Los rezos más tempraneros
PLAZA de San Lorenzo. Diez minutos para las nueve de la mañana. Una fila de devotos que llega hasta el azulejo de la Virgen del Dulce Nombre que hay en la fachada de la parroquia aguarda a que abra la basílica para visitar al Señor. La plaza todavía no ha despertado al Jueves Santo. El bar El Sardinero, como el templo, está también cerrado. Unos policías locales, junto con la grúa municipal, se aprestan para dejar las calles adyacentes expeditas para la noche. Un camión de Cruzcampo reparte por la zona. Unos operarios montan un practicable para que emitir por la noche la salida de la cofradía.
Suenan las campanas de la espadaña de la basílica. Ya son las nueve. Puntualmente se abren las puertas mientras en la torre de San Lorenzo comienza también a marcar la hora. Los devotos se encuentran con el Señor que luce en su paso de la manera más humilde: con su túnica morada lisa de estreno. Los rezos se arremolinan en torno a él. Tal vez la visión del año próximo sea muy diferente y lleve una de sus magníficas túnicas bordadas. Motivos hay para ello. En 2015 se cumple medio siglo del traslado del Señor a su basílica. Un aniversario que justifica algo extraordinario. La hermandad prepara un importante calendario de actos y cultos y el hermano mayor, lo hizo en estas mismas páginas, ya ha dicho que durante su mandato el Señor saldrá algún año con túnica bordada. Así lo hizo siempre, como dicta la tradición y la liturgia, hasta que en 1910 estrenó la vestimenta lisa.
Poco a poco más fieles van llenando la basílica. Todavía no hay mujeres de mantilla. Mucho foráneo con cámara en ristre trata de no perderse ningún detalle. Lo comentan todo. El dorado del paso, las flores, la túnica... También se detienen en el paso de la Virgen del Mayor y Traspaso, clásico y sobrio como siempre. Fuera, El Sardinero ya ha abierto. Para ellos el día también será largo, muy largo. El olor a café y tostada ya es evidente. Media junta de gobierno del Silencio desayuna antes de visitar al Señor.
De basílica a basílica apenas hay veinte minutos. Es pronto aún para ver el trasiego de lazos verdes y morados por calles como Conde de Barajas, Correduría, Feria, Escoberos, Bécquer... En la Macarena todo está preparado. El entorno, por fin, luce nuevas banderolas que recuerdan la efemérides que se está celebrando: el medio siglo de la coronación canónica de la Virgen de la Esperanza. Aquí también actúa la grúa. La cola todavía no es demasiado larga. Es rápida. Nada que ver con lo que pasará conforme pasen las horas. Los pasos de esta cofradía, como sucede con los del Gran Poder, lucen como siempre: claveles rojos el Señor de la Sentencia y blancos, con rosas de pitiminí en las jarritas delanteras, la Virgen de la Esperanza. El Señor con esa túnica bordada parece sacado de una fotografía en blanco y negro de principios del siglo pasado. La Virgen reestrena la magnífica saya de los volantes, una obra de Victoria Caro y Lola Oliveras que ha sido restaurada por Charo Bernardino. Todo es alegría en el otro epicentro devocional de la ciudad. Alegría que comparten dos hermanos: Rafael y José Ramón Ríos. El primero se estrena como costalero del Señor de la Sentencia tras 16 años de espera. Los últimos seis ha estado saliendo de aguador. No puede ocultar su alegría. "Qué te voy a decir". Lo que sí cuenta es que las figuras del misterio, tras muchos años, llevan las ropas que les diseñó Luis Becerra y bordó Francisco Carrera. El otro Ríos, Pepe, se estrena como armao. Ha estado once años de aspirante. Su estreno fue como escolta de la Virgen de la Esperanza. "Estaré media hora más o menos y luego paso al Señor". Son cuatro los aspirantes que han entrado nuevos. Pepe se aventura a imaginar lo que vivirá en unas horas: "Sentiré lo que llevo once años esperando. Me acordaré de mucha gente. Esto es un sueño para mí. Disfrutaré mucho con la Madrugada, con el recorrido de esta tarde y la visita al hospital, o en Sor Ángela con el recuerdo a una tía de mi padre que era hermana de la cruz. Llegar al Gran Poder será el culmen. Primero cuando vea en San Lorenzo el azulejo de mi Virgen del Dulce Nombre y luego con el Señor, la devoción de mi abuela".
Por la Ronda se llega hasta el santuario de los Gitanos. La Saeta suena como bienvenida al visitante. Aquí la escolta a los pasos la componen los miembros de las dos formaciones musicales de la corporación. El acceso es fluido. Las primeras mantillas -también las había en la Macarena- ya se dejan ver. Todo está preparado para la salida de esta noche. A la mente vienen las magníficas procesiones de la Virgen de las Angustias el pasado mes de octubre con motivo del 25 aniversario de la coronación canónica.
Al filo de las 10:30 el arzobispo, monseñor Asenjo, se dirige a los hermanos de la Esperanza de Triana en la Capilla de los Marineros en el día del amor fraterno: "Que os améis, que os queráis, que os ayudéis. Que seáis capaces de pedir perdón y de serviros unos a otros. Sino, por muy hermosos que sean vuestros cultos, estaremos en la antesala del Cristianismo. Las divisiones son un obstáculo para la evangelización. Hay que trabajar por la unión". Los dos pasos están espléndidos y reciben las alabanzas de los fieles. El Señor con lirios morados y la Virgen con flores variadas entre las que destacan las rosas y los gladiolos. Hay muchas ganas de Madrugada en Triana. Es digno de admirar cómo los vecinos se vuelcan con su cofradía. Son innumerables las colgaduras y las alusiones a la Virgen de la Esperanza que hay en la calle Pureza o el Altozano.
Las dos cofradías más sobrias de la Madrugada se encuentran al otro lado del río. En la Magdalena las visitas al Calvario y a la Quinta Angustia se funden en una sola cola. Mucho turista a media mañana ataviado de forma poco decorosa. Las agencias de viajes, o el propio Ayuntamiento, deberían dictar una serie de recomendaciones, que también se podrían entregar a algunos sevillanos, para que sepan cómo hay que vestir o comportarse.
Más de mil nazarenos pondrá en la calle la Hermandad del Silencio, algo que supone un quebradero de cabeza para la hermandad que los tiene que distribuir en el atrio y otras dependencias de San Antonio Abad, ya que por un acuerdo de cabildo de principios del siglo XX no pueden formar en el interior de la iglesia. No hay que buscar novedades en esta cofradía. Lo que está bien no hay que tocarlo. Todavía está cerrado el azahar del paso de la Virgen de la Concepción. Conforme avancen las horas la flor comenzará a abrirse a desprender todo su olor. LLeva más que nunca. Esta archicofradía celebrará el año que viene el cuarto centenario desde que hizo voto de sangre en defensa de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Como en el Gran Poder habrá actos extraordinarios.
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