombre en el tiempo que le dejaba libre la Arquitectura. Un tiempo que había de buscar trabajosamente, pues Delgado Roig era un profesional muy requerido en una Sevilla en la que los arquitectos se contaban con los dedos de una mano o poco más. Esas aficiones eran sus hermandades, el Sevilla, del que también era socio número uno, y la colombofilia, afición que desarrollaba en su azotea de Carlos Cañal.

Y hasta compaginó profesión con vocación, pues las hermandades de Sevilla están llenas de las señas de identidad del arquitecto Antonio Delgado Roig, casi siempre en compañía de su compañero y, sin embargo, amigo Alberto Balbontín. Innumerables fueron las obras diseñadas por Delgado Roig para las hermandades, pero destacan sobremanera dos, la Basílica del Gran Poder y la reconversión de la casa hermandad de la Estrella en la capilla que, en calle San Jacinto, acoge a dicha hermandad trianera. La Basílica del Señor de Sevilla, por cierto, la proyectó bajo la forma circular del Panteón que el cónsul Agripa levantó en Roma.

Fue Delgado Roig profesor de Perspectiva en la Escuela de Bellas Artes hasta que ganó plaza por oposición como arquitecto del Ayuntamiento de Sevilla donde dirigió hasta su jubilación el servicio de Conservación de Edificios Municipales.

Académico numerario de la de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría desde 1939 y Medalla de Oro de la misma en febrero de 1989, Delgado Roig ejerció la Arquitectura hasta 1984. Cincuenta y cinco años de profesión en la que, por supuesto, tuvo enorme incidencia su vocación cofradiera. Hermano de Silencio, Baratillo, Montserrat, Aguas, Estudiantes y Todos los Santos fue nombrado hermano mayor del Silencio en 1973 y poco después del Baratillo, que atravesaba por una situación comprometida.

A nueve meses de cumplir cien años, don Antonio Delgado Roig fallecía. Era el 19 de febrero de 2002 y llegaba a su meta como número uno en todas las instituciones en que militaba y cuatro años después de que el Ayuntamiento de Sevilla, en realidad su casa durante tantos y tantos años, hubiese acordado incluirle en el nomenclátor del callejero. Y aquel día de 1998 experimentaría don Antonio una de sus últimas emociones al develar el rótulo 'Arquitecto Delgado Roig' para una calle de su Sevilla.

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