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Procesión de la Virgen de los Reyes en Sevilla: la mañana más hermosa sigue ganando adeptos

La Patrona de la Archidiócesis recorre las gradas bajas de la Catedral rodeada de un público más numeroso que años anteriores

Ha sido una de las procesiones de más larga duración, con entrada a las 9:40

La Virgen de los Reyes llena Sevilla de luz

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Una procesión de la Virgen de los Reyes con mucho público / José Luis Montero

El 15 de agosto en Sevilla es a la religiosidad popular como aquellos míticos versos de Juan Ramón Jiménez. El poeta de Moguer exclamaba: "¡no le toques ya más, que así es la rosa!". Pues algo similar, pero sin poesía de por medio, se podría decir de la procesión de la Virgen de los Reyes. Un círculo perfecto donde no hace falta nada más. Todos los aditamentos sobran. Cualquier invención que se introdujera en este rito veraniego supondría romper la horma idónea de un culto externo que en este 2024 ha congregado más público que años anteriores. Un recorrido sin apenas vallas y que estrenaba gallardetes. Con una temperatura benévola y que ha superado ampliamente la hora y media de duración. Tradición con la que la ciudad recupera ese sentido de la medida por el que un día fue conocida y que tanto se echa en falta en otro tipo de manifestaciones religiosas.

El Día de la Virgen empieza bien temprano. Es el madrugón por excelencia para muchos sevillanos. Desde el Aljarafe, la Vega o la comarca de los Alcores llegan los peregrinos cuando la noche aún ennegrece el cielo. Las parroquias han logrado revitalizar una tradición que pasó por años de declive. Este tipo de comitiva atrae a un buen número de jóvenes. Los primeros en acudir a la Catedral lo hacen poco después de las cinco de la mañana, recién abiertas las puertas del templo principal de la ciudad. Muchos de ellos ni siquiera esperan a la procesión. Llevan andando toda la noche. Acuden a una de las misas que se celebran antes de que se organice el cortejo y vuelven a sus puntos de origen.

Otros aguardan a que salga el cortejo. Descansan a pierna suelta en las gradas altas de la Catedral. Devotos con los que Decathlon hace el agosto (nunca mejor dicho) y otros de cubana recién planchada. No hay patrón estético unificado en esta manaña que empieza a clarear pasadas las 7:00. Pocos minutos después cuesta lo suyo hacerse un hueco en primera fila. Todo está ocupado. El hecho de que este año se hayan eliminado las vallas en la mayor parte del recorrido no impide que el público que lleva tiempo esperando en primerísima línea ponga rostro agrio cuando se le pide paso. Alguno (y alguna) incluso no lo concede. Hay que probar suerte por otro cruce.

La Patrona de Sevilla, con la Giralda de fondo. / José Luis Montero

La Giralda también luce estreno este 15 de agosto. Su cara norte está recién limpia tras la intervención que concluyó a principios de año. Un verdadero rejuvenecimiento de la piel que ya quisieran lograr las cremas faciales que aportan brillos nada comedidos al rostro de varias señoras (y algún que otro joven) en estas horas de somnolencia. Cuando el sol empieza a cubrir el antiguo alminar almohade los efectos de la restauración resultan más que evidentes. El astro rey sirve de reloj para calcular cuánto queda para que salga la Virgen. En este tiempo de espera, a pie parado, se alza la vista hacia los nuevos gallardetes colocados por el Ayuntamiento a lo largo del recorrido. De un azul y dorado discretos. Con anagramas y símbolos elegantes. Adiós al hule que ha imperado más de dos décadas por el entorno catedralicio en la solemnidad de la Asunción.

La mirada también se fija en las colgaduras que lucen los balcones. Hay alguna, en el inicio del itinerario, tan descolorida por el paso de los años que parece coetánea a la entrada de San Fernando en la vieja Isbilya. Una reliquia textil que muchos conocimos siendo párvulos. Aunque para reliquias, los trajes de caballero que se ven en el cortejo, cada vez más extenso, de la procesión. Algunos pueden pasar por moda vintage. La comitiva de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes gana presencia con los años. Con independencia de la antigüedad que atesoren algunas indumentarias, todas son correctas, algo que no se puede decir de cierta concejal que lució un calzado poco apropiado. Edil que ha estado en las quinielas de salida las últimas semanas.

Mientras pasa el cortejo, la charla amable y amena hace soportable la breve espera. Encuentros anuales con quienes acuden cada 15 de agosto a esta cita, a la misma hora y en el mismo lugar. Mucha piel blanquecina que impide disimular vacaciones en la urbe o que aún no ha llegado el tiempo de asueto. En esta mañana veraniega hay un instante en el que el murmullo da paso inmediato al silencio. El momento en el que la varas de nardos traspasan la Puerta de los Palos. Este año lo han hecho a las 8:03. Me lo indica con exactitud un amigo de crianza sevillana y residencia madrileña, fiel a estas horas con sabor a siglos. Estruendo de campanas que hacen asomarse al balcón a los turistas de hoteles cercanos. La fascinación en sus caras los delata. Asombro, sorpresa y una sonrisa picarona. No hay detalle que no graben en la cámara del teléfono móvil.

Los devotos esperan la salida de la Virgen de los Reyes. / José Luis Montero

Cuando callan las campanas de la Giralda, se escucha con total nitidez a la coral entonar el Himno de la Virgen de los Reyes. Llega la primera posa. La Patrona se gira en la intersección entre la calle Cardenal Carlos Amigo y Alemanes. Viene con el manto rojo, uno de los mejores que posee en su amplio ajuar. Fue regalo de la duquesa de Montpensier, a quien Sevilla le debe su parque por antonomasia. Los macizos de nardos de las esquinas dibujan el perfil inconfundible del paso. El palio de tumbilla, que cumple un siglo, vive su último 15 de agosto. A partir de 2025 saldrá el que se estrenará el próximo 8 de diciembre en la procesión magna con la que se clausure el II Congreso Internacional de Hermandades y Piedad Popular. Aunque eso ya es harina de un costal muy distinto a éste. La hipérbole frente a la mesura.

Tras la Virgen, las autoridades eclesiásticas, con el arzobispo, monseñor José Ángel Saiz; y los obispos auxiliares, monseñor Ramón Valdivia y monseñor Teodoro León. Luego siguen los políticos, los de la Diputación y los del Ayuntamiento, con la ausencia del alcalde José Luis Sanz en la procesión por un esguince en el tobillo. Continúa la Policía Local de gala y la banda militar que cierra el cortejo. Cierto enfado en un sector amplio del público al comprobar que este año falta la bandera nacional. La explicación nos la dan desde Capitanía. Para que la enseña se incluya debe desfilar una compañía y este año lo ha hecho una sección del Ejército de Tierra.

La mayor presencia de público este 15 de agosto se constata al intentar acompañar a la Patrona por el recorrido circular. Misión prácticamente imposible. Las gradas están atestadas de personas. Se forma un gran tapón en la Punta del Diamante, donde minutos antes de llegar el cortejo una veintena de agentes de la Policía Local han secundado una protesta silenciosa. Hasta la Puerta de San Miguel no se logra alcanzar el paso. Aquí se produce la última posa. La parte final del recorrido está bañada por un sol que hace florecer las gafas oscuras. Con esta luz directa el pecherín de brillantes -reestructurado este año- gana enteros. Saca lo mejor de sí. Resplandece.

El grupo de niños carráncanos que abre la procesión del 15 de agosto. / José Luis Montero

El sudor aparece en el rostro de los canónigos y políticos. La última parte del recorrido lo protagoniza el cajón de obras situado entre la Puerta de Campanillas y la de los Palos, que impide al público llegar hasta esta última. A muchos devotos no les queda otra opción que acceder a la Catedral para despedirse de la imagen fernandina. La Patrona entra a las 9:40, más tarde que otros años. Desplazarse dentro del templo metropolitano se convierte en una carrera de obstáculos. Situación sufrida por muchos profesionales de los medios de comunicación los últimos meses por las nuevas normas y requisitos establecidos. Una odisea trabajar en tales condiciones. Ni en el mismísimo Vaticano.

Acaba la mañana de la Virgen. El epílogo se vive en los conventos donde se veneran las imágenes de la Dormición. Un final prolongado en las codiciadas barras y veladores de los pocos bares que sirven desayunos un 15 de agosto. Muchos vuelven a casa sin probar bocado. El saludable ayuno intermitente que tanto elogian los expertos. Hasta en eso son provechosas estas horas. Las que concentran el sentido exacto de la medida. Valor en vías de extinción.

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