¿Qué significa el corazón alado que porta en la mano la Virgen del Amparo?
Se trata de uno de los atributos iconográficos más identificativos de esta imagen
La titular saldrá en procesión este domingo por las calles de la feligresía
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Las Glorias (en mayúsculas, como tiempo propio con entidad y autonomía insoslayables) encierran en sí mismas infinidad de detalles y tesoros histórico-artísticos que, en buena medida, reflejan diferentes contextos de nuestra religiosidad popular. Además, abrigan variedad de códigos litúrgicos que enriquecen los mensajes iconográficos de sus advocaciones o, incluso, de sus barrios y entramados sociales.
En poco más de veinticuatro horas sale en procesión la Virgen del Amparo, como ocurre cada segundo domingo de noviembre, en que la Iglesia celebra la Festividad del Patrocinio. La imagen, protectora de la feligresía de la Magdalena, cosechó especial devoción a partir de 1755, cuando los fieles consideraron como esencial y preclara su intercesión divina al no producirse daños en el templo parroquial tras el terremoto de Lisboa. Desde entonces, su salida procesional supone algo más que una cita cofradiera: es la clausura, el telonazo metafórico de otro tiempo que quién sabe si volverá.
Y en ese fotograma emocional desempeña un papel clave la propia iconografía de la Virgen del Amparo en la calle. Su portentoso paso, su ramillete de candelabros, la verticalidad combinada con la estrechez… Por supuesto, su orfebrería: ráfagas, alhajas, coronas… Y atributos. Precisamente, si hay un atributo que identifique plenamente a la Virgen del Amparo es el cetro tan característico que porta en su mano derecha y que tan visible se nos muestra siempre. Se trata del corazón alado.
El corazón alado, en síntesis, “significa la prontitud del Amparo de la Virgen en socorrer a aquellos que le presentan sus cuitas”. Así lo explica José Manuel Yuste, ex hermano mayor de la cofradía, en Sentir Cofrade de PTV Sevilla. “Eso es lo que representan las alas, la demostración de Amparo. Actualmente la Virgen tiene tres cetros de corazón alado: el más antiguo, fechado en el XVIII y que remata toda la orfebrería; el del año 2005, que ha portado estos días para el triduo, de plata dorada, y otro tercero regalado hace unos años por unos hermanos”. El conjunto lo remata una extraordinaria ráfaga de plata también del siglo XVIII, así como las dos peanas de camarín, dieciochesca la superior y de 1916 la inferior.
La Virgen del Amparo, en estos días, ha ocupado el presbiterio del altar mayor de la Magdalena para la celebración de su triduo. En el altar efímero levantado por la priostía destacan el graderío, cedido por la hermandad del Calvario, y parte de la candelería, también cedido por la cofradía de Montserrat, lo que refleja la confraternidad reinante entre todas las corporaciones de la parroquia. Además, en el altar ha figurado un San Fernando cedido por la hermandad de la Alegría, en referencia al 775 aniversario de la restitución del culto cristiano en la ciudad. Por último, y no menos reseñable, el altar se remata con una instantánea difícilmente reproducible: la presencia del Sagrario de la propia capilla del Sagrario de la Magdalena, y no el Sagrario del altar mayor, que se encuentra en restauración.
Un ejemplo más de la riqueza patrimonial que atesoran nuestras glorias, sus profundidades iconográficas y su aportación a la secular religiosidad popular de la ciudad.
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