Una Sacra Conversación en La Exaltación después de 120 años

La priostía ha dispuesto esta imagen una vez ha culminado el besamanos de la Virgen de las Lágrimas

La última vez fue en marzo de 1904, en una salida procesional

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Una Sacra Conversación en Santa Catalina
Una Sacra Conversación en Santa Catalina / Raúl López

Una instantánea que no han conocido las actuales generaciones de cofrades tanto de Santa Catalina como de toda la ciudad. El equipo de priostía de la hermandad de la Exaltación, encabezado por Raúl López, ha dispuesto, de manera casi improvisada y por sorpresa, una imagen insólita que vuelve a cobrar vida ahora en color. En concreto, la Virgen de las Lágrimas se encuentra acompañada por las tallas de San Juan y María Magdalena, formando lo que se conoce como Sacra Conversación, una iconografía relativamente habitual en la Semana Santa de antaño y que hoy solo conserva, bajo palio y en la calle, la Virgen del Sol, sin contar la que traza la hermandad del Valle una vez finaliza su estación de penitencia.

Esta estampa se ha producido en el transcurso de las tareas de desmontaje del besamanos de la dolorosa, celebrado este pasado fin de semana. La última vez que se dispuso una Sacra Conversación en esta cofradía, según la documentación, fue el 31 de marzo de 1904, un Jueves Santo, hace exactamente ciento veinte años, por lo tanto, más de un siglo. Sin embargo, y rebuscando en los archivos, nos trasladamos incluso más de dos centurias atrás en el tiempo para encontrar la primera referencia a esta iconografía en la hermandad de Santa Catalina. La primera vez que se dispuso este conjunto fue el 11 de abril del año 1800, también en una estación de penitencia un Jueves Santo. Sin duda, una imagen para guardar en los archivos y que Dios sabe cuándo volverá a repetirse.

La Virgen de las Lágrimas, para este último besamanos, ha ofrecido una estética curiosa que ha despertado la expectación entre los cofrades. La imagen se ubicaba bajo el techo de palio diseñado Juan Manuel Rodríguez Ojeda para su paso, a principios del siglo XX. Se empleó para la ocasión la saya azul, obra de Teresa del Castillo (1874), y el manto de salida, obra de Olmo (1919). Pero sin duda lo más especial ha sido el uso de la ráfaga y media luna, datadas a principios del siglo XIX y cedidas por la hermandad de Santiago de Aznalcázar, y que forman parte del ajuar de la Virgen de las Angustias. Porta la corona de salida, obra de Seco Imberg de 1938 y luce enjoyada con una muestra significativa de su conjunto de piezas, entre las que destaca la cruz pectoral, el puñal, obra de Raúl López (2004), y la leyenda "Lágrimas", de Ricardo Comas (1990).

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