La noche de las colas sueltas

La Vuelta al Caracol es un rito ancestral que sólo conserva la Soledad de Olivares la noche del Viernes Santo como señal de duelo por la muerte de Cristo

La cofradía de la Soledad de Olivares cruza la Plaza de España de este municipio aljarafeño. Los nazarenos arrastran la cola de sus túnicas. Al fondo, el elegante palio de la Virgen de los Dolores.
La cofradía de la Soledad de Olivares cruza la Plaza de España de este municipio aljarafeño. Los nazarenos arrastran la cola de sus túnicas. Al fondo, el elegante palio de la Virgen de los Dolores. / Fernando García García
Diego J. Geniz

13 de marzo 2017 - 02:00

Soltarse la cola. Esto es lo que hacen los nazarenos de la Soledad de Olivares cuando llegan a la Plaza de España de este municipio bien entrada la noche del Viernes Santo. Se trata de una tradición que en su día era bastante habitual en las cofradías, pero que con el paso del tiempo se ha ido perdiendo hasta el punto de que sólo esta corporación la conserva dentro de la provincia de Sevilla.

Hablar de la Soledad de Olivares es hacerlo de una de las devociones puntales del Aljarafe. Al sentimiento que genera la Virgen de los Dolores en su Soledad se une la valía artística de la imagen, una de las más interesantes de la provincia. Juan Manuel Miñarro, quien acometió la última restauración sobre la talla en 2002, la sitúa en el círculo de José Montes de Oca, en el primer tercio del siglo XVIII. El barroco de esta centuria impregna toda la estética de la cofradía y la antigua colegiata -hoy parroquia- que la acoge. Un estilo que se ha sabido trasladar, con exquisito gusto, a todos los enseres diseñados desde su origen hasta la actualidad, de tal modo que puede decirse -sin temor a caer en la exageración- que esta corporación se ha convertido en uno de los referentes de la estética cofradiera actual.

La Virgen de los Dolores posee uno de los ajuares más ricos de Andalucía

La imagen de la Virgen, de gran dramatismo y que en su origen poseyó un juego de manos entrelazadas en actitud orante (aún se conserva), goza de uno de los ajuares más ricos de Andalucía. Sayas, coronas y mantos de camarín conforman un patrimonio digno de admirarse y que en nada tiene que envidiar a los de las Dolorosas de la capital.

La cofradía la componen tres pasos. El primero está presidido por la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, una interesante talla de finales del XVIII. Durante décadas fue atribuido a la escuela granadina, pero Miñarro (quien lo restauró en 2001) descartó tal hipótesis y recurrió a sus características formales (tan alejadas de las que imperaban en aquella época en Sevilla) para afirmar que su autoría obedece a los escultores genoveses que trabajaban entonces en Cádiz. El segundo paso es el del Cristo Yacente, una imagen antiquísima, realizada en pasta y telas encoladas, que se recuperó al culto en 2003 por iniciativa de los jóvenes de la hermandad. Se encontraba en la cripta de los primeros condes de Olivares. Está articulado, pues durante siglos sirvió para escenificar el Descendimiento de Cristo. Algunos expertos, como el catedrático de Bellas Artes Francisco Arquillo, lo sitúan en el siglo XV. El tercer paso es el de la Virgen de la Soledad, uno de los palios más elegantes de la provincia y que este año estrena el bordado interior de sus bambalinas laterales, un trabajo que se inició hace pocos años para sustituir a las anteriores.

La cofradía sale de la colegiata de Nuestra Señora de las Nieves a las nueve de la noche del Viernes Santo. Lo hace acompañada de 300 nazarenos, aproximadamente, según refiere la hermana mayor de la corporación soleana, María Reyes Fraile. Dos horas después tiene lugar una de las tradiciones más peculiares de la Semana Santa de la provincia, la denominada Vuelta al Caracol.

Este rito no siempre se hizo a esa hora. Hasta 1995 se celebraba a la entrada de la cofradía, pero, al crecer el número de personas que participan en la estación de penitencia, se optó por desarrollarlo en la Plaza de España, a una hora más temprana, lo que facilita su organización y lucimiento. Los nazarenos visten túnica blanca con cola rizada, un elemento que adquiere especial protagonismo cuando la cofradía llega al citado enclave. Tanto a la entrada como a la salida de la plaza hay un grupo compuesto por unas 15 mujeres que se encargan de desplegar las colas de las túnicas y, posteriormente, de volver a recogerlas. De esta manera, los nazarenos desfilan por el centro neurálgico de la localidad con la cola suelta.

¿Qué significado tiene este gesto? Para ello hay que remontarse a los siglos en los que surgieron las primeras cofradías, en las que participaban hermanos de luz y de sangre. En estas procesiones se acentuaba el carácter penitencial con nazarenos que se flagelaban, empalados, trompetas destempladas y los penitentes que se soltaban las colas para dejarlas arrastrar por el suelo. Así lo refirió Juan Infante y Galán en un trabajo que, editado por Guadalquivir Ediciones y titulado Los Nazarenos de Sevilla, describía las estaciones de penitencia que se realizaban al humilladero situado hoy día en pleno barrio hispalense de Nervión.

Como en muchos otros aspectos simbólicos de la Semana Santa, las cofradías, que en aquel entonces vivieron un momento de auge dentro del Estado Moderno -caracterizado por el gobierno absoluto de la monarquía-, tomaron como ejemplo los modos y costumbres que tenían los reyes de celebrar ciertos acontecimientos. Al igual que en las vestimentas de las imágenes marianas se copiaron las modas de la Corte, también se llevaron a otros ámbitos de la religiosidad popular diversos hábitos regios.

Era costumbre desde la Edad Media que en los duelos la realeza mostrara su luto con una prenda conocida como la "loba cerrada", esto es, una falda larga de paño negro. En función de la longitud de su cola se consideraba el mayor o menor dolor causado por la muerte de un familiar o conocido. El investigador Ignacio Sánchez Rico (hermano de esta corporación) recuerda que en la corte de los Austrias las viudas llevaban un manto largo sobre la cabeza, estética que se trasladó a la indumentaria de las Dolorosas. Las imágenes de Gloria, por contra, lo lucían corto (hasta el siglo XIX), en señal de gozo.

Arrastrar la cola de la túnica manifiesta, así, el duelo por la muerte de Cristo. Los historiadores aseguran que era un rito común en las cofradías (en Sevilla se desplegaban en la Catedral). De hecho, la Hermandad del Sol lo quiso recuperar en su estación de penitencia de 2010. Esta idea fue finalmente descartada.

En Olivares, la Vuelta al Caracol se ha conservado hasta nuestros días, lo que constituye una seña de identidad y uno de los muchos alicientes para ver esta cofradía. La cal de la Plaza de España, los naranjos, las filas ordenadas de los nazarenos y la elegancia de las túnicas rizadas desplegadas sobre los adoquines conforman una estampa única. La noche de las colas sueltas.

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