¿Qué otras procesiones magnas se han celebrado en la ciudad de Sevilla?
Hay que remontarse casi ochenta años en la historia para encontrar una procesión de estas características
En la de 2024 participarán conjuntamente las grandes devociones de la ciudad y vírgenes de la provincia
Estas son las imágenes que participarán en la gran procesión magna del Congreso de Hermandades de Sevilla 2024
Opiniones aparte (más o menos fundamentadas en los gustos o en criterios devocionales, artísticos y pastorales) sin duda el 8 de diciembre de 2024 pasará a los anales de la religiosidad popular de la diócesis de Sevilla. Es una cuestión innegable, por el "mero" e insoslayable hecho de reunir, en el mayor templo gótico de toda la cristiandad, una serie de devociones que durante siglos han vertebrado no solo la fe de un pueblo, sino su modo de expresarse y manifestarse como entidad colectiva.
Para ese día, festividad de la Inmaculada, está prevista una gran procesión de clausura (aún dudamos si atribuirle honestamente el término de magna a una relación de ocho participantes, en comparación con las hasta veintenas de pasos o tronos en Granada, San Fernando o Málaga) con motivo del II Congreso Internacional de Hermandades y Religiosidad Popular, cuya programación al completo se conocerá en los próximos meses. Esta particular e histórica procesión congregará en la ciudad a decenas de miles de personas, puesto que confluirán en un mismo espacio las grandes devociones de la capital y una serie de representaciones de la provincia: Setefilla, Consolación de Utrera y Valme. Ahora bien, ¿cuándo fue la última vez que la ciudad participó de un acto de estas dimensiones o, al menos, de este formato?
Las generaciones actuales, desde luego, no la conocen; sí quizás nuestros abuelos. Hay que remontarse atrás en el tiempo casi ocho décadas, en concreto al año 1946. En junio de aquel año se recibió en Sevilla un telegrama de la Secretaría de Estado del Vaticano anunciando que S.S. Pío XII proclamaba a la Virgen de los Reyes como Patrona principal de Sevilla y su Archidiócesis. Por este motivo, el 24 de noviembre, se celebró una procesión magna que discurrió por el centro de la ciudad y en la que participaron las siguientes imágenes, entre ellas notables devociones de gloria (ausentes en la procesión de 2024): la Virgen del Pilar de San Pedro, la Amargura de San Juan de la Palma (que salió por primera vez sin palio), la Reina de Todos los Santos de Omnium Sanctorum, la Virgen del Valle (también sin palio, como el Jueves Santo de 2022), la Virgen del Amparo de la Magdalena y la Esperanza Macarena.
La procesión, que se inició a primera hora de la tarde, comenzaba en la puerta de San Miguel, para culminar en la sede del Ayuntamiento en la Plaza Nueva, para posteriormente regresar a la Catedral. Algunas de las imágenes, como la Reina de Todos los Santos o el Pilar, acudieron en rosario de la aurora. Se trata de la última vez que se dispuso un cortejo de estas características, por supuesto sin contar las procesiones generales del Santo Entierro Grande, que ha sido el modo histórico en que la ciudad ha repetido este registro, muy al alza en los últimos años en diferentes puntos de Andalucía.
Más allá alcanzamos casi el siglo de diferencia, cuando en el año 1929 se celebró la coronación canónica de la Virgen de la Antigua. Al término de la ceremonia, en la tarde del 24 de noviembre, tuvo lugar una procesión -que ni mucho menos se asemeja a una magna, pero sí asume un formato similar- en la que participaron el Rosario de Montesión, la Virgen de la Paz de Santa Cruz y la Reina de Todos los Santos. Aquello fue en noviembre, pues bien; en mayo de ese mismo año también se celebró otra procesión mariana como cierre del Congreso Mariano Hispano Americano, que tuvo un carácter verdaderamente extraordinario por la excepcionalidad de las imágenes invitadas y su trasfondo histórico, por la relación con las advocaciones en época del Descubrimiento de América: entre ellas, la Victoria de Santa Ana (ante la que oró Magallanes), el Buen Aire del Palacio de San Telmo, la Inmaculada de San Buenaventura o simpecados como el de Rocamador o la Virgen del Coral.
Los Esplendores
Indudablemente, podríamos añadir también a este catálogo los famosos Esplendores y la Magna Hispalensis del año 1992, que fue especialmente rotundo para las cofradías sevillanas por el V Centenario de la Evangelización del Nuevo Mundo. Aquella exposición (no fue magna como tal), comisariada por Luis Becerrea y bajo la presidencia de Rodríguez-Caso en el Consejo, reunió en puntos como la iglesia de San Juan de Dios a las imágenes de la Virgen del Amparo, la Reina de Todos los Santos, la Salud de San Isidoro, Madre de Dios del Rosario, la Alegría de San Bartolomé, la Virgen de La Luz de San Esteban, la Divina Enfermera, la Divina Pastora de Santa Marina y la Virgen de los Reyes de los Sastres de San Ildefonso.
Justo enfrente, en el Salvador, convivieron en pleno julio, además del Señor de Pasión y el Cristo del Amor, los pasos de misterio de la Exaltación y la Presentación al Pueblo de San Benito y los palios de la Virgen de la Victoria y del Dulce Nombre. A la Catedral marcharon el paso del crucificado de las Misericordias de Santa Cruz y el paso de palio de la Virgen de la Candelaria, conformando de manera inesperada una pequeña Semana Santa en pleno verano.
Sea como fuere, se nos presenta una oportunidad inapreciable para reivindicarnos como herramientas de evangelización y, a través de nuestro modo de ser y de expresarnos, divulgar a todo el orbe católico la devoción de toda una diócesis y de una ciudad. Será en diciembre de 2024. Y probablemente nuestros ojos no volverán a ver algo igual.
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