La sastrería de los pregoneros
Manuel Ibáñez realiza cada año el chaqué para el protagonista del Domingo de Pasión
Entrar en la sastería de Manuel Ibáñez, en el principio de la calle Asunción, es acceder a un rincón de la historia de Sevilla. La pared que da la bienvenida al cliente es un pequeño museo fotográfico. "Es una pared con encanto", define Ibáñez. Casi todos los pregoneros de las últimas décadas comparten espacio con amigos del sastre. Todos con algo en común: el chaqué. Un elegante traje reservado para las ocasiones especiales. El pregón de la Semana Santa de Sevilla es uno de ellos.
Manuel Ibáñez, nacido y bautizado en la calle San Jacinto, explica su cuaresma a través de su relación con el pregonero. "Al principio vienen muy tranquilos, pero cuando se va acercando el día se notan los nervios", reconoce este sastre. "Tienen mucho estrés durante la cuaresma y bajan o ponen peso", explica Ibáñez refiriéndose a los arreglos que tiene que ir haciéndole al traje hasta la semana previa al Domingo de Pasión. Ese día se muestra el granito de arena que pone esta sastrería en la Semana Santa.
José Ignacio del Rey, que ha quedado encantado con el resultado final, ha sido el último en pasar por las manos de Ibáñez, que cuenta sonriente su infancia en las hermandades de la Estrella y del Silencio. Además de su vinculación con la Virgen de los Reyes, patrona de los maestros sastres de Sevilla. Está orgulloso de su formación cofradiera y defiende su oficio y su producto estrella: el chaqué. Hace hincapié en la personalización que debe tener: "la misma prenda no le puede servir a una persona y al que viene con él". Alude a que cada cuerpo es diferente. Por tanto, cada chaqué debe debe ser único. El del pregonero, que en Los Remedios tiene su sastrería, así lo es.
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