Salve, Reina de la Piedad

El arzobispo de Sevilla a la hermandad: "También le habéis puesto a la Piedad la corona de la solidaridad, de contemplar a Cristo en el hermano necesitado y poner remedio a sus males"

El hermano mayor del Baratillo: "Hoy hemos cumplido un sueño"

Monseñor Saiz sobre la coronación de la Piedad del Baratillo: "Ha de ser un momento de gracia"

Del XVII al hoy: los que hicieron posible el Baratillo

Momento de la coronación de la Virgen de la Piedad
Momento de la coronación de la Virgen de la Piedad / José Luis Montero

Por fin ha llegado el momento en el que se ha cumplido el sueño de ver coronada a la Virgen de la Piedad. Un anhelo en el que han estado muy presentes, desde el cielo "azul Baratillo", todos los que "nos precedieron y nos enseñaron a venerar a esta bendita imagen", proclamaba un emocionado Luis Fernando Rodríguez tras una ceremonia en la que se ha respirado mucho Arenal, pero sobre todo mucha devoción.

El 14 de septiembre es la festividad de la Santa Cruz, titular de la hermandad del Miércoles Santo, recordaba el arzobispo, José Ángel García, durante la homilia de una misa de la coronación donde la Piedad siempre ha estado muy presente. Preciosa la música del del Grupo de Cámara Sacra, dirigido por Arturo Artigas Campos, así como del órgano en las manos de Pedro Luengo. Mucho ha tenido que ver para crear el recogimiento que ha existido durante toda la celebración eucarística, rota solo por los aplausos sentidos, cerrados y serios -porque en Sevilla se aplaude con seriedad- después de que el arzobispo colocara la corona de espinas bajo el Cristo de la Misericoridia y la diadema sobre la cabeza de la Virgen de la Piedad. Imposible dejar de aplaudir tras la misa, cuando el hermano mayor del Baratillo ha entregado una réplica de la imagen coronada a monseñor Saiz Meneses.

Parecía que las emociones de todos los presentes -y algunos ausentes- iban metidas en ese abrazo en el que se han fundido hermano mayor y arzobispo. El prelado recordó durante su homilía que con esta coronación canónica "nos comprometemos a que reine en nuestros corazones, en nuestros hogares, en nuestra Hermandad, en Sevilla. Le pedimos que nos enseñe a responder con generosidad a la llamada de Dios, a caminar en la fe y la esperanza, a mostrar su piedad y misericordia especialmente a los pobres, a los que sufren, a los indefensos, a los más necesitados".

En este sentido, Saiz Meneses realizó un paralelismo entre la corona como "joya material, una preciosa diadema, elaborada con las aportaciones de muchos hermanos, devotos y hermandades, que seguramente estáis aquí presentes" y la espiritual "que se va cincelando a lo largo de toda la existencia: la corona de nuestra conversión personal, de la humildad, de la actitud de servicio; la corona de la evangelización, de una sólida formación, de la defensa de la fe, del testimonio de palabra y de una vida ejemplar; la corona de la solidaridad, de contemplar a Cristo en el hermano necesitado y poner remedio a sus males. Así lo habéis cumplido con una ayuda económica al Convento de la Encarnación, con el sostenimiento del comedor social de las parroquias de Los Pajaritos, y con la creación y sostenimiento, junto con Pastoral Gitana, de una escuela multideportiva y de inclusión para niños y jóvenes en la Parroquia de S. Pío X, en el Polígono Sur. Que esta corona espiritual sea siempre un rasgo distintivo de nuestra Hermandad".

El arzobispo, aplaudiendo, justo después de colocarle la diadema a la Piedad
El arzobispo, aplaudiendo, justo después de colocarle la diadema a la Piedad / José Luis Montero

El arzobispo recordó la visita al taller de los Hermanos Delgado en el cincelado de la diadema y no dejó de aplaudir a la imagen de la Piedad una vez terminado el rito de la coronación como uno más de los devotos que abarrotaban la nave central de la Catedral. Una misa estacional que comenzó a las 10:30 cuando por el pasillo central y hasta el altar del Jubileo se acercaba la diadema portada por reconocidos hermanos del Baratillo. Uno de ellos, Joaquín Moeckel.

Entre el público, numerosos hermanos y devotos, y muchas señoras elegantemente tocadas con la mantilla. La ciudad sabe de etiquetas y protocolos más allá del presuntuoso dress code que se añaden a muchas invitaciones. En los primeros bancos, las autoridades. El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, acompañado por varios concejales, el portavoz del PSOE municipal, Antonio Muñoz, y la portavoz de Vox, Cristina Peláez, los consejeros de Turismo e Industria de la Junta de Andalucía, Arturo Bernal y Jorge Paradela; el delegado del Gobierno de Andalucía en Sevilla, Ricardo Sánchez; autoridades navales y de las Fuerzas Terrestres o el rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro. También se pudo ver al hermano mayor de la Carretería, la hermandad vecina de barrio de la corporación del Miércoles Santo, al presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías, Francisco Vélez, entre otros. No faltaron ni los equipos de fútbol de la ciudad, con Joaquín Fernández, del Betis, y José María del Nido Carrasco, presidente del Sevilla.

Pero más allá de las autoridades civiles y militares y personas de la llamada sociedad, estaba la emoción de muchos baratilleros de rezo susurrado, casi mudo, en la capilla vecina de la Real Maestranza. De mujeres, como Conchi que sabe qué es luchar por sanar y ver cómo la vida te da una segunda oportunidad y que no ha dudado en colocarse su mantilla para acompañar a la Madre de la Piedad y a su Hijo. Esta tarde su nieto Miguel Ángel hará lo mismo pero con el uniforme de la banda del Sol por las calles de Sevilla. Baratillo de padres a hijos, de abuelos a nietos.

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