La capilla del Cristo de Burgos, el anhelo continuo de una hermandad
La Priostía
La corporación de San Pedro trabaja duro para recuperar un trozo importante de la historia de Sevilla
La capilla-casa hermandad en imágenes
Durante los tiempos más duros del confinamiento las azoteas se convirtieron en el gran descubrimiento para muchos. Como aún no se podía salir a la calle, salvo para pasear al perro y comprar alimentos o medicinas, hubo quien se dedicó a averiguar qué torres correspondían a qué iglesias. Una de ellas despistaba a muchos vecinos del centro de la ciudad. Colorida y con un remate poco habitual entre los campanarios sevillanos parece nacer directamente de un tejado y que espera llamar alguna vez a misa a los hermanos del Cristo de Burgos.
Testigo de numerosos vaivenes históricos, el campanario y los nombres de las calles Descalzos y Dormitorio son los escasos restos que quedan del monasterio trinitario cuya capilla espera algún día albergar a la Hermandad del Cristo de Burgos. Una aventura que comenzó en 1979 cuando se otorga escritura de venta de la finca que ocupaba el antiguo templo del convento de trinitarios descalzos realizado en 1625 por Juan de Segarra.
El consiliario de la hermandad, Daniel Pascual explica que la compra se realizó siendo hermano mayor Eulogio Castañeda López y tuvo un papel importante en las negociaciones Antonio Burgos Carmona, entonces consiliario y que fue el representante de la hermandad en ellas.
A partir de aquí, empezó un gran esfuerzo por parte de la hermandad para recuperar el edificio no sólo para que sea su capilla, sino devolver a todos lo sevillanos un trozo de su historia que abarca desde que comenzó la construcción el 2 de abril de 1625 hasta 1999, cuando después de varias rehabilitaciones se hace habitable como casa de hermandad, sin perder su configuración de capilla. "De hecho, todas las reformas que se realizan están pensadas para poder ser utilizada en el futuro como templo por la Hermandad del Cristo de Burgos", afirma Daniel Pascual. El consiliario recuerda que cuando se compró, el techo no existía y hubo que poner unas lonas de obra para proteger de la lluvia lo poco que había resistido al paso del tiempo y las ocupaciones.
Desde su adquisición, la capilla ha tenido tres proyectos. El primero fue en 1980, con la dirección técnica de José Maria Martínez Escribano. El segundo es de 1995, dirigido por los hermanos Emilio y Javier Arrieta Viñals. Este fue modificado en 2011 bajo la dirección de obra de José Antonio Gómez Rodríguez.
Uno de los méritos de la hermandad es que todo lo ha hecho sin imponer ninguna cuota extra a los hermanos. "Al principio se creó un Patronato donde cada uno aportaba lo que podía", recuerda Daniel Pascual. Ahora tienen el proyecto de colocar un retablo cerámico y mejorar la puerta. Pero, sobre todo, quieren dar a conocer este espacio a todos los sevillanos, organizando visitas en un futuro.
Patrimonio repartido
Tras la exclaustración en 1835, el contenido del templo fue repartido por diferentes zonas de la diócesis. Daniel Pascual comenta que algunos elementos del retablo mayor, obra de Bernardo Simón de Pineda 1689, fueron utilizados para la construcción del actual retablo mayor de la iglesia parroquial de Santa María de Gracia en Camas. A ambos lados del retablo se encontraban dos ángeles lampareros obras de principios de XVIII, están hoy en la capilla del Sagrario de la Sacramental de San Pedro.
Cada uno de los testeros poseía tres capillas y una portada. La principal era de ladrillo cortado y en el nicho que formaba el segundo cuerpo existía pintado un ángel y unos cautivos. Actualmente la entrada está retranqueada por el nuevo trazado de la plaza y esta tapada por el edificio colindante, explica Pascual.
En una de las capillas laterales recibía culto el Cautivo que está en San Ildefonso desde 1909, tras pasar primero por San Hermenegildo. A San Ildefonso fue también la imagen Nuestra Señora de la Piedad con su Hijo.
El beaterio de la Santísima Trinidad recibió la imagen del Beato Juan Bautista de la Concepción y el Señor de las Virtudes pasó a Santa Marina, aunque desapareció en el incendio de 1936.
La torre brújula
Con tantos cambios, si hay un elemento que permanece a lo largo del tiempo es la torre atribuida a Ambrosio de Figueroa. Según Daniel Pascual, la autoría parece ser de Figueroa por el uso de cerámica policroma, jarrones, ladrillos tallados con perfiles diversos y pedestales bulbosos; y por su similitud con el campanario de la Iglesia de San Juan Bautista de las Cabezas de San Juan realizado por Figueroa entre 1761 y 1777.
La torre estaba adornada con cuatro azulejos con las letras M, J, C y T, su significado podría traducirse en el nombre de las cuatro puertas de Sevilla, Macarena, Jerez, Carmona y Triana que atendían a los cuatro puntos cardinales. "De este modo, si alguien se perdía por el entramado de calles que era entonces el barrio, se ubicaba mirando a la torre y a su peculiar brújula sevillana", explica. Las campanas fueron trasladadas a la iglesia del Omniun Santorum en 1870.
Pudo ser del Gran Poder
La hermandad del Cristo de Burgos no ha sido la única a lo largo de la historia que puso sus ojos sobre esta capilla. Casi tres siglos antes, cuando la hermandad del Gran Poder tenía su sede en el convento del Valle se planteó trasladarse al templo de los Trinitarios Descalzos de la collación de San Pedro. En 1694, y debido a las malas relaciones con la hermandad de la Coronación, radicada también en el Valle, adquieren escritura con los frailes trinitarios de la Orden Descalza en la nueva sede de estos en la Plaza de San Pedro.
"Por desavenencias posteriores con los trinitarios descalzos, y aun cuando las mismas serían finalmente resueltas favorablemente a la Hermandad desde Roma, nunca llegaría a edificarse esta capilla ni por tanto, a trasladarse allí la Hermandad", comenta Daniel Pascual.
Múltiples usos
Antes de la adquisición por parte de la Hermandad del Cristo de Burgos, el coro de la iglesia se había transformado en vivienda y tanto los bajos como toda la planta del edificio fue utilizado como almacén de droguería. A principios del siglo XX se destruyó la portada y la capilla de San José quedó converitda en un taller de carruajes.
Es más, en 1868, tras las revolución conocida como la Gloriosa, que dio paso al Sexenio Democrático, la finca fue cedida al Café de los Emperadores, un club cuyo objetivo era implantar las ideas democráticas entre los sevillanos.
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