La mañana es de la Resurrección
La procesión del Resucitado de Sevilla
La hermandad de Santa Marina, asentada en el horario, congrega a una multitud de fieles en el bello epílogo de la Semana Santa.
La mañana es de las familias. De los niños. Del sol que ilumina al Señor cuando sale de los callejones. De la venia en la Campana. De los turistas que se encaraman a los Palcos. De la lluvia de flores en la Cuesta del Rosario. De los xilófonos de Virgen de los Reyes. De los rezos de las Hermanas de la Cruz. Del encuentro con el colegio en el que todo empezó. De la marcha Amarguras. La mañana del domingo es de la Resurrección.
La cofradía de Santa Marina ha encontrado la horma de su zapato en el horario que puso en práctica, a modo de prueba, hace algunos años. Lo provisional se ha convertido en definitivo. La hermandad se gusta por la mañana. A la ciudad, a los cofrades, le gusta la hermandad por la mañana. Ver al Señor de la Sagrada Resurrección y la Virgen de la Aurora en su mañana se ha convertido en una cita imprescindible. En el bello epílogo de la Semana Santa. Hay que disfrutar de los momentos que regala esta procesión, que son muchos. Como el tránsito temprano por los callejones antes de salir a la Plaza de los Carros –Inocentes, San Blas, Infantes–.
La hermandad va durante todo el recorrido mucho más arropada por el público que se multiplica conforme avanza la mañana. Hay que aplaudir al Consejo por dejar puestas las sillas en la Campana. Lo anterior no era más que una gran consideración. Los Palcos registraron una entrada incluso superior que en jornadas anteriores. Por allí pasó la Virgen de la Aurora radiante, con el palio cedido por la Estrella que desde el primer momento hizo suyo. ¡Qué buen son lleva!, como dice Antonio Santiago.
El regreso desde la Catedral fue más bello si cabe. Con momentos destacados en la Alfalfa , la Plaza de San Pedro o las muy cofradieras calle Doña María Coronel , Bustos Tavera y San Luis. La Virgen de la Aurora, suena la centenaria Amarguras para una corporación que se celebra sus primeros 50 años de vida, entró en Santa Marina minutos ates de las cinco y media. Es el momento de recordar lo vivido y comenzar a restar días al calendario.
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