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El valor de la herencia recibida de los mayores

La voz de la experiencia

Manuel Rodríguez. Lo ha sido todo en la Hermandad de la Soledad, salvo hermano mayor.

Como delegado del Lunes Santo y la Madrugada ha experimentado los problemas de horarios que asfixian a las cofradías en la actualidad.

Manuel Rodríguez ante la Virgen de la Soledad. / M. J. López
Juan Parejo

13 de marzo 2017 - 07:00

Por su amplia trayectoria y experiencia es una voz muy a tener en cuenta en el universo cofradiero. Lo ha sido prácticamente todo en su Hermandad de la Soledad, salvo hermano mayor; y ha ostentado cargos de responsabilidad en el Consejo de Cofradías, primero con Antonio Ríos y después con Manolo Román. Se maneja con mucha soltura en asuntos logísticos y no esconde que las únicas soluciones viables para arreglar los cruces de la Madrugada, como él mismo estudió cuando fue delegado, son un cambio de orden o hacerla al revés. Habla de cuando las hermandades tenían una idiosincrasia propia y los mayores transmitían sus conocimientos a los jóvenes, o de la disposición que otrora tenía la autoridad eclesiástica para con los asuntos cofradieros.

"Hemos crecido mucho cuantitativamente. Es muy complicado cómo se está poniendo la Semana Santa en cuanto a participación. Cualitativamente el análisis es más complejo. No sé si hemos evolucionado o involucionado", responde cuando se le pregunta por su visión de las cofradías en la actualidad. Hermano de la Soledad desde su nacimiento, fue José de Rueda Carrión quien lo llama para entrar en la junta de gobierno como secretario segundo. Eran los primeros años de la década de los 70 y no era tan fácil formar parte de la oficialidad: "Había que tener el visto bueno de las dos o tres personas que mandaban. Quizá aquello era como un examen de selectividad".

Entonces, en las cofradías se vivía un ambiente familiar muy distinto al de ahora: "Antes, era un número muy pequeño de hermanos el que vivía la hermandad. Ahora todo eso ha cambiado mucho, y los relevos dentro de las cúpulas son mucho más variados. Muchas cofradías están dirigidas por cierto tipo de personas que no conocen realmente lo que éstas son, aunque sean hermanos de nacimiento. Yo aprendí lo que era la hermandad de los mayores. Ahora llegan ya aprendidos".

Defensor acérrimo de esa herencia recibida, considera que actualmente hay una globalización un tanto perjudicial: "Tenían una idiosincrasia propia. Ahora hay conceptos que se exteriorizan y se ponen en práctica en todas las hermandades, cuando cada una debería conservar su sello y personalidad".

Entre 1992 y 2000 fue delegado del Lunes Santo. En esos años, ya comenzó a advertir los problemas derivados de los horarios, principal escollo logístico de la Semana Santa de hoy, en hermandades como San Gonzalo y, posteriormente, el Beso de Judas: "El incremento de nazarenos hace impensable que se puedan realizar las estaciones de penitencia en el tiempo establecido. Yo no le veo solución, salvo que se autolimiten las propias hermandades o que se adelanten los horarios, y las hermandades no se ponen de acuerdo". Tampoco cree que, como sucede el Martes Santo, una cofradía se tenga que recoger a las cuatro de la mañana: "Es un horario más propio de la Feria".

En su segunda etapa en el Consejo, entre 2004 y 2008, fue delegado de la Madrugada, la jornada más compleja, con un problema importante en los cruces: "Entiendo que siguen sin solucionarse". Opina que el Gran Poder debe volver por su itinerario natural, "aunque es complicadísimo". En sus cuatro años estuvieron estudiando a fondos las posibilidades para remodelar el día y llegaron a una serie de soluciones que se desecharon porque no fueron respaldadas por todas las hermandades: "La única solución viable es un cambio de orden y entiendo que no está en la mente de las hermandades. Hacerla al revés (comenzando por la Catedral) es viable y se estudió en su momento. Es una solución perfecta".

Echa en falta una mayor implicación y toma de decisión de la autoridad eclesiástica en los asuntos cofradieros. Recuerda, por contra, el criterio y la disposición de Antonio Domínguez Valverde como vicario general: "Tenía una gran confianza en el Consejo". Relata que cuando se decretaron que los penitentes tenían que ir de tres en tres, una hermandad se refirió a que sus reglas no se lo permitían: "Los citó para dispensarle de esa regla".

Acumula decenas de vivencias tanto en el Consejo, fue un testigo de excepción del encuentro de las Esperanzas en la Catedral, como en la Soledad: "Son muchos años echando muchas horas, la relación acaba siendo familiar".

Actualmente es secretario de la Fundación Benéfico Asistencial Casco Antiguo que gestiona el Economato Social de las hermandades: "Las hermandades han crecido mucho en caridad. No sólo en cantidad, también en la forma de ejercerla, como el voluntariado. Sin embargo, en formación hay un amplio margen de mejora todavía".

En el recuerdo

Camino de San Jerónimo. Manuel Rodríguez, a la izquierda, portando a la Virgen de la Soledad por la calle Parras camino del Centro Misional de San Jerónimo. Era el 28 de enero de 1965.

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