Milagros Ciudad. "Algunos se resisten a perder sus 'parcelas' de poder"

La Priostía

La ex delegada de Sacramentales y Glorias del Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla y pregonera de las Glorias recuerda cómo ha evolucionado el papel de la mujer en las hermandades

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Milagros Ciudad.
Milagros Ciudad. / Juan Carlos Muñoz

Tres fueron las hermandades que en 1987 incorporaron de forma oficial a las mujeres a su nómina de nazarenos. Entonces fue un gran revuelo en la ciudad donde no faltaron voces que clamaban contra "la pérdida de identidad de la Semana Santa". En estos 37 años la evolución del papel de la mujer dentro del mundo de las cofradías ha sido muy importante. Ha habido pregoneras, consejeras de la Junta Superior del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla –aunque ni en penitencia ni en sacramentales– y solo ha habido una hermana mayor en las de penitencia, Maruja Vilches.

"Hay mayordomas, secretarias, diputadas mayores de Gobierno e incluso tenientes de hermano mayor. Hay mujeres muy válidas igual que hombres. No creo en los porcentajes ni cuotas, sino en la valía de las personas", explica Milagros Ciudad. Ha formado parte de la Junta de Gobierno de la Hiniesta y ha ha sido miembro de la Junta Superior del Consejo General de Hermandades y Cofradías, en las Secciones de hermandades sacramentales y de gloria.

"La evolución del papel de la mujer en las hermandades de Sevilla en los últimos cuarenta años ha sido muy positiva, pero todavía quedan algunas parcelitas donde aún hay que conseguir entrar. Por ejemplo, en el Consejo no ha habido delegada de penitencia, ni hermana mayor de sacramentales y eso que la mayoría de las sacramentales nacieron por la Loca del Sacramento", recuerda.

El próximo 26 de abril será la pregonera de las Glorias en el altar de Jubileo de la Catedral. Lleva toda la vida en la Hiniesta. "Mi padre era el eterno secretario de la hermandad y yo en cuanto terminé Historia me encargué de montar el archivo de la hermandad como oficial de junta. Quería estar en la hermandad desde dentro". Cuenta emocionada cómo recibió de manos de una familia la partitura original de Estrella Sublime, que había estado depositada en esa casa durante la Guerra Civil.

"Trabajaba por mi hermandad y la sentía, pero se nos negaba poder participar en las decisiones y con voz y voto en los cabildos", afirma.

Curiosamente, en aquellos primeros años hubo también obstáculos en las propios mujeres que en aquellos años de finales de los 80 y principios de los 90 “reproducían patrones de conducta o culturales más conservadores, en líneas generales”.

En el movimiento de la incorporación de las mujeres a las hermandades como miembros de pleno derecho intervinieron muchos factores. "Hubo hermandades que acudieron con pleno convencimiento, sobre todo en aquellas donde el grupo joven era muy activo. Y por supuesto, no nos llevemos a engaño era una época de crisis donde la incorporación de las mujeres revitalizó a muchas corporaciones que vieron la nómina de hermanos duplicadas. Evidentemente todas estas circunstancias se vieron favorecidas por las nuevas normas diocesanas y la lógica evolución de la sociedad”.

Aún queda camino por recorrer en la normalización del papel la mujer en el mundo de las hermandades. Afortunadamente, nadie pone en duda la igualdad y se ha superado el problema que fue para muchas corporaciones la integración de las listas de hermanos y hermanas en una sola.

Todavía existen pequeñas reticencias que vencer. Milagros Ciudad afirma que a las mujeres con relevancia social "se les sigue mirando con lupa en cualquier ámbito de la sociedad. El ejemplo de Maruja Vilches cuando decidió salir a la calle aquel Martes Santo es esclarecedor. Quizá son esas pequeñas parcelitas de poder que algunos hombres se resisten a soltar".

En cualquier caso, las hermandades son un reflejo de los tiempos. “Estamos en una sociedad cada vez más secularizada y hay que saber adaptarse. La Iglesia siempre ha sabido adaptarse a tiempos nuevos y ahora está”, afirma.

En estos casi cuarenta años la adaptación no sólo ha sido en un cambio de conceptos frente a lo que estaba establecido hasta entonces. En los primeros años en la Catedral no había servicio habilitada para las mujeres que hacían estación de penitencia. "El primer año que salí de nazarena como miembro de la Junta de Gobierno de la Hiniesta, las mujeres que salíamos solo pudimos ir al servicio en una funeraria que había en la calle Trajano, que era de un hermano de la corporación. Eso a la ida. Tampoco había servicio de mujeres en el Consejo de Hermandades y Cofradías. Ya había algunas miembros de junta de hermandades que asistíamos a las reuniones en San Gregorio, pero solo había servicio para hombres". Ahora es impensable que las mujeres no sean miembros de pleno derecho en las hermandades, pero para llegar hasta aquí ha habido muchas cofrades luchadoras que han hecho valor su voz y su voto.

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