La restauración de la Esperanza de Triana sitúa su origen en el siglo XVIII
Reposición al culto
Han aparecido restos de policromía de esa centuria en algunas zonas de la dolorosa
Se descarta que las manos sean de Castillo Lastrucci, que colocó las de una imagen antigua
Cuenta atrás en la calle Pureza. Así fueron las otras restauraciones de la Esperanza de Triana
El origen de la Esperanza de Triana está en el siglo XVIII. La restauración conservativa que Pedro Manzano ha efectuado sobre la sagrada imagen –que se repondrá este sábado al culto en la Capilla de los Marineros– corrobora la teoría que se venía barajando los últimos años, que apuntaba a que su hechura primitiva es anterior a la que en un principio se había planteado. No se trataría, por tanto, de una dolorosa realizada por Juan de Astorga, como se ha venido atribuyendo desde antiguo, sino que, en todo caso, el imaginero romántico intervendría sobre ella.
Esta afirmación se basa en los datos obtenidos de las seis muestras de policromía extraídas de la sagrada imagen y que han sido objeto de un estudio estratigráfico mediante lupa binocular y análisis químico. De dicho trabajo se concluye que la policromía más antigua (posiblemente la original) presenta preparación de yeso fino y cola animal, rematada por una carnación fina en espesor y compuesta por una mezcla tradicional de pigmentos, muy al uso en el intervalo comprendido entre el siglo XVIII y primera mitad del XIX.
Pedro Manzano ha añadido este viernes, durante la rueda de prensa ofrecida por la hermandad, en la que también han participado el hermano mayor de la corporación, Sergio Sopeña, y el historiador de Arte y miembro de la comisión de la restauración, José Ignacio Sánchez Rico, que se han encontrado restos de tierra amarilla en las muestras citadas, un componente habitual en las policromías de finales del siglo XVII y principios del XVIII.
Un dato "objetivo"
Ante este dato “objetivo”, y a falta de un debate contrastado con especialistas en Historia del Arte, el restaurador, a preguntas de los medios de comunicación, se inclina por pensar que el origen de la imagen (que ha sufrido notables alteraciones durante su historia) podría situarse en el siglo XVIII, siempre con las premisas que requiere este tipo de afirmación. Concretar una fecha y una posible autoría resulta ya mucho más complicado.
Lo que sí queda claro que Luis Álvarez Duarte, en la restauración que le practicó en 1989, no retiró por completo las policromías antiguas. Lo hizo con la que le aplicó Antonio Castillo Lastrucci en 1929, que había sufrido un profundo ennegrecimiento. De hecho, el resto de policromía más antigua se ha encontrado tras la oreja izquierda, una zona de poca alteración al no formar parte de la mascarilla.
También se han practicado análisis en las maderas que componen el icono sagrado, de los que se ha concluido que las que forman el cuerpo son de pino y la de las manos, de cedro. Precisamente las manos protagonizan otro de los datos más importantes que ha aportado la restauración. Se puede afirmar que no son obra de Castillo Lastrucci, aunque se incorporaron a la dolorosa tras la restauración efectuada en su taller en 1929. El imaginero pudo emplear las de una imagen antigua, una práctica que, según Manzano, era muy habitual.
Las fases de la restauración
El proceso de restauración y conservación ha contemplado varias fases. En primer lugar, la consolidación estructural del cuerpo, con la extracción de elementos metálicos, el cierre de grietas y fisuras, la aplicación de una resina acrílica para consolidar la madera calcinada del cuerpo (debido al incendio sufrido en 1898), el entrapado de las uniones, estucado, enrasado y reintegrado cromático del cuerpo.
En segundo lugar, se ha practicado un tratamiento sobre la policromía, con la fijación de las zonas con problemas de desprendimiento (en sienes, frente y cuello por el efecto de los alfileres). Además, se han repuesto estucos en las zonas de pérdidas, con reintegración cromática en ellas.
Otra fase ha consistido en la limpieza del vidrio de los ojos y de las lágrimas. Se ha consolidado, además, un tercio de la pestaña del ojo derecho. Se han ampliado y mejorado los sistemas de protección de la encarnadura, con corpiño, gorro y muñequeras para evitar el roce de los alfileres. Por último, se han sustituido elementos funcionales, como brazos, candelero, la sujeción de la corona, la del cuerpo al candelero (que ahora es de cedro y con 12 tablones) y al paso.
Se trata, en suma, de una restauración que, además de conservativa, tiene un carácter científico por lo datos que se han obtenido a partir de ella y que sirven para aportar más información sobre la hechura primitiva de esta imagen y de las transformaciones que ha tenido a lo largo de su historia. Es la primera intervención documentada de esta tipología que se le ha practicado a la dolorosa. En los análisis se han empleado técnicas como microscopia óptica por reflexión y transmisión, espectroscopía y cromatografía en fase gaseosa. La datación de las policromías se ha llevado a cabo en los laboratorios madrileños Larco Química y Arte S. L.
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