Donde Sevilla empezó su Semana Santa
La Priostía
El camino que une la Casa de Pilatos y el templete de la Cruz del Campo es la vía en la que arranca la Semana Santa de Sevilla
El via crucis desde la Casa de Pilatos hasta la Cruz del Campo
Hay un origen en la Semana Santa de Sevilla que, entre la realidad y la leyenda, tiene dos emplazamientos claros. Por un lado, la casa de Pilatos y, por otro, el humilladero de la Cruz del Campo. Un camino en línea más o menos recta, que pasa por la Puerta de Carmona y que llega hasta la zona de Luis Montoto que pertenece a la Huerta de Santa Teresa. Donde la antigua calle Oriente cambia el nombre a Avenida de Andalucía.
Allí, en medio de la acera y vecina a bloques de edificio destaca un templete que recuerda que, como dicen los abuelos de cualquier sitio cuando comentan cómo cambian ciudades y pueblos, "todo esto antes era campo". Más allá del crecimiento de la ciudad, la Cruz del Campo sigue siendo un lugar de peregrinación. El pasado 3 de marzo, la parroquia del Perdón, en la cercana Huerta de Santa Teresa, realizó una procesión con velas rojas que se colocaron en el templete dentro de la vigilia por la paz en Ucrania convocada por el Papa Francisco.
La cruz de mármol bajo el templete está atribuida a Juan Bautista Vázquez El Viejo y está datada en 1571. Por su parte, el Cristo ha sufrido varias reparaciones a lo largo de los años. La Virgen, tallada en la misma Cruz y en la parte contraria al Cristo, es la original y está hecha en un sólo bloque. El templete, levantado por orden del Asistente de Sevilla Diego de Merlo en 1482, como reza en la inscripción interior, tenía la función de recibir o despedir a los visitantes de la ciudad. El estudio arqueológico realizado con motivo de la restauración que culminó en 2008, donde se le devolvió su imagen primitiva con el enfoscado, reveló la existencia de unos cimientos de época romana en el mismo lugar.
Porque al fin y al cabo, un humilladero es eso, un lugar de devoción situado en las entradas o salidas de los pueblos y ciudades y donde los viajeros pedían protección divina para el camino. El templete, tal y como está hoy en día fue construido a finales del siglo XV sobre una estructura existente, muy modesta y con una cruz de madera edificada por una incipiente cofradía de los Negritos en 1380. Seguramente, la casa hospital de los negros de Sevilla estaba "no muy lejos de convento de San Agustín y poco distante a la Cruz del Campo", según Isidoro Moreno en la historia de la Hermandad que aparece en su web.
El humilladero fue reconstruido primero por el asistente de la ciudad, don Diego de Merlo, en 1482, y luego, en 1521, por el primer Marqués de Tarifa, don Fadrique Henríquez de Ribera, tras su viaje a Tierra Santa, acercándolo un poco a la ciudad para que la distancia a la Casa de Pilatos, fuese la misma que la tradición señala entre el Pretorio y el Calvario: 1.321 pasos, equivalentes a 997,13 metros. La hermandad de Los Negritos tenía a su cargo una de las cruces que marcaban las 12 estaciones del Vía Crucis. Hasta la reforma urbanística de 1816, las cruces que señalaban las estaciones Séptima, Octava, Novena, Décima y Undécima se alzaban, sobre peanas de ladrillo, entre los álamos cercanos a los Caños de Carmona. Hasta 1604 hacían estación de penitencia, la noche del Jueves Santo, hasta el humilladero de la Cruz del Campo. El cartel realizado por Fernando Vaquero por los 400 años del Cristo de la Fundación recoge visualmente la vinculación de la hermandad de la avenida de Recaredo con los Caños de Carmona y esa zona extramuros de la ciudad.
De hecho, desde el siglo XV se convierte en un centro importante de la religiosidad popular, donde misioneros de las órdenes mendicantes llaman a la conversión y las prácticas penitenciales en tiempo de Cuaresma que evolucionan a estaciones de penitencia en los siglos XVI y XVII por medio de diversas cofradías de la feligresía.
La Cruz del Campo no era el único humilladero ni el centro exclusivo de estas prácticas penitenciales: la cruz de San Sebastián, de los Rodeos, de la Resolana eran otros tantos que congregaban a clérigos y fieles, así como algunas ermitas como las de San Lázaro o la de la Virgen de los Ángeles extramuros de la Puerta de Carmona.
A partir de mediados del siglo XIX el Vía Crucis fue entrando en decadencia, desapareciendo periódicamente y volviendo a resurgir, hasta el año 1873 en el que definitivamente se perdió la tradición, comenzando a partir de entonces numerosas restauraciones por parte del ayuntamiento y los primeros estudios serios sobre este monumento sevillano.
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