El retablo de Martínez Montañes resurge en la iglesia de la Anunciación
La restauración del retablo de San Juan Bautista devuelve todo el esplendor a una obra que destaca por su composición y la calidad de las tallas y las policromías de Juan de Uceda.
Uno de los mejores trabajos de Martínez Montañés para Sevilla resurge de la oscuridad. El retablo de San Juan Bautista, en la iglesia de la Anunciación, se somete desde el pasado mes de enero a un profundo trabajo de restauración que está desarrollando la empresa especializada Ágora. La excepcional calidad de la obra, cuya policromía y pinturas en tabla se deben a la mano de Juan de Uceda, se pone de manifiesto a cada paso que dan los restauradores. Los relieves que ya se han limpiado revelan la maestría del Montañés en unas composiciones atrevidas que son el germen del mejor naturalismo barroco. La riquezas de las encarnaduras, las expresiones de los rostros, la decoración de los ropajes, los paisajes, van a llamar poderosamente la atención de los visitantes cuando, tras el verano, el andamio de diez metros que cubre el retablo sea retirado y vuelva a lucir en todo su esplendor.
El retablo de San Juan Bautista está compuesto por nueve relieves escultóricos y por trece pinturas colocadas en los laterales, hechas por Juan de Uceda. En la escena central se representa el Bautismo de Cristo y, en el ático, la Visitación de la Virgen a Santa Isabel. Tras el completo estudio sobre el retablo y la propuesta de conservación realiza por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), la Universidad de Sevilla, titular de este bien (y de la iglesia de la Anunciación), adjudicó la restauración a Ágora. Desde enero, los técnicos, comandados por Juan Aguilar, se enfrascaron en la intervención. "Con esos análisis comenzamos la restauración. No hemos encontrado nada que no estuviera ahí recogido. Los estudios previos te trazan el camino, luego es la intervención diaria la que te marca lo que hay que hacer. Tras los primeros ensayos estamos en el momento en el que la propia obra nos empieza a hablar y a decirnos cosas", señala Aguilar.
La limpieza
La primera fase de los trabajos consistió en la fijación y consolidación de todos aquellos elementos que estaban a punto de desprenderse. Posteriormente, se realizaron los ensayos de limpieza y, ahora, se procede a limpiar los relieves, las tablas y los diferentes elementos arquitectónicos. Es la fase más lucida de todo el trabajo y ya está dando sus frutos. El dorado, realizado con con un oro de excelente calidad, se está limpiado con láser, una técnica que da unos resultados espectaculares: "Nos permite eliminar estratos y suciedad dentro de los poros, pero con gran sutileza y suavidad. Evita la erosión y el daños en un elemento de extrema debilidad".
Una de las ventajas con la que cuentan los restauradores es que el retablo no ha sufrido una gran intervención previa. Tan sólo tiene algunas afecciones provocadas por el traslado desde el convento del Socorro, para donde fue realizado, en el año 1972 a la Anunciación. Entonces, se utilizaron clavos y elementos métalicos para unir las piezas, normales en esa época, pero no válidos: "Afortunadamente, los buenos materiales de la obra y el estado de conservación aceptable están permitiendo una intervención muy interesante. Que no se haya tocado es una gran satisfacción. Tenemos que luchar con el envejecimiento propio de los materiales originales".
El traslado a la Anunciación
La ejecución del retablo, al ser un bien mueble acoplado a un inmueble, se termina en el propio lugar. Cuando pasan los siglos, la obra tiene a fosilizarse y a quedarse como una sola pieza. Al ser desmontado y trasladado, se perdieron algunas piezas, sobre todo en la parte baja: "La consolidación que se hizo de las piezas no está considerada hoy como correcta. Hubiéramos utilizado espigas de madera en lugar de clavos. La falta de algunas piezas rompían la unidad estética. Por ejemplo, hemos reproducido en una impresora 3D un trozo de moldura en plástico y se ha matizado en rojo". Las escenas también tienen alguna falta volumétrica, que no se reintegrarán al no distorsionar la visión del conjunto.
Los relieves presentaban varias capas de barnices, unos originales y otros modernos muy ennegrecidos y unos repintes muy toscos totalmente torcidos. "Van a a llamar mucho la atención. El del Bautismo es espectacular. Tienen una gran riqueza compositiva y una fantástica perspectiva. Martínez Montañés también era un maestro de la escenografía. Las escenas son como clichés cinematrográficos. Las expresiones, las poses, todo recrea un momento idílico. Todo está hecho con gran detalle y exquisitez. Está a un nivel al que muy pocos artistas pueden llegar".
Policromía mate de gran riqueza
Los análisis han revelado que los relieves están hechos en madera de castaño policromada con la técnica del estofado. "Se dora la escena y se pinta encima. Luego se va rallando el dorado hasta sacar el dibujo". Mediante diferentes disolventes se está eliminando el humo de las velas, los barnices oxidados y los depósitos de suciedad:"Estamos descubriendo una policromía de una gran riqueza. Con un sinfín de matices". Esta policromía se funde con los paisajes que hay detrás de las escenas, dando una gran profundidad al conjunto.
Una característica que presenta las imágenes es que cuentan con una policromía mate, como resalta Luis Méndez, director general de Patrimonio de la Universidad de Sevilla: "Así se especifica en el contrato. El primero que utiliza la policromía mate es Pacheco en el San Ignacio, también de Martínez Montañés, de la Anunciación. Lo hace así para aumentar el realismo, como explica en su Arte de la Pintura. Dice que la pintura con brillo al reflejar la luz no llama a la devoción".
El director de Patrimonio de la Universidad de Sevilla destaca la labor de Juan de Uceda en su faceta de policromador y pintor: "La policromía en un momento determinado se convierte en un elemento pictórico más. Esto no es habitual. Hoy está olvidado, pero era alcalde veedor del gremio de pintores".
Estilísticamente, el retablo de la iglesia de la Anunciación presenta muchas semejanzas con el realizado para San Isidoro del Campo y el de las concepcionistas de Lima (Perú). Como explica la leyenda en el propio retablo, se terminó el 22 de junio de 1620, aunque fue contratado diez años antes. "Es uno de los mejores retablos que hace para Sevilla. Tiene mucho que ver con el inicio del naturalismo barroco. Aparece el mejor Montañés. Utiliza un lenguaje clásico, pero ya introduce las nuevas concepciones naturalistas barrocas", subraya Méndez.
La Universidad de Sevilla tiene previstos recopilar en una publicación la rehabilitación integral del retablo. Además, seguirá invirtiendo en la recuperación de los tesoros de la Anunciación, cuya gran intervención, que costará unos 4,5 millones de euros, sigue pendiente. "Vamos a restaurar la Alegoría de la Eucaristía de Juan del Castillo", añade Luis Méndez.
Para que los visitantes puedan informarse del proceso de restauración del retablo se ha puesto una pantalla con un vídeo explicativo que se va renovando según avanzan los trabajos.
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