El pasado cofradiero del Parlamento de Andalucía
La Priostía
En el mismo hemiciclo donde los grupos parlamentarios debaten y discuten el futuro de la región, se bendijo hace casi u n siglo la Virgen de los Desamparados de la hermandad de San Esteban
Del hospital de las Cinco Llagas al Parlamento de Andalucía con la Semana Santa como hilo conductor, en imágenes
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La historia de Sevilla está salpicada de encuentros y algún que otro desencuentro con las hermandades y cofradías de la ciudad. Y la actual sede del Parlamento de Andalucía también tiene un pasado cofradiero. Esa zona de extramuros eran huertas y Catalina de Ribera, madre de Don Fadrique, considerado pionero de la Semana Santa al impulsar el Via Crucis al templete de la Cruz del Campo, permutó los terrenos a los frailes por unas casas que los Medinaceli poseían en el centro de la ciudad y que se convertirían en la iglesia de San Antonio Abad, que actualmente es la sede del Silencio. Aunque otros autores señalan que la Primitiva Hermandad de Hermanos Nazarenos estaba radicada en la ermita existente en la huerta y que también tuvo entre sus sedes el Hospital de las Cinco Llagas. Prueba de ello es la pervivencia de la Cruz de Jerusalén en la fachada del edificio.
En recuerdo de esta unión de Don Fadrique, el Via Crucis y el Parlamento hay una obra de Javier Flores en uno de los pasillos del edificio donde se puede ver una peculiar guía de viaje con mapas del recorrido que siguió en el viaje de Fadríque Enríquez de Ribera hasta Tierra Santa.
Catalina de Ribera impulsó el hospital con la finalidad de que atendiera a mujeres, teniendo la primera sede en la calle Santiago. Desde el primer momento fue dependiente de la Santa Sede. Su hijo decide ampliarlo y en 1535 construye un gran edificio para el hospital a extramuros, en el arrabal de la Macarena. La obra terminó en 1592.
Pero no es la única referencia cofradiera en los primeros años de las Cinco Llagas. Hacia 1500 existía una hermandad dedicada a la contemplación del misterio de la Oración en el Huerto, que en 1560 se fusionó con una hermandad del Rosario existente en una ermita del Convento de Monjas Carmelitas de Belén.
Más cercano en el tiempo, en 1928 se bendijo en la iglesia del Hospital de las Cinco Llagas la imagen de María Santísima de los Desamparados. La imagen fue realizada por Manuel Galiano en el mismo edificio puesto que el autor estaba ingresado en esa época. Manuel Salcedo, uno de los médicos del centro por aquel entonces y teniente de hermano mayor de la recién creada hermandad de la Puerta de Carmona le encargó la imagen de la dolorosa que, aunque en un primer momento iba a tener la advocación de la Asunción, terminó llamándose Madre de los Desamparados al considerar el cardenal Ilundaín que esta era una denominación “demasiado gloriosa” para una imagen de una hermandad de penitencia que, además, había sido realizada en un hospital.
“Hay que tener en cuenta que la madre del cardenal era valenciana y este hecho quizá también pesara en la decisión del nombre de la imagen”, explica Ana Ruiz Copete, funcionaria del Parlamento y ex archivera de la corporación del Martes Santo. El 18 de mayo de 1928 se bendice en la a capilla del hospital y al día siguiente partió hacia la Puerta de Carmona. Setenta y cinco años más tarde volvería a salir del ya Parlamento después del Pontifical de Acción de Gracias que presidió en entonces arzobispo de Sevilla Carlos Amigo Vallejo.
En 2020 hubo otra estampa con el edificio del Parlamento como escenario. El Via Crucis del Señor de la Sentencia transcurrió por el patio delantero recordando cuando la Macarena entraba a visitar el hospital durante su estación de penitencia. Un recorrido extraordinario por la celebración de los 425 años de la hermandad.
Hay una leyenda de la Macarena vinculada al antiguo hospital sevillano.Según cuentan, un viajero de los muchos que llegaban en el siglo XVII para buscar fortuna en América, murió en el hospital dejando allí sus pertenencias. Entre ellas estaban las manos y el busto de una dolorosa. Pasados los siglos, las monjas que atendían en centro pasaban dificultades económicas y no tenían ni un reloj para controlar las tomas de medicación de los enfermos. La leyenda dice que la cambiaron por un reloj a una hermandad que había sido fundada recientemente en el cercano convento de San Basilio. Acordaron que si la Virgen entraba en las Cinco Llagas, se quedaría allí.
Sin embargo, la hermandad entró en varias ocasiones al edificio durante su estación de penitencia y nunca pasó nada. Por otro lado, como explica Bernardo Escobar, funcionario del Parlamento andaluz, “lo cierto es que en el inventario del hospital aparece una imagen de una dolorosa que, en el inventario siguiente no está y sí un reloj que en listados anteriores no estaba”. Sea cierto o no, es una de esas historias que han quedado en el anecdotario de Sevilla.
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